Categorías: Opinión

Amor constante

Actualmente, las neurociencias han elaborado un discurso minucioso y metódico, basado en las observaciones, experimentos y análisis de procesos bioquímicos que se corresponderían con las distintas manifestaciones, procesos y fases que la experiencia del amor presenta en el ser humano, de forma que lo que denominamos de forma genérica con esa palabra no sería más que la manifestación en el comportamiento de la producción y liberación de un conjunto de sustancias entre las que se encuentran testosterona, serotonina, dopamina y oxitocina. ¿Pero por qué se producen y liberan estas sustancias? ¿Son las emociones y sentimientos los que de alguna forma estimulan su producción o es su liberación, no sé por qué desconocidos mecanismos bioquímicas y fisiológicos los que generan la experiencia sentimental del amor? Todo un misterio que para los profanos como yo es difícil y muy complejo desvelar. Por tanto, me mantengo en el nivel de los hechos interpretables por la experiencia humana en este sentido.
El amor, del que tanto y tan bellamente se ha escrito y del que tanto se escribirá y rescribirá, es una palabra y un concepto de carácter universal porque está presente en todas las culturas de influencia y carácter mundial. Se presentan matices, aspectos más o menos ricos, ligados con el arte, la literatura, el pensamiento o las tradiciones de los pueblos, que le confieren una gran riqueza polisémica, pero que a la postre vienen a desembocar en esa comunidad de experiencia que atesoramos los seres humanos y por las que nos reconocemos semejantes y prójimos. El amor todo lo impregna en nuestras vidas, pues desde nuestro nacimiento estamos ligados a la madre, al padre, los hermanos, familiares y personas de nuestro círculo social, convertidos en factores de satisfacción de nuestro ego, de protección y afecto, que refuerzan los lazos con ellos durante toda nuestra existencia. Pero no sólo se expande hacia las personas, sino que alimenta nuestro apego a la tierra, a los paisajes de nuestra infancia, a los lugares y las cosas que han formado alguna parte del ciclo de la vida que se repite en cada generación. Quizás sea, o forme parte, de una fuerza de cohesión cósmica que una al conjunto del universo y así no nos parezca tan distante y frío.
Escribo para un público occidental y mi relato está condicionado por los temas y valores que sobre tan importante asunto nuestra cultura y civilización han generado. Mi condición de musulmana me hace, de forma añadida, comprender hasta qué punto estamos más cerca en nuestra humanidad, de lo que, a veces, recelamos. Influida por las culturas grecolatina, judeocristiana y musulmana, en su variada y exquisita presentación, me admiro de contemplar como el amor a Dios y de Él es similar concepto y vivencia en las tres grandes religiones monoteístas, pues para todas ellas el amor como cualidad intrínseca del Creador, junto con otros atributos, es de lo más admirable, pues ateniéndonos al mandato de la compasión, siempre apelamos a Su afecto por todas sus criaturas, para que nos atienda en nuestros peores momentos y reciba también con agrado nuestra satisfacción y agradecimiento por el bien que nos hace. También la experiencia del amor de Dios se presenta de forma individual y, por tanto, íntima en todos nosotros. En silencio o en actitud recogida, con nuestra mirada dirigida a nuestro interior, aunque estemos acompañados de otras personas, dicha experiencia siempre es subjetiva y, por tanto, atañe a nuestra intimidad.
En nuestra intimidad mantenemos nuestros afectos y sentimientos por los seres queridos, en una variedad tal que, a pesar de ella, todos se presentan casi siempre para nosotros con una gran nitidez, sin que haya motivos de confusión, llegando a discernir en nuestra conciencia y por nuestro entendimiento cuán distintos son unos de otros, sin que ello suponga ni menor ni mayor intensidad de la experiencia referida a cada uno de ellos, como si de un jardín de complejos y entrelazados parterres se tratase, siempre distinguiríamos a plantas y flores, unas de otras, recibiendo de cada una su agrado, para cada una nuestros cuidados y mimos.
El amor todo lo puede, porque tan oceánico y profundo sentimiento es omniabarcante, dada su tendencia a la generosa expansión; así ha dado lugar y ha sido motivo de palabras de encendida pasión por otro ser humano, por un grupo, por la humanidad o por la justicia de sus causas, pues ante nada se detiene, como Romeo y Julieta desafiaron las circunstancias en las que sus familias se encontraban atrapadas o como Paris raptó a Helena para llevarla a Troya, a pesar de estar casada con el rey de Esparta, Menelao. Amor ante nada se detiene, ni como expresión máxima del amor romántico, ni como apuesta por los demás en muchas causas. No se detiene ni ante la aflicción y la humillación del perdón, porque por amor, resistimos la bofetada que supone para nuestra presunción y orgullo, levantar los ojos y solicitar la gracia de la persona a la que ofendimos, resultando ser no pocas veces, la que amamos. Francisco Quevedo nos dejó este hermoso soneto, en cuyos versos, como en los espejos cambiantes de la corriente de las aguas, podemos advertir toda la riqueza polisémica del concepto amor. Igual encontramos aspectos místicos que mundanos, pues sus versos, como las cuerdas de una guitarra, suenan en cada oído al compás del corazón aludido.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansiosa y lisonjera

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi alma el agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido,
polvo serán, mas polvo enamorado.

No es quizás casual, que en este poema se revele lo que para muchos de nosotros no deja de ser la máxima certeza y es que al final de nuestras vidas son los frutos del amor lo que nos llevamos, es la certeza grata de amar y haber sido amados lo que nos hará el tránsito más dulce. En definitiva, que, por amor y gracias a él, nuestra vida no ha sucedido en vano.

Entradas recientes

La Virgen del Carmen del Centro llega a las aguas de Ceuta

La Virgen del Carmen del Centro ha salido un año más en procesión arropada por…

16/07/2024

Ceuta y Melilla entran en la polémica de Almeida por cantar 'Gibraltar español'

Durante la celebración de la selección española de fútbol por su victoria en la Eurocopa,…

16/07/2024

Varios vehículos implicados en un choque en cadena

La Policía Local ha tenido que intervenir, al igual que voluntarios de Cruz Roja y…

16/07/2024

El Betis jugará un amistoso con el Raja Athletic Club en La Línea

El Real Betis, que desde el pasado miércoles lleva a cabo su primera concentración de…

16/07/2024

Polémica al pedir a una alumna quitarse el pañuelo palestino

La petición del decano de una universidad de Marruecos a una estudiante para que se…

16/07/2024

Marea de devoción en la Almadraba por la Virgen del Carmen

Otra jornada histórica para el recuerdo de todos los devotos de la Virgen del Carmen…

16/07/2024