He seguido el debate del estado de la nación con mucho interés. Igual que otros millones de conciudadanos. Lo que yo esperaba era un análisis riguroso y realista de las causas de la inflación. En España y en el resto del mundo. Pero también, las medidas que se proponían por los distintos grupos parlamentarios, para paliar los desastrosos efectos que la misma causa a las economías domésticas. De momento, nuestro poder adquisitivo ha disminuido un 10%. Asimismo, he accedido a distintos estudios que analizan este fenómeno. Temporal, por ahora, pero que puede enquistarse.
De todo lo visto y oído, me llamaron la atención varias cuestiones. La primera, el minuto de silencio que pidió la portavoz de la derecha, Cuca Gamarra, para conmemorar el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Todos los parlamentarios, incluidos los supuestos “verdugos”, los diputados de Bildu, se pusieron en pie y expresaron con su silencio el máximo respeto a la memoria del joven concejal injustamente asesinado años atrás. La segunda, el sincero perdón pedido por la representante de los abertzales vascos, por el daño causado. La tercera, la detallada exposición del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, respecto a los miles de desaparecidos por los crímenes de la dictadura franquista, que hacían de nuestro país el segundo del mundo, después de Camboya, en este tipo de situaciones. La cuarta, la respuesta del jefe de la oposición de derechas, Alberto Núñez Feijóo, que en un inoportuno acto con algunas asociaciones de víctimas del terrorismo en el Congreso de los Diputados, el mismo día que se debatían estas y otras medidas, les prometió que derogaría la Ley de Memoria Histórica. La quinta, que la derecha de nuestro país, llamada a suceder al actual gobierno (cuando le toque), no tuviera otra respuesta al problema de la inflación, que recordar a ETA, diez años después de su desaparición.
Me viene a la memoria mi llegada a Pamplona hace ahora 20 años, de la mano de un buen amigo del Partido Popular. El puesto que me ofreció sólo podía ser desempeñado por funcionarios de mi categoría profesional. Cuando llegué, no pudo venir a recibirme porque ETA acababa de matar a dos policías. Nuestro trabajo, aunque administrativo, se desarrollaba entre importantes medidas de seguridad, coches blindados y escoltas. Aún quedaban diez años para que la banda terrorista ETA anunciara su disolución, durante el gobierno del socialista Rodríguez Zapatero. Era una situación terrible. El pánico y el miedo se habían instalado en amplias capas de la población. Expresar tus ideas te podía costar la vida. ¡En una democracia!
Aprendí mucho sobre la condición humana en esos años. Pero, recuerdo que algo que siempre se repetía en todos los foros en los que yo participaba era la necesidad de que los abertzales vascos se les recondujera a la vía institucional, exclusivamente. Es lo que ocurre ahora, pese a que no han hecho una expresa y clara condena del terrorismo etarra, aunque sí han pedido perdón en reiteradas ocasiones. Los sucesores de la dictadura franquista, que están instalados en las instituciones democráticas, ni han hecho una condena de los crímenes del franquismo, ni han pedido perdón. Además, pretenden derogar las leyes de memoria democrática. Puro cinismo, que oculta la debilidad de sus propuestas para el conjunto de la población.
En un reciente estudio de julio de 2022, del primer sindicato del país, Comisiones Obreras, titulado “Análisis de la inflación”, se indica que son los beneficios empresariales los que impulsan la escalada de los precios. Nos dicen que los precios crecen el 10´2 % y la inflación estructural el 5´5%, mientras que los salarios prácticamente no crecen (2´42 % de media para los 5´8 millones de trabajadores que ya tienen firmado un convenio y 0% para los 4,8 millones que aún no lo han suscrito). Descomponiendo el deflactor del PIB por fuentes de renta, se observa que son los beneficios empresariales los responsables del 106´3% del aumento de los precios en el cuarto trimestre del año pasado y del 83,4% de la subida de precios en el primer trimestre de este año. Según el estudio, este es un fenómeno que se está dando en todos los países occidentales. Lo que se observa es que aunque los márgenes empresariales flexionaron a la baja durante la pandemia, una vez superada iniciaron una senda alcista que ha recuperado su nivel prepandemia, aunque en España, por encima de los márgenes europeos. Y esta situación de incremento de los márgenes por encima del nivel previo a la pandemia destaca en el sector energético (60´4% frente al 46´5% en la eurozona), financiero (25´7% frente al -0´6% de la eurozona) y manufacturero (7´4 % frente al 1´3% de la eurozona).
Entre las medidas para suprimir el alza de los márgenes empresariales, causantes de la inflación, se encuentra el plan RePowerEU, propuesto por la Comisión Europea, de aumentar la fiscalidad a las empresas energéticas para recuperar los beneficios extraordinarios generados por los márgenes excesivos. De la misma forma, se aconseja establecer precios máximos sobre bienes y servicios básicos, para corregir que algunas empresas se estén aprovechando de la coyuntura de incertidumbre, que es una potestad del Estado reconocida en el artículo 149.13 de la Constitución Española, que recoge la competencia exclusiva sobre bases y coordinación general de la actividad económica. Es lo que se ha hecho con las mascarillas quirúrgicas, geles hidroalcohólicos y test de antígenos, el gas, la bombona de butano y el precio del alquiler de vivienda y locales comerciales, que se ha limitado al 4%.
En definitiva, las medidas que se propusieron por el presidente del Gobierno, van en la dirección adecuada, son similares a los de otros países europeos, atienden los problemas de los más necesitados y permiten que las empresas puedan seguir obteniendo beneficios, pero que también contribuyan a paliar la situación provocada por la injusta guerra de Putin y por otros fenómenos, como la pandemia y la escasez de productos energéticos.
En estas circunstancias, limitarse a hablar de una organización que desapareció hace diez años, o rechazar todas las medidas, intentando hacernos creer que el problema no la guerra de Putin ni la inflación, sino el presidente del gobierno es algo tan manido, que ya nadie se cree. Más bien parece todo un esperpento, que ni un insigne gallego como el genial Don Ramón del Valle Inclán lo hubiera compuesto mejor.
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