El Ministerio de Interior, bajo la tutela del ministro Fernando Grande-Marlaska, quiere elevar las vallas de Ceuta y Melilla hasta los 10 metros de altura una vez haya retirado la totalidad de las concertinas y se haya asegurado de que la orografía del terreno permite no solo ese incremento del 30% sino también la colocación de unos rodillos giratorios, medida esta que baraja el Gobierno tal y como adelantó El Faro de Ceuta.
Es el nuevo giro de tuerca que quiere dar el Ministerio en torno a una valla cuya construcción comenzó en 1993 y que se ha visto adaptada a las distintas realidades migratorias y a las cambiantes relaciones entre España y Marruecos. La obra puesta en marcha es otra más de la hilera de experimentos y gastos ejecutados por los distintos gobiernos del país, con signo popular o socialista.
Antes de la valla los agentes de la Guardia Civil que patrullaban la frontera se guiaban por el río y su única misión era la de controlar la mercancía. Después llegaría la inmigración y la obligatoriedad de levantar un vallado a lo largo de más de ocho kilómetros de perímetro fronterizo en los que se han invertido miles de millones y por el que se han hecho ricas cuantiosas empresas adjudicatarias de un blindaje que siempre requería de reposiciones.
En 1979 consta la primera detección de un subsahariano en donde antes no había valla. El primer hombre de color que fue detectado por la Guardia Civil y que terminó viviendo en Ceuta para, después, marchar a la Península. Aquella anécdota dio paso a las escenas vividas en los años 90 que derivó en la primera adjudicación que llevó a cabo el Ministerio de Interior: en 1993, 3.000 millones de pesetas para comenzar a construir lo que hoy es el vallado. O, mejor dicho, el germen y la historia del actual engranaje de cámaras, sistemas de alertas y demás que blindan una de las líneas fronterizas más fotografiada y reportajeadas del mundo. En 1995 comenzaron a colocarse alambradas por parte de soldados de reemplazo, con el comandante general Gonzalo Rodríguez de Austria al frente, anunciando la colaboración para estas actuaciones con la Guardia Civil. Después llegarían los focos, las cámaras, los primeros visores nocturnos y las concertinas, colocadas por un Gobierno del PSOE, el mismo que ahora las quita mientras Marruecos implanta no solo las suyas sino también construye una tercera valla en algunos de sus tramos.
Antes, en 1997 Interior había impermeabilizado el 90% de la valla y fue en 1999 cuando se construyó la segunda.
Hacer un cómputo de cuánto es el dinero que Interior ha invertido en blindar Ceuta es complicado. Pero hay una cifra que el Ministerio sí hizo público: en 8 años ha reconocido un gasto superior a los 72 millones de euros que ahora aumentará. Se desconoce el gasto del resto de anualidades.
Interior cuantifica el dinero invertido, no hay cifras de los heridos que ha causado
Interior tiene habilitado una especie de pozo sin fondo para la valla de Ceuta. El dinero gastado en convertir esa línea en algo infranqueable se refleja en las partidas, al menos en las oficiales. Miles de millones, gasto en agentes enviados en comisión especial a la ciudad, utilización en una década -la de los 90- de la mayor cantidad de material antidisturbio de todo el país. Esto es Ceuta y su vallado.
Solo en el periodo comprendido entre 2012 y 2013 hubo una inversión de 3,25 millones. Lo que nunca se ha facilitado es un dato veraz de los heridos que ha registrado el vallado, sí de los muertos -al menos los oficiales- porque los que se producen en el lado marroquí nunca son contados ni desde el vecino país se aportan datos fehacientes.
Subir más la valla, quitar las concertinas... y avalar las devoluciones en caliente aferrándose a sentencias favorables
La comparecencia esta semana del ministro Grande-Marlaska no sirvió más que para confirmar lo que ya había manifestado en su visita, meses atrás, a Ceuta: su intención, o mejor dicho, la de Interior de incrementar la altura del vallado a 10 metros, es decir, un 30% más. El anuncio tiene primero que adecuarse a la singularidad del terreno, a su propio orografía y al peso que se vaya a poner en el vallado.
No toda la zona es igual y está en las mismas condiciones para esa elevación. Mientras esto se anuncia a bombo y platillo, por detrás prevalece la garantía aportada por una sentencia, la del TEDH, que permite que España siga manteniendo las devoluciones en caliente pero con el aval de que son legales y sin amenazas a cualquier posible denuncia o advertencia de las oenegés.
La modernización que busca España y la labor que encomienda al vecino país
Mientras Interior incluso se permite el lujo de replantearse una nueva valla, con la colocación de más dispositivos de control enmarcados en ‘lo tecnológico’, se deja el ‘trabajo sucio’ a Marruecos, encargado de colocar las concertinas que en España retira Tragsa y de construir no solo una nueva valla sino zanjas para evitar la aproximación a las zonas en donde el vallado no puede colocarse. A esto se suma la participación de batidas que se llevan a cabo a caballo y con perros.
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