Opinión

¡Andalucía! No permitamos que hagan lo que les dé la DANA

Una semana después de la tragedia del DANA en la comunidad valenciana ya se puede ir apuntando las primeras reflexiones aunque todavía no se sepa con exactitud ni el número de personas fallecidas, ni de habitantes desaparecidos y ni el coste tanto de materiales como económicos y de infraestructuras que le supone a los territorios afectados.

En este caso, las primeras lecciones deja el DANA con respeto a sus consecuencias nefastas para la población son la incompetencia y la lentitud de las instituciones.

Primeramente, es obvio que las instituciones han fallado. De ahí, que tendrán que asumir responsabilidades. Sin embargo, estamos ante una crisis competencial de las instituciones de niveles preocupante y ya no sólo por la gestión del DANA sino por otras realidades socioeconómicas actuales del país como la desigualdad donde tampoco su gestión es satisfactoria.

No tiene sentido que para acceder a un cargo de responsabilidad solo se le exija el carnet del grupo político a la persona que va a desempeñar un puesto de alta responsabilidad; y para ser profesor de secundaria se requiere de unas exigentes oposiciones con todo lo que eso conlleva al opositor u opositora (número de hora de estudio, idioma, cursos, máster, doctorado y experiencia profesional, entre otros). O, por otro lado, si quieres ser funcionario de cualquier administración pública del Estado como administrador general se requiere de unas tendenciosas oposiciones; pero, llegas un momento, una vez aprobadas (con plaza) las oposiciones, que para poder acceder a puesto de alta responsabilidad competencial como directores generales, secretaria general, secretaria general técnico o delegado de gobiernos, entre otros cargos, únicamente necesites ser afiliado de un partido político.

Sinceramente, no eso sólo ridículo sino que quiebra las instituciones y deteriora la democracia ya que si la afinidad o la consanguinidad hacia un partido político son claves, para optar a cargos de gran responsabilidad las consecuencias serán devastadoras como refleja los indicadores socioeconómicos de España, en general, y Andalucía, en particular, como, por ejemplo, acabar con la desigualdad. Asimismo, a las tristes pruebas me remito, con el panorama desolador que ha mostrado la gestión del DANA en la región Valencia. Por tanto, era cuestión de tiempo que esto iba a suceder.

Quizás durante la transición a finales de los años setenta este sistema de colocar a los más allegados del partido en las instituciones relacionadas con Consejerías y Ministerios funcionó durante un tiempo pero como hoy vemos ya no. De igual manera, después de cuarenta años no podemos seguir con los mismos patrones de selección de personas que optan a cargos de gran responsabilidad debido a que sus nefastas respuestas están siendo más que evidente. Si no véase los casos reducción de la desigualdad, generación de empleos de calidad, acceso a la vivienda y acción contra el cambio climático que imperan en nuestro país; por no hablar de la gestión de la DANA.

En esta línea, los actuales galardonados con el premio nobel de economía, Acemoglou y Robinson, creador del libro “por qué fracasan los países”, instan de la importancia de tener instituciones socioeconómicas fuertes como guardianes de la democracia. Asimismo, parece ser que instituciones adecuadas brillan por su ausencia en España y ya no sólo por la nefasta gestión del DANA sino en otros asuntos polémicos como los actuales casos de corrupción de los partidos políticos mayoritarios; o el caso Errejón. De este modo, se visualiza dos problemas; uno, las medidas correctoras de los partidos políticos que utilizan no son suficientes y es llamativo observandoto el historial de casos de corrupción existente. Dos, apenas existe la dignidad de asumir responsabilidades con las dimisiones que debería conllevar.

Volviendo al caso valenciano, se me ocurren tres reflexiones: uno, cómo es posible que un gobierno suprima la unidad valenciana de emergencia con la excusa de reestructurar el sector público si precisamente ese tipo de órganos son necesarios por si ocurre casos como la DANA. Dos, si la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) llevaba tanto días previo como el mismo día de la catástrofe con la señal de aviso rojo por lluvias en el litoral sur de Valencia cómo es posible que el gobierno de la comunidad valenciana no advierta y obligue a su población civil y empresarial a no salir de casa sólo en caso de extrema urgencia. Tres, Si el gobierno valenciano no rebajase impuestos a los más ricos quizás hoy tendrían más recursos para invertirlos en adaptar las infraestructuras con respecto al cambio climático pero como gobierna junto con un partido negacioncita que cree más en la caza y el toreo que en la ciencia pues nunca mejor dicho “de aquellos polvos vienen estos lodos”.

Ahora bien Andalucía hay otro refrán que dice “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar”. En este caso, la regla de tres es muy simple, si en nuestra nación andaluza gobiernan los mismos que allá en el Turia no hace falta que repita la importancia que tiene el actual gobierno andaluz a organizaciones como una unidad de emergencia o la necesidad de imprimir impuestos a los más caudalosos. Por ello, andaluzas y andaluces, levantaos.

Mientras nuestros hermanos y hermanas valencianas sufren por las muertes de sus seres queridos y de sus propias vidas puesto que lo han perdido absolutamente todo. Los diferentes partidos políticos siguen tirándose barros los unos a los otros en paralelo con un sector de los medios de comunicación que en vez de informar desinforman, aunque eso sería para otro artículo periodístico. En cambio, la culpabilidad está repartida debido a la incompetencia y a la tardanza en declarar el Estado de Alarma con el fin de suministrar todo los recursos y con la mayor celeridad posible a los afectados por la DANA.

Ya es palpable, ya no queda más casos para visibilizar la crisis y el fallo de las instituciones en el que está instalado España. Necesitamos a los más preparados para gestionar los recursos públicos de la manera más eficientemente posible para contribuir al mayor bienestar.

Como diría el REY esto es una democracia: sí, pero se lo olvido añadir con unas nefastas instituciones. Y como señala hoy la gente: sólo el pueblo salva al pueblo; también, pero si lo complementásemos con unas instituciones adecuadas y encabezadas por un personal perfectamente formado todo sería mucho mejor.

Por último, viendo la cantidad de personal público como guardias civiles, bomberos, policías, militares y sanitarios, entre otros, voluntarios o no, debe la sociedad de ser consciente de la importancia de los impuestos. Eso sí, fiscalizando cada euro. De lo contrario, harán lo que les de la DANA.

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