Algas invasoras, política y cambio global

En otros artículos hemos comentado que la situación del alga invasora ha empeorado a nivel ecológico y nos gustaría presentar los nuevos resultados a la prensa a lo largo de este otoño. Una rueda de prensa para explicar lo que está ocurriendo con el alga invasora a lo largo de este nuevo ciclo anual nos parece un sano ejercicio de exposición pública de nuestros argumentos para que nuestros conciudadanos de Ceuta sepan a que atenerse, en los próximos tiempos, en relación a este preocupante y problemático fenómeno. A modo de síntesis diremos, antes de nuestra comparecencia pública, que los nuevos datos analizados por los profesionales del Museo del Mar indican que las coberturas ecológicas del alga invasora son mayores que las medidas durante el año pasado y, por lo tanto, la diversidad de algas típicas de nuestros fondos marinos continúa empobreciéndose a favor de la exagerada proliferación de la especie invasora. Desgraciadamente, un mayor crecimiento también indica mayores posibilidades de penetración en otros hábitats y ambientes sensibles, como el coralígeno que ya ha está sufriendo en algunos puntos los sobre crecimientos de las algas. Desde el punto de vista de la expansión, a principios de este verano pasado se pudo comprobar (gracias a un proyecto financiado por el estado) que en cinco meses se produjo un avance significativo del alga hacia la bahía sur. Es ya un hecho comprobado que se ha adentrado varias millas desde Punta Almina hacia el camino de Ronda y el Sarchal. Si bien su masiva proliferación todavía no se ha producido en las mismas proporciones de cobertura que las observadas y estudiadas a lo largo de la bahía norte, las consecuencias podrían ser más negativas desde el punto de vista ecológico si llega a desplazar e impedir el normal crecimiento de otra especie de alga formadora de bosques litorales que, en algunas zonas, puede llegar a alcanzar una altura de más de dos metros. Entre estas grandes algas crían y se refugian un gran número de especies de peces que podrían quedar sin este hábitat tan favorable. Los detalles y particularidades de los datos que se han analizado y del estado de la cuestión, según nuestra perspectiva, se ofrecerán con la rueda de prensa anunciada al principio de nuestro artículo. Infelizmente, hay una pléyade de especies invasoras que dañan todos los mares y también los más cercanos al nuestro, aquí van dos ejemplos en cuyo estudio está colaborando el Museo del Mar de Ceuta. Hace un par de años que se describió y detalló la presencia de un coral Indopacífico (Oulastrea crispata) en las costas de Córcega, se trataba del primer coral Indopacífico registrado en el Mediterráneo; en estos días ha aparecido también en las costas de Barcelona y pronto se realizará la publicación científica del hallazgo. Por otra parte, la revista “Aquatic invasions” publicará en breve un artículo sobre un coral tropical invasor (Tubastrea sp.) que está colonizando las costas de Tenerife y Gran Canaria, y que ha sido transportado por las plataformas petrolíferas que se reparan en los puertos más importantes de Canarias. Podríamos continuar, pero la lista es muy larga y lo mas preocupante es que, mientras todo esto acontece, los señores de la presunción insondable e infinita ignorancia continúan desoyendo los mensajes del planeta y de la sociedad. Las algas invasoras y también los corales y tantas otras especies desubicadas que están pululando por nuestros mares y océanos, debido a nuestra irresponsabilidad, son una clara advertencia sobre los peligros de creer que se puede hacer todo lo que se desea sin restricciones morales. H. G. Wells y su obra el alimento de los dioses vuelven a estar de actualidad. La novela proponía una disparatada y estrambótica idea que amenazaba el medio donde se desarrolla la vida y el propio ser humano, haciéndonos reflexionar sobre el poder de la ciencia y la falta de sentido común y pensamiento profundo en aquellos que utilizan los avances científicos como si fueran niños jugando con elementos peligrosos. Los cambios que han traído las algas invasoras a nuestras costas y los corales antes aludidos a las Canarias y a las costas catalanas o corsas son un preludio de las grandes transformaciones que se avecinan en los sistemas naturales. Un señor empresario cualquiera y un gobierno de un estado europeo, ambos armados de presunción insondable e infinita ignorancia, deciden que se puede hacer lo que les venga en gana en cuestión de mari cultivo de ostras en una laguna de la Camarga francesa. Este es el origen del alga que ha transformado el paisaje de nuestra bahía norte, las plataformas petrolíferas lo son de los dos corales invasores antes mencionados.

Desgraciadamente, nuestra política local está crónicamente aquejada de miopía mental y lo que es peor, continua seducida por el lado más narcisista del ser. Acaso por eso continuamos esperando que algún responsable de medioambiente nos convoque para informarse sobre nuestros avances en el estudio de las algas invasoras. Por el momento, le preocupa esconder las algas al público en un infame vertedero ilegal dentro de un lugar protegido antes que seguir los preceptos legales que le corresponde cumplir como administración pública, todos los cargos se tiran a la charca infecta de la inseguridad jurídica sin pudor y los fiscales continúan ausentes. La única novedad positiva es que el actual consejero de medioambiente puede que se digne a reunirse con nosotros siquiera para intercambiar impresiones pues llevamos muchos años sin contactos con esta área de la administración local, no obstante lleva ya varias semanas sin decidirse o sin tiempo para recibirnos. Ciertamente, solo a pseudodemócratas tardofranquistas debe darles igual llevar años y años sin que se produzcan contactos entre las asociaciones en defensa de la naturaleza y los responsables políticos del área ambiental. La indiferencia es un feo látigo con el que la política tardofranquista, con poca costumbre de escuchar y permitir la colaboración ciudadana, nos fustiga habitualmente y eso destruye silenciosamente al estado y su cohesión más que muchos sediciosos sin razón. Cuando ya no estén los aleccionados en el autoritarismo franquista sus secuelas habrán dejado un estado débil y quebrado del que no se podrá echar la culpa solo a los movimientos separatistas. La reconstrucción será difícil si no se produce el necesario recambio generacional y mental que logre regenerar las instituciones, reducir la insufrible burocracia y hacer desaparecer la figura del profesional de la política o dejarlo en niveles aceptables.

Nuestra dislocada demografía es el mejor combustible que aviva el cambio global, este que destruye y amenaza ecosistemas, hábitats, especies y culturas completas, y por esto es bueno hacer caso y razonar con profundidad sobre los avisos planetarios en forma de invasores y otras muchas manifestaciones. No podemos permitirnos el lujo de continuar dimitidos de la política dejando que nos gobiernen sin formar parte de las decisiones cruciales que nos llevarán al mito del crecimiento infinito (un delirio tan devastador como la creencia en un faraón dios o en los rituales de sacrificios humanos para apaciguar la ira de los dioses) y por lo tanto al desastre socioeconómico y ambiental. Aquí dejo un par de reflexiones del pensador alemán Peter Sloterdijk relacionadas con la superación de la capacidad de carga de nuestro sistema civilizatorio: se reclamarán por todas partes más excepciones (Ceuta quiere la suya) de las que pueda asimilar cualquier modernización de las reglas; se liberarán más fuerzas de ensoñación y de anhelo de las que jamás pueden ser integradas mediante redistribución de productos y oportunidades vitales; se estimularán más deseos de objetos de consumo y de goce de los que pueden ser satisfechos por mercancías realmente producidas; se lanzarán al mundo siempre más fraudes, despropósitos y ofertas a la disposición delirante del público de los que se pueden reintegrar en proyectos realistas (yo incluiría aquí el gasto innecesario y lacerante de seis millones de euros para contentar a nuestro alcalde y a TRAGSA); habrá cada vez más sensibilidad moral dispuesta a la indignación de la que puede calmarse remitiendo al cambio constante de estructura de las situaciones precarias.