Dónde situarías el principio si tuvieras una tiza blanca y una pizarra para reflejarlo? ¿Quizá en las lejanas Indias, o quizá en el túnel del tiempo y del espacio? Nacemos en Ceuta; eso es todo, sin nadie que nos pregunte. Nacemos a la vida, que es lugar sagrado. No es fácil entender que somos parte de un todo, y que hubo un antes, antes de nosotros. Que alguien dibujó los paisajes, llenándolos de ríos y llenándolos de oro.
¿Dónde situaríais el agua fresca más que en el monte de los dioses generosos?
No es fácil detener el agua que brota de tus ojos, como nos es fácil detener la lluvia sobre el mar que calma los enojos.
Nadie me invitó a la lectura de mi destino. Allí donde nace una estrella, allí nace un libro. No quisiera hablar de la biblioteca de Ceuta sin antes haberla servido. Soy esclavo de mis pasos, pero también de mis vacíos.
Durante años preparé mis viajes en la seguridad del alma invicto. Invicto me llaman los mares, invicto me llaman mis enemigos.
Visto en el cuello el amuleto del honor. Nadie dirá que fui débil en la custodia del tesoro. Tantas monedas en el cofre, tantas imágenes en los ojos.
Es aquí que nos conocemos al detalle, ahora que se apaga la luz del aire. Al refugio de la noche, y del frío que nos hace, guardaremos en secreto lo que dicte el fuego purificador, más allá de la vida, más allá de los años.
Es tentadora la visión del infinito ahora que se asoma. Tan numerosos como las estrellas son los silencios de los desheredados. A ellos debo mi vida: la justicia pide su estrado.
Más vale sufrir en la batalla que vivir enfermo por los años. Es así que daré comienzo a mis libros con la edad del magistrado. Fueron muchos mis maestros, más sólo uno su legado: la belleza del Monte Hacho es el hecho más recordado.
Tan temprano como la bruma, despertaré del sueño helado.
Comentario: yo, aquí sigo estudiando en mis ratos libres, por si el día de mañana tengo que defender un relato. De momento ofrezco un poco de desorden, original, eso sí.