Desde hace un tiempo lleno de escalofríos y miedos, están pasando muchas cosas en nuestra revolución política nacional. Pero contento porque se ha acabado con el fuerte bipartidismo al que estábamos sometidos. Por ello pido perdón si desbarro un poco, será cuestión de la fiebre y el miedo al anarquismo que estamos sufriendo. Y en consecuencia solo hablare casi del mismo tema: De niños y de visionarios profetas, nacidos todos ellos en tiempos modernos, es decir, después de la transición y de la Constitución de 1978 y por ello disconformes con todo. ¡Y es que en España nos han crecido de nuevo los ángeles anunciadores! Creo, por tanto, que es bueno contar este cuento, para que como caramelo blando lo disfrutemos en un instante. ¡Porque son las bellas historias de nuestro tiempo y de nuestra nación!
No sé si la gente se ha dado cuenta, pero hace tiempo que por nuestras calles y entre adocenadas y aburridas gentes, transitan estos personajes celestiales. Andan siempre armados tan solo de una lengua afilada que usan como bastón de punta acerada contra aquellos que no crean en sus profecías. ¡Es la necesaria propaganda de la revolución!. Y así, entre las gentes de la calle, rodeado de mudos adoquines, recitan sus hazañasy profecías a la flora y fauna que ellos proclaman, contra las nefastas consecuencias de la situación actual. Hablan con las farolas, con los buzones, con los bancos, con las paredes…con los perros y los gatos… con el aire y las nubes, con el levante…, y hablan a los demás seres que caminan buscando su quehacer diario. ¡Muchos le escuchan!. Por lo que ellos se saben amos de todos. Sorprendente, pero así son estos ángeles anunciadores, porque ellos abandonando la lógica más simple, voluntariamente emigran mentalmente al primitivo bosque de los viejos tiempos profetizando las futuras calamidades que sus ausencias y falta de comprensión causaran.
Saben, que solo por haber nacido, nadie es del todo inmortal, ni del todo incorruptible, pero como Diógenes, ellos, también comprenden que no es posible una existencia feliz que no sea al mismo tiempo justa, bella y moderada. Andan, por ello, ajustando sus tres porciones básicas: unos cuerpos tangibles, unos escuálidos soplos de ideología y un nimio entendimiento. Y son reflexiones duras y pausadas, las que nuestros cántaros mesiánicos llevan en sus cabezas. Porque ellos, como aquellos filósofos castellanos, que nutridos de sopa de convento, contemplan impasibles el amplio firmamento, necesitan escudriñar en los misterios de la naturaleza humana, en lo divino y sobre todo en los problemas de nuestra ciudad.
¿Cuál es el sexo de los ángeles? ¿Cuanta será la distancia que hay hasta el fondo del insondable abismo de la nada?, son entre otros los misterios, vedados a los más que ellos afanosamente intentan descifrar. Ignoran, que son muchos los misterios que nunca deberían ser desvelados a los hombres. Pero, ellos conocen la verdad, para anunciarla. Por la mañana se levantan y dicen…¡Esta escrito pero nosotros os decimos!. ¡Terrible frase que cambia todo lo establecido. Mas…
¡Quién podría enumerar las compensaciones de la vida retirada que llevan en su cabeza!. Pero, en ellos esto es así y no de otra manera. En nuestros nuevos ángeles anunciadores de astutos y recelosos ojos, escuchan todos los días mil psicofonías del dolor de la nación. Saben de nuestros males, por eso sufren, y nosotros ¿Cómo decirles que la pena nunca debe ser más viva ni mayor que la que causa su propio dolor y rabia?
Pero, no todo es dolor en nuestros nuevos ángeles, porque, al fin y al cabo, también son heterodoxos en sus creencias, y cuando llega a la encrucijada de las elecciones, rezan, y se subliman encontrando la paz del alma en su esperanza de alcanzar un escaño. ¡Esto se les ha esquilmado…no habrá terceras elecciones!. Ignoro si levitan también, pero seguro que musitan en sus silencios y quedamente antífonas a sus propias sombras, que deben ser zona de milagros. Y así es, y debe ser, las hagiografías de estos nuevos arcángeles.
A veces… ¡Gracias a Dios, solo a veces!, salen sus tonantes, incomprensibles y sabias palabras como dardos, depositando en los oídos y ojos de algunos crédulos pequeñas gotas de su ingénito veneno. Porque muchas veces, son palabras graves…, tremendamente graves, que contienen un viejo y antiguo rencor. Y ya para terminar, hay que decir que las premoniciones de pájaros de mal agüero en nuestra ciudad, que graznan, carecen de realidades creíbles. Sin duda una mala cabeza, nunca deparará nada bueno para nadie. Es más, la mayoría queremos defender a nuestra nación y su futuro con realidades y optimismo.
Así, que a estos nuevos ángeles de la adivinanza, debemos pedirles que se vayan al desierto a lanzar sus proclamas y que por favor… ¡Se queden en él con su mesías hablando a las piedras!