Amenaza yihadista

Otra vez la barbarie terrorista ha atacado a los europeos. Otra vez unos desalmados han matado y mutilado a inocentes, cuyo único pecado era estar en el momento y lugar equivocado.

Cada vez estos ataques son más cercanos en el tiempo y más sofisticados. Sólo han pasado meses desde el ataque a Paris, que aun tenemos reciente en la memoria, y nuevamente otra ciudad europea es atacada. Al final vuelven a conseguir su objetivo, que no es otro que sembrar el caos y la desesperanza en Europa. Porque, que no se nos olvide, ese es su objetivo principal, y lo han conseguido. Europa entera está paralizada. Cientos de vuelos cancelados, medios de transporte colectivos cerrados, histeria colectiva, caos, etc. ¿Y todo porque? Porque unos intransigentes nos han declarado la guerra y quieren destruir nuestra forma de vida, a la que consideran inmoral. Si, digámoslo en voz alta, NOS HAN DECLARADO LA GUERRA. Y es una guerra que no podemos perder, no sólo por nosotros, sino también por nuestros descendientes. No quiero dar soluciones porque seguramente sea el menos indicado, pero las declaraciones de buenas intenciones y las palabras bonitas no valen para nada, hay que pasar a la acción, y debemos ser contundentes si queremos sobrevivir como sociedad.
La mayoría de los países europeos, entre ellos Bélgica, último atacado por estos bárbaros, no están preparados. Han vivido en paz demasiado tiempo, con una delincuencia común que no tiene nada que ver con este nuevo tipo de asesinos que no duda en morir matando para conseguir sus objetivos. Las policías de la mayoría de los países europeos no suelen estar preparadas para este nuevo tipo de delincuencia. No tienen grandes centros de inteligencia ni personal formado en estos ámbitos con los que combatir y detener a estas organizaciones. Y esta falta de formación les está pasando factura. Y para rematar, la cacareada unidad europea en estos temas, no es tal. No se comparte información entre las policías europeas, lo que lastra enormemente las investigaciones.
España, dentro de lo nefasto que es tener en nuestra historia a la banda terrorista ETA y tener que combatirla, está mucho más preparada que la mayoría de países europeos en este ámbito. La larga y sangrienta lucha que ha tenido que afrontar contra la banda terrorista ETA le ha valido para conseguir que, la Guardia Civil, la Policía Nacional y el CNI, dispongan en la actualidad de unos servicios antiterroristas que acumulan una alta experiencia y efectividad combatiendo el terrorismo en todas sus fases. Aunque esta preparación se ha conseguido pagando un alto precio, los más de 1000 asesinados, en su afán homicida, de ETA. Gracias a esta experiencia, ganada a pulso por los años de lucha antiterrorista, ha hecho que estos últimos años la amenaza yihadista en nuestro país halla sido enormemente minimizada, consiguiendo desarticular múltiples comandos y detener a sus componentes.
Pero hoy día tenemos un problema que puede dar al traste con esta excelente e inestimable labor. Los años de la crisis han mermado considerablemente la plantilla de las fuerzas y cuerpos de seguridad, haciéndolas perder miles y miles de componentes y dificultando enormemente su importantísima función y no sólo en este ámbito, en todas las que desarrollan sus actividades. Ya se que no sólo la Policía Nacional y la Guardia Civil han perdido multitud de efectivos, pero, ¿no había otro sitio de donde recortar? ¿No es importante la seguridad de los españoles? Educación, Justicia, Sanidad y Seguridad son los cuatro pilares que sostienen nuestra sociedad, los cuáles nunca deberían haber sufrido los efectos de la crisis. Al revés, deberían haber sido fortalecidos y reforzados para garantizar que nuestra sociedad, creada con un gran sacrificio y esfuerzo por nuestros padres y abuelos se la podamos legar a nuestros descendientes.
Europa, cuna de la sociedad moderna, y sus ciudadanos, no se merecen estos ataques sangrientos y gratuitos. Esperemos que no sea tarde para detener esta lacra y que la mojigata Europa reaccione de una vez y ataque el problema con la implacabilidad que merece.