Ceuta, el resto de España y el mundo se han paralizado por la pandemia provocada por el coronavirus. Se extiende cada día más pero existe una forma de pararlo: quedándose en casa. Sin embargo, hace unos dos años y medio cuando aún podíamos movernos con total libertad, Almudena decidió emprender el vuelo y asentarse en otro país, Inglaterra, y en otra ciudad, Londres, lejos de su añorada Ceuta.
Almudena González Díaz nació en nuestra ciudad hace 27 años y como tantos otros siempre quiso aprender inglés, por lo que se marchó a Londres a hacer un curso intensivo. Una vez allí, encontró trabajo como camarera en un pub y decidió quedarse. Pero ya hace un año con su currículum bajo el brazo recorrió todo Londres para encontrar “algo de lo suyo” y desde entonces trabaja como maestra en una escuela de infantil.
Todo iba bien hasta que llegó el maldito coronavirus. “Mi madre me llamó y me dijo que habían decretado el estado de alarma, que cogiera mis cosas y me viniera cuanto antes. En Londres todavía no habían hecho ningún comunicado oficial, solo recomendaciones, aunque en el metro ya la gente iba con mascarillas y guantes”. Los supermercados “parecían el apocalipsis y daban miedo ya que no había nada”.
Asimismo, en la escuela “enseñábamos a los niños a lavarse bien las manos con jabón y contar hasta 20 porque ya se sabe cómo son los niños”. También desinfectaban todos los juguetes, las mesas y las sillas. Pero no sería hasta el día 23 de marzo cuando el país inglés decretó el estado de alarma pues “la gente no se tomaba en serio lo de las recomendaciones”.
No obstante, los colegios se cerraban “excepto aquellos donde fueran niños de trabajadores clave como sanitarios, bomberos y policías”, por lo que tuvieron que permanecer abierto porque “había cinco niños”. Pero Almudena, por cuidar su salud y la de los niños, decidió pedirse la baja por cuarentena voluntaria, con la que “no cobras tu salario normal, pero el Estado te paga una parte”. Fueron nueve los maestros que se acogieron a la cuarentena voluntaria hasta que el pasado día ya “cerraron el centro”.
Almudena ya estaba en Ceuta para ese día. Aunque tenía miedo de poder coger el virus y llevárselo a su familia, también pensaba en “qué iba a hacer allí tanto tiempo sola”. Por ello, “con una maleta pequeña con cuatro cosas” el 22 de marzo, a las seis de la mañana, cogió el primer vuelo desde Londres a Málaga, donde montó en un taxi hasta Algeciras que le costó 170 euros. Ya en Algeciras y con su permiso de la Delegación del Gobierno para poder embarcar compró el billete para el ferry hasta Ceuta. “Tanto el aeropuerto de Londres como el de Málaga, y el puerto de Algeciras y de Ceuta, parecían una película de miedo o de ciencia ficción, siempre hay mucha gente y ese día no había nadie y en el barco veníamos cinco personas”, comentó.
Aunque no tenía idea de venir hasta agosto pues su madre iba a ir a visitarla ahora en las vacaciones de Semana Santa, Almudena se alegra de poder pasar esta crisis en casa, donde ya lleva más de dos semanas, por lo que “estoy limpia”. “Ahora allí la cosa está fatal y se dice que las escuelas parece que no van a abrir ya hasta septiembre”. Prisa por irse, desde luego, no tiene.