“Alguien ha hecho su trabajo para que el CES desaparezca”

Fernández recuerda que alguien dijo que el dictamen sobre la Manzana fue “el principio del fin” de esta institución

El cierre del CES requiere un repaso de sus últimos años con la voz más autorizada para ello, su presidente, Basilio Fernández. La lealtad por el interés general de los ciudadanos y con el Gobierno ha caracterizado su actuación, aunque quiere dejar claro que “lealtad no significa sumisión”. En esta entrevista habla de este organismo y de la situación económica y social.
–¿Cuál es el legado que deja el CES?
–El CES deja dos legados importantes. El primero, el patrimonial, el material: el edificio, que tiene más de 500 metros cuadrados en dos plantas y está perfectamente equipado y prácticamente como el primer día. Parece ser que algunos funcionarios de la Ciudad que puede que se vayan allí se han quedado absolutamente obnubilados. Es un edificio dignísimo que además lo ha pagado el CES con un préstamo. Termina de pagarse en 2015, está prácticamente pagado, y lo ha ido haciendo con las transferencias de la Ciudad, es decir, con su presupuesto corriente ha ido abonando las amortizaciones. La valoración de los bienes materiales que la Ciudad va a heredar del CES asciende a 756.000 euros. Creemos que con ésto están prácticamente amortizados los gastos que se haya podido hacer a lo largo de todos estos años. Se ha compensado una parte muy importante de las transferencias de la Ciudad al Consejo, teniendo en cuenta que hay organismos que reciben transferencias muchísimo mayores y que lo que dan luego a la Ciudad no es lo que ha dado el CES.
–¿Cuál es el inmaterial?
–Es el más importante, los trabajos que ha realizado a lo largo de todos estos años, desde el 98 hasta 2010. Ha sido una serie de informes y dictámenes, unos a petición del Consejo de Gobierno, porque para eso es su órgano de asesoramiento en cuestiones económicas y sociales, otras también a iniciativa del propio CES, y otras de la sociedad civil, como por ejemplo el dictamen sobre la accesibilidad encargado por la asociación de discapacitados. Éste fue rotundo. Alguien dice por ahí que el CES es la voz de su amo, y creo que no ha seguido con  detenimiento sus trabajos. Ahí decíamos cosas durísimas respecto a la actuación pública, es más, decíamos que eran precisamente los edificios públicos los que más deficiencias tenían en cuanto a temas de accesibilidad. Hoy día existen muchas barreras en muchos establecimientos, comercios y organismos que son insalvables para los minusválidos. También hemos hecho informes sobre el sector del taxi con recomendaciones también muy duras y con críticas bastante firmes sobre la actuación administrativa. Sigue estando todavía regulado con poca firmeza. Por otra parte, Ceuta tiene un problema enorme, que muchísimos de sus datos están agregados con Melilla, Andalucía o en el conjunto nacional. Nosotros hemos conseguido desagregarlos y crear una base estadística de la evolución de las variables microeconómicas y macroeconómicas de la ciudad, que está sirviendo de base de consulta a muchas personas e instituciones.
–¿Y sobre el transporte marítimo?
–Conocidísima es la bandera que cogió el CES respecto al transporte marítimo, que es un bastión fundamental de la economía de Ceuta. Hemos realizado declaraciones muy firmes contra la inactividad de las administraciones públicas. Por todo ello, no veo esa denuncia falaz que se quiere hacer de que el CES ha sido la voz de su amo. Es más, basta con leerse las recomendaciones que hemos ido haciendo en la Memoria para ver cómo hemos hecho críticas constructivas también muy importantes sobre las disfunciones administrativas de una y otra administración pública. Han sido constructivas porque eran en positivo, porque creemos que esa era la función que tenía el CES.
–Los dictámenes sobre los presupuestos también han tenido repercusión.
–Les han servido tanto al Gobierno, para defender algunas políticas, pero también a la oposición para criticar determinadas actuaciones. Como mínimo podemos decir que ha sido neutral y objetivo. Se han hecho las denuncias que entendíamos que debíamos hacer, pero no con el ánimo de ser la oposición del Gobierno, sino su órgano de asesoramiento.
–Hay uno que fue sonado, el de la Manzana del Revellín.
–Alguien dice por ahí que ha sido el principio del fin del CES. Hay que leer ese dictamen para poder entender lo que dijo este órgano. Desde luego no bendijo la actuación que quería hacer la Ciudad, en absoluto. Recomendó una vía distinta a la que en principio iba a adoptar y luego se tomó otra decisión distinta, más por el lío que le formaron al Gobierno que por otra razón. Pero no se santificó lo que la Ciudad decía, se dio una solución que entendíamos que era la más razonable para aprovechar un sitio que todavía está a medio aprovechar.
–¿Considera que fue el principio del fin del CES?
–Sí, bueno, alguien lo ha dicho en los medios de comunicación y no voy a hacer ninguna polémica, pero posiblemente en la mente de quien lo dijo estaba esa idea y ha trabajado bien y ha conseguido que desaparezca el CES. No sé si esa será la única razón pero desde luego su parte de labor la ha hecho, y a mi entender muy bien, como suele hacer casi todas las cosas.
–¿Un castigo?
–No lo sé, habría que preguntárselo a esa persona, que no voy a nombrar porque no quiero centrar sobre ella esta entrevista.
–Otro trabajo fue el estudio sobre el IPSI en los hidrocarburos.
–Ya dijimos en 2011 que era una mala medida del Gobierno y que debería adoptar las decisiones necesarias para corregir algo que en un principio pensaban que podía ser una fuente importante de recaudación y al final se ha convertido en lo que dijimos: que en vez de suponer un aumento en la recaudación ha supuesto un decremento, como así lo han reconocido los propios servicios tributarios en los presupuestos, un 30 o un 35, y seguirá bajando.
–¿Ha sido importante la actividad del CES?
–La actividad del CES ha sido tan importante que su presidente ha estado invariablemente en el listado de las personas más influyentes. No por mi propia persona sino por su actividad y por lo que representa. Ha estado siempre en los medios explicando todo lo que hacía y clarificando cualquier duda que hubiera, y también ha participado de manera muy activa en la vida económica y social de nuestra ciudad.
–¿Se ha conseguido esa neutralidad con la variedad de sus consejeros?
–Efectivamente. En la primera reunión del pleno planteé que esta institución representaba a la sociedad civil de Ceuta. A ésta en su conjunto, desgraciadamente, no la representa nadie. El CES, precisamente por esa variada composición de la que se excluyó expresamente a los partidos políticos y a los miembros del Gobierno a partir de un determinado nivel de responsabilidad, ha posibilitado que no se convierta en una jaula de grillos y trabaje por lo que era su misión: representar a la sociedad civil y decir lo que se pensaba respecto a las medidas y actuaciones que se deberían adoptar en aras al interés general de los ciudadanos. Todos los consejeros han hecho una labor magnífica, se han sentido identificados con la institución.
–¿Dejaban los consejeros sus chaquetas en la puerta?
–Las dejaban en la puerta en los debates, se han batido el cobre en defensa de sus posiciones, porque no cabe duda que allí representaban lo que representaban, pero después de larguísimos debates en los que han intentado que saliesen sus recomendaciones en el dictamen y una determinada posición, han sido capaces y han tenido la grandeza y la nobleza de dejar parte de su reivindicación para poder sacar adelante una resolución común que pudieran apoyar todos. Algunos asuntos se han aprobado por mayoría, casi siempre por unanimidad, pero en los que fueron por mayoría los consejeros, que no podían llegar más allá, lo que hicieron fue abstenerse respecto al dictamen de la mayoría y aportar su voto particular, que es su visión sobre ese asunto. Pero siempre en positivo. Aquí no se ha trabajado ocultando nada y todo el mundo ha podido decir lo que ha pensado, exponerlo y quedar incorporado como voto particular.
–¿Han tenido en cuenta las administraciones públicas la opinión del CES? En alguna ocasión ha mostrado su malestar en este sentido.
–Eso lo hemos dicho en alguna ocasión pero últimamente no lo decimos, porque hemos dedicado una parte del tiempo a ver exactamente qué recomendaciones que hemos ido dando se han llevado a cabo. Nos hemos quedado sorprendidos porque han sido muchísimas las que se han ido adoptando, lo que pasa es que no ha sido al mes siguiente sino que se han ido incorporando a la actuación administrativa de manera paulatina, posiblemente cuando haya sido posible económicamente hacerlo, o políticamente. Si compara la batería de actuaciones de la Mesa por la Economía con las recomendaciones que hemos ido dando, verá que en un porcentaje muy elevado son las mismas, están copiadas, quizás porque muchas personas que forman parte de esa Mesa por la Economía eran consejeros del CES y sabían de qué se estaba hablando y qué es lo que entendían que debía hacerse. Pero además hace unos días Procesa, que parece ser que es la que va a hacer la Memoria, una de las fórmulas mágicas que estaba proponiendo para abaratar el coste del transporte marítimo era reducir las rotaciones. Coja los informes que hemos hecho, de dos, tres o cuatro años, donde ya veníamos diciendo eso. No va a inventar nadie en esta ciudad nada que no esté en los dictámenes o informes del CES. Se lo puedo garantizar.
–¿Significa la repetición de estas mismas medidas que no se cumplen los objetivos, que se tienen en cuenta a veces pero no llegan a cumplirse?
–Claro, es que precisamente hay algunas cosas en las que tenemos que insistir necesariamente porque creemos que son necesarias para nuestra ciudad. Por ejemplo, el mantenimiento del REF adaptado a las circunstancias actuales es imprescindible, y la interpretación de éste de manera favorable al desarrollo económico y a la implantación de empresas es vital. En esta ciudad se ha perdido la oportunidad de que se implanten por lo menos decenas de empresas que venían a implantarse al amparo de ese REF y de las reglas de origen y se han tenido que ir porque no han conseguido que las administraciones públicas les den directrices claras de qué es lo que tienen que hacer para instalarse y aprovecharse de éste. Y algunas han obtenido respuestas como ‘usted instálese y luego ya le diremos si está bien o está mal’.
–¿Como en el caso de ‘Alice’?
–Como en el caso de ‘Alice’, por ejemplo. Y como ya gato escaldado del agua caliente huye, pues esas empresas que sabían los antecedentes han dicho que ésto no es así y que la administración debe informar antes sobre cómo se pueden instalar y la interpretación auténtica sobre la legislación que hay sobre el REF. Sabiendo cuáles son las reglas del juego sabrán si se instalan o no. Se han perdido muchas oportunidades en Ceuta.
–Póngame otro ejemplo.
–Ha habido varios intentos de instalar un ‘call-center’, pues bien, imposible, tuvieron que desistir. Telefónica ha instalado uno en Canarias de 5.000 puestos de trabajo. Aquí no cabrían tantos pero, ¿imagina que se hubiese instalado uno de 1.000? Y podría contar otras muchas. Empresas así se tienen que ir porque no les dan las reglas del juego. Ceuta es una ciudad en la que tradicionalmente se pierden las oportunidades porque, además, se adoptan las decisiones con diez años de retraso.
–Por ejemplo...
–Los grandes centros comerciales. En el 94 o 95 se empezó a despertar el interés de las grandes superficies por instalarse en Ceuta. Aquello fue una cruzada terrible en contra del Gobierno de la Ciudad, que entonces presidía yo. No salió adelante, yo llevé la propuesta al Pleno y partidos que estaban coaligados conmigo incluso estaban en contra. La llevé porque creía en ello, creía que podía ser un motor económico para nuestra ciudad, y hoy a lo mejor otro gallo nos estaría cantando. ¿Qué pasó? Diez o doce años después resulta que sí era una buena idea y están viniendo como churros, pero ya llevamos 15 o 17 años de retraso.
–¿Se ha dependido demasiado del sector público dejando de lado el privado?
–Efectivamente, y eso era un error y lo sigue siendo en la actualidad. Vamos con diez años de retraso sobre las medidas que tenemos que ir adoptando para adaptarnos a la problemática. La que tenemos hoy día es la más grave, que tenemos desde hace mucho.
–¿Se ha equivocado el CES en algún momento o ha cometido algún fallo en sus recomendaciones?
–Todos los humanos nos equivocamos, yo seguro que lo he hecho. Lo que pasa es que en el CES ocurre una cosa: nadie toma decisiones individuales. Hoy día no hay nadie que haya dicho que una recomendación del CES estaba equivocada, mañana no lo sé. Habrá algunas que sean difíciles de cumplir.  Hemos dejado unos puntos muy importantes fundamentales que si no se llevan a cabo, se cuidan y se trabaja en ello el futuro de Ceuta va a estar negrísimo, y el 2013 va a estar todavía más negro. Le voy a decir más: si la única medida de tipo económico que se va a adoptar es la desaparición del CES, apaga y vámonos. La Ciudad no puede en estas circunstancias continuar adelante, salvo que el Gobierno siga echando unos cuantos millones más de los que está echando actualmente para cubrir el déficit que tiene ésta.
–¿Qué se ha conseguido en el ámbito del transporte marítimo?
–Lo primero es que el contrato de servicio público no lo conocía nadie. Se empezó a conocer cuando comenzamos a hurgar y se vio que no se estaba cumpliendo. Ahora se ponen las administraciones a hacer el nuevo contrato y se vuelven a olvidar de la sociedad civil. ¿Cuál es el resultado? Un contrato insuficiente también. Se han mejorado algunas cosas, es más transparente, pero no se ha conseguido abaratar el transporte, ni quitar ese monopolio entre comillas. También hay que cambiar el sistema de la subvención del billete, porque ha sido otro despilfarro incontrolado. Si se subvenciona el 50 o el 60 % del billete lo que hace es que las arcas públicas bajen y que ganen más las compañías navieras. Tiene que haber una intervención del Estado mucho más profunda porque es un servicio público esencial, como en la luz, en la telefonía, en el agua, en la Renfe... En esta línea marítima se puede instalar la empresa que quiera, pero con unas condiciones. Se debe regular que como mínimo tienen que tener un barco con unas características determinadas, un número mínimo de rotaciones que sea ajustado, como un par de ellas de ida y vuelta por cada naviera, y el precio de estas rotaciones mínimas para todos los pasajeros y en todas las navieras. La municipal sería otra Obimace u otra Amgevicesa. Hay que compaginar la actuación pública con la iniciativa privada, pero con la cabeza.

Agradecimientos por el apoyo

Fernández agradece la labor y el apoyo de los consejeros del CES. Así, recuerda que en todos los plenos de final de año siempre le decía a los consejeros que estaba a su disposición. Fernández también destaca la labor de los “magníficos” trabajadores. “La Ciudad se lleva unas perlas”, añade.También agradece al Gobierno, y concretamente a su presidente, que haya dejado trabajar al CES “con plena autonomía, libertad y sin interferir en lo más mínimo ni dar sugerencias en toma de decisiones. También quiero agradecer fundamentalmente al presidente de la Ciudad la confianza personal que ha tenido en mí”.En la entrevista con este medio, también quiso dejar claro que el auxiliar administrativo gana 500 euros más que él, ya que no tiene un sueldo sino una compensación por gastos de funcionamiento en el ejercicio de sus funciones. Esta cuantía es la misma desde el año 2000.

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