En política hay que tener altura de miras, pero sobre todo responsabilidad. Un buen alcalde es defensor antes de su pueblo que de los intereses partidistas de la formación a la que representa. Juan Vivas lo ha demostrado, lo hizo ayer al término de la reunión para abordar una política responsable en materia de menores y lo lleva haciendo todos estos meses atrás, a sabiendas de que enarbola la bandera que no gusta a la dirección de su propio partido.
Aquí hay unos derechos, los de los menores, que son los que deben estar por encima de cualquier interés. El fenómeno de la inmigración afecta a toda España, no es un asunto propio de los territorios a los que, por su mera ubicación geográfica, les ha tocado ser ciudades frontera.
El egoísmo y la prepotencia política están llevando a una situación extrema o, como el propio Vivas bautizó, “horrible”. El PP nacional está empecinado en alargar esta situación evitando aplicar algo tan sencillo como es el principio de solidaridad y corresponsabilidad. Hoy, día de la Constitución, más que nunca hay que hacer valer los mensajes que esta recoge, el espíritu que parece haberse olvidado en un debate en el que la lealtad institucional es fundamental y en el que toda España debe implicarse en la acogida de menores.
El ejemplo que como país se está dando es vergonzoso. Los derechos del niño están por encima de cualquier enfrentamiento político, algo que parece haber olvidado el Partido Popular. Y no solo eso, sino también la situación en la que deja a unos ceutíes que no pueden quedar desorientados ante una situación variable y complicada.
El Gobierno nacional ha insistido en que la solución sobre el tema de menores inmigrantes debe pasar por la reforma del artículo 35 de la Ley de extranjería para que las comunidades autónomas se vean obligadas a acogerlos siguiendo una serie de criterios. Esa es una solidaridad territorial obligada que no puede quedar apartada, que no puede enrocarse en un egoísmo difícil de entender.
Ceuta queda en una situación difícil, sometida a una frontera que hoy vive una situación normalizada, pero que mañana puede verse afectada por entradas constantes a nado como las vividas este pasado verano o hace prácticamente un año con los temporales, con decenas de niños echándose al mar en travesías críticas.
No se puede tolerar el mantenimiento de una hipocresía política como la que está demostrando el Partido Popular a nivel nacional. No se puede permitir que Ceuta quede sometida a extremos que pongan en riesgo la cobertura de servicios y la suficiencia financiera.
El Gobierno de la Nación ha hecho su trabajo, lleva meses apuntillando las medidas para presentar la política más ajustada, solidaria e igualitaria posible. Pero ante esa situación solo se encuentran con trabas.
Se seguirá luchando por dar con una solución, pero ante posturas tan radicalizadas que parecen llevar a los populares a extremos de los que hace gala Vox, poca mejoría pueda atisbarse para una Ceuta que ha tenido que adecuar sus presupuestos a esta situación, que tiene que hacer malabarismos para habilitar recursos en donde acoger a menores y que vive de forma permanente con la amenaza de tensiones fronterizas que hagan desestabilizar todo el trabajo hecho.
La postura fácil de Vivas sería la de claudicar ante el desenfreno de su partido a nivel nacional. Pero eso sería entregarse a una comodidad en política mientras se traiciona al pueblo.
El ejemplo que está dando es el que los ceutíes esperan de un alcalde que primero se debe a Ceuta, sin duda alguna.
Como caballa me llena de orgullo las manifestaciones del Presidente de mi Ciudad ante la situación planteada con los menores ante la postura mostrada por el Partido Popular falto de empatía con esos “niños”, aunque no lo parezca esa es la derecha que como español todos deseamos, significar que soy un votante de izquierda pero como demócrata al día siguiente de las elecciones aquel que las urnas le dieron la confianza es mi presidente y lo respeto y en este caso admiro su valentía.