Recuerdo aquella vez/ Que yo te conocí/ Recuerdo aquella tarde, pero no me acuerdo ni cómo te vi/ Pero sí te diré/ Que yo me enamoré/ De esos tus lindos ojos y tus labios rojos que no olvidaré/ Pero sí te diré/ Que yo me enamoré/ De esos tus lindos ojos y tus labios rojos que no olvidaré/ Oye esta canción que lleva alma, corazón y vida/ Esas tres cositas nada más te doy/ Porque no tengo fortuna, esas tres cosas te ofrezco/ Alma, corazón y vida y nada más/ Alma para conquistarte/ Corazón para quererte/ Y vida para vivirla junto a ti/ Alma para conquistarte/ Corazón para quererte/ Y vida para vivirla junto a ti/ Recuerdo aquella vez (Recuerdo aquella vez)/ Que yo te conocí (Que yo te conocí)/ Recuerdo aquella tarde, pero no me acuerdo ni cómo te vi/ Pero sí te diré (Pero sí te diré)/ Que yo me enamoré (Que yo me enamoré)/ De esos tus lindos ojos y tus labios rojos que no olvidaré/ Oye esta canción que lleva alma, corazón y vida/Esas tres cositas nada más te doy/ Porque no tengo fortuna, esas tres cosas te ofrezco/ Alma, corazón y vida y nada más/ Alma para conquistarte/ Corazón para quererte/ Y vida para vivirla junto a ti/ Alma para conquistarte/ Corazón para quererte/ Y vida para vivirla/Junto a ti…
Ya va para dos años, amor, que te fuiste en una tarde terrible del último día de julio… «Alma, corazón y vida», que la canción de Los Panchos me trae tu recuerdo como un bálsamo que rozara mi alma, y la dejara en calma y sosegada junto a las blancas azucenas de los versos del poema “La noche obscura del alma” de San Juan de la Cruz.
Y, qué podría escribir un poeta cuando su Amada ha principiado su viaje eterno para estar junto a Dios en su jardín de rosas esplendorosas y únicas. ¿Acaso el tiempo podría hacer que la olvidara? ¿Acaso podría otra mujer allegarse y adueñarse de su afligido corazón? O, ¿acaso también debería abandonar la vida yendo tras la estela que dejaron sus pasos? O, finalmente, ¿acaso debería quedarse apegado a la vida e ir a golpe de verso escribiéndole los versos más hermosos que su alma pudiera destilar en su tristeza?
No sabemos cual fuera la elección del poeta en el quebranto doloroso de la despedida de su Amada.
Sin embargo, la literatura esta llena de trágicas despedidas, donde los amantes no soportan el dolor de la separación, ni en el tiempo ni la distancia, pongamos: Romero y Julieta; Tristán y Solda; Calixto y Melibea; el rey Arturo y Ginebra; Wheter y Carlota y hasta nuestro don Quijote y dulcinea. Que fueron todas tristes historias de amor que no pudieron consumarse por una u otra razón; pero permanecen en nuestro atávico acerbo cultural siglo tras siglo como la expresión del amor más allá de todo, incluso de la muerte…
Y, ¿qué puede sentir este poeta que suscribe estos párrafos cuando su Amada le abandonó y ya no puede sentir el roce de sus besos, ni el erotismo de sus dedos cuando acariciaba lleno de pasión su exultante cuerpo. Porque no somos un poeta espiritual donde sus versos dejan constancia de la levedad del ser en el silencio de la ausencia de la Amada. No; no somos como Amado Nervo en el retrato de su «Amada inmóvil».
Ni como Rosalía de Castro que llora constantemente la espiritualidad del paisaje gallego hasta hacerlo su propia alma. O los cantos de los extensos poemas de «Gitanjali y El Jardinero», de Rabindranath Tagore, O, incluso el controvertido y la sorprendente y aparente contradicción: «Ya no la quiero, pero tal vez aún la quiera» de Pablo Neruda en «20 Poemas de amor y una canción desesperada».
No; definitivamente no escribimos a la Amada en términos que evidencian una consagrada espiritualidad. Porque, nosotros, somos para bien o para mal, un poeta de lo físico; un poeta carnal donde la Amada es un goce permanente donde el sexo es el centro del amor. Donde no cabe un espacio para la nostalgia y la sublimación del acto amoroso; sino que la Amada trasciende todo límite y todo sentimiento, para convertirse en la Shakti*, la diosa misma del amor, que te arrastra con su exuberante sensualidad al máximo placer amoroso, entregada y abandonada al puro goce de la pasión.
Dice el Tantra Yoga: Que en el principio éramos un solo ser. Y, desde entonces, separada nuestra sexualidad en los masculino y lo femenino, buscamos ardientemente esa nueva unión, donde tú seas ella, y ella seas tú, en el abandono total de tu propia identidad hacia la Amada que converge en la inmensidad incontenible del cosmos…
Y, ahí os dejo mi último poema inacabado:
HACE DOS AÑOS…
Ya hace dos años, amor,
que te alejaste de mí,
que emprendiste u
n camino nuevo donde
yo no he podido acompañarte;
y, parece que fue ayer
cuando aún reflejaba
mi alma en la profundidad
de tus ojos,
como si fueran astros que girasen
imperturbables en
la noche sosegada del cosmos.
Y, te he buscado en cada hora,
cuando las tardes
agonizan y nos dejan
desecho su color violáceo
en el horizonte transido
de nubes rojas en el mar.
Y, te he buscado en cada mañana que arañaba tu alcoba,
tu lecho y tu misma almohada
que cada día tus manos
fueron hilando de croché.
Sí; y te he buscado, también,
en los reflejos del cristal
de la ventana de tu cuarto,
pensando que en cada
reflejo se allegaba tu aliento
lleno de un puñado
de besos que calmaran
la larga sed de mi boca.
Y, en la desesperación,
te busqué hasta en Dios;
-los amigos perviven en el
tiempo y la distancia-,
sin embargo, ya sabes
que Dios no tiene amigos,
-los amigos perviven
en el tiempo y la distancia-,
y prefiere que el tiempo
haga su labor y desanude
los lazos del amor que
el mismo tiempo ya anudo.
Todo ha terminado, Araceli,
se acabó tu búsqueda,
allá donde tu recuerdo
rompe todo pensamiento y
arrasa como un fuego
devastador cualquier pacto
de olvido que hiciese contigo
de tránsito a la vida.
No; no hay pacto, no puede haberlo, porque has de saber:
que, sin ti, Araceli. nada fluye, ni nada se crea, todo es obscuridad
en una larga noche
donde nunca se adivina
la primera luz del alba.
Sí; Araceli, no hay pacto,
porque te pertenezco,
ahora y en el lugar donde
te encuentres; aunque
la distancia ponga desamor,
tiempo y olvido…
Hace dos años que te alejaste de mí, y aún parece que dormitas
junto a mí.
¡Ay, reclinada tu cabeza
en la almohada de crochet
que hilaste día a día…!
_____
(*) La filosofía tántrica se distingue, entre otras cosas, por la simbología que emplea. En este sentido una pareja de amantes representa la separación o la dispersión de la unidad primigenia. El acto sexual representa la unión o reabsorción de los que eran individuos separados. Este proceso es análogo al que ocurre en el universo: el big bang es el momento de la dispersión; mientras que el big crunch, es el momento de la reabsorción.
Otro concepto de la filosofía tántrica consiste en admitir vías alternas para propiciar la emancipación espiritual.
“Por los mismos actos que hacen que muchos hombres se quemen en el infierno durante millones de años, el yoguin obtiene la salvación”.3
La distinción entre actos prohibidos y actos permitidos es considerada en el tantrismo como contraria al desarrollo espiritual, de tal manera que relativiza o mantiene una relación más libre con tal distinción. Un maestro tántrico sabe aprovechar los errores, vicios o defectos del discípulo para propiciar la elevación de su conciencia, en vez de simplemente negarlos o castigarlos.
Por ejemplo, si un discípulo es ladrón, el maestro tántrico sabrá aprovechar esa conducta para propiciar el desarrollo espiritual del adepto.
La energía femenina, La Diosa Kali (Shakti o Energía),
Otra característica distintiva de la filosofía tántrica es su concentración en la energía femenina. Es el caso de la Diosa Kali, “La creadora y destructora frente a la pasividad aislada de Shiva. Es conocida como Shakti o energía, y representa la energía creadora del dios, la productora, la madre. Pero toda creación implica destrucción y muerte, todo lo que nace tiene que morir y la madre al darnos la vida nos da también la muerte."
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