Hoy me ha visitado mi amigo. Hacía tiempo que no nos veíamos. Él es un votante del Partido Popular, aunque últimamente andaba bastante enfadado con Mariano Rajoy por ser demasiado condescendiente con las izquierdas. También estaba algo deprimido con esto de no tener gobierno. Le preocupaba enormemente que los nacionalistas pudieran romper España. También que unos extremistas como los de Podemos pudieran hacerse con el poder. Pero hoy estaba eufórico. Pletórico. Celebraba que por fin el Partido Socialista se hubiera deshecho de Pedro Sánchez, el cual ya tenía, según le habían contado, un pacto de gobierno cerrado con los separatistas y con los totalitarios de Podemos. Gracias a Dios, me decía, en pocas semanas podremos tener un gobierno estable. Y si no era posible, en las siguientes elecciones su partido conseguiría la mayoría absoluta, como en Galicia.
Poco antes de que mi amigo me visitara estaba inmerso en la lectura de la prensa por internet. La primera página del diario El País, como suele ser habitual en los últimos tiempos, era de lo más vergonzosa y manipuladora posible. “Iglesias afianza el Podemos más radical y duro con el PSOE”, nos decían. Por su parte ABC nos indicaba que “Rajoy promete paciencia y humildad para gobernar en minoría”. El diario El Mundo, en una línea parecida reflejaba el mensaje de Rajoy al PSOE, “Voy a trabajar para ganarme la gobernabilidad día a día”. De forma semejante se expresaba La Razón, aunque añadía “Podemos no ha devuelto los 2,8 millones de microcréditos del 20-D”.
Estas reflexiones de mi amigo del Partido Popular, son muy similares a las de otros amigos, algunos simpatizantes del Partido Socialista. Todos coinciden en que había que impedir como fuera que Podemos accediera al poder, porque son unos totalitarios. También en el peligro de la división de España. Los sesudos análisis que hacen, les llevan a vaticinar la próxima desaparición de Podemos en la urnas y la mayoría absoluta del Partido Popular, en caso de unas terceras elecciones. Ambos sacan a relucir el ejemplo de Grecia como país fallido en manos de la extrema izquierda. Incluso algunos (los menos leídos), se atreven a seguir sacando el ejemplo de Venezuela. En todos los casos lo más denostado es lo que llaman “populismo”. Y por supuesto, lo más anhelado es la constitución de un gobierno estable ya. No importan los casos de corrupción que se están juzgando en estos días. Ni la vergonzosa traición y deslealtad de Felipe González y los 17 varones-marioneta para con su Secretario General. Parece que, por fin, todo vuelve a ser como era. Seguimos estando en manos de los de siempre.
Evidentemente, a poco que nos preocupemos de leer otro tipo de prensa, la cosa cambia. El diario digital Nueva Tribuna, por ejemplo, resalta que “Iglesias advierte del riesgo de que Podemos se convierta en una fuerza de coyuntura”, “Iglesias defiende que Podemos debe centrarse en cavar fronteras en la sociedad civil desde fuera de las instituciones”. Es decir, una postura contraria al “populismo” desde el que se le acusa.
Bajo mi punto de vista, el presente periodo político español debería de ser recordado en el futuro como el de la mayor manipulación político-mediática llevada a cabo en un país democrático. Mantener al país sin gobierno durante más de un año ha sido una auténtica obra maestra de ingeniería política, con el claro objetivo de “agotar” a la ciudadanía y hacer que el “miedo” calara hasta los huesos. De esto no era nadie capaz más que Mariano Rajoy, ayudado por los infinitos resortes que maneja el Estado, que él se conoce a la perfección. Esta y no otra es la explicación de que el Partido con más casos de corrupción en los Tribunales, siga aumentando en número de votos.
Pero la labor de los medios de comunicación, liderados por el diario El País, no puede quedarse atrás. En los años que llevo leyendo este diario, no había asistido a un espectáculo de manipulación mediática tan agresivo y falto de ética como el llevado a cabo contra Podemos. No así contra Ciudadanos, que a pesar de “chorrear aceite” por todos los lados, han sido ensalzados como unos auténticos héroes, porque se han prestado a facilitar que los grandes partidos sigan mandando en el país. Ambos espectáculos bochornosos se estudiarán, sin duda, como casos en las Facultades de Ciencias Políticas y de Periodismo en el futuro.
Pero a pesar de todo esto, y pensando ya en un futuro más esperanzador, de todo lo leído me han gustado especialmente dos artículos. Uno de Paul Krugman titulado “Y el Planeta, ¿qué?”. Otro de Vicenç Navarro, “El BCE cambia algunas de sus propuestas neoliberales sin excusarse por el daño que han causado”. Aconsejo su lectura a todos, especialmente a mis amigos.
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