La sede del Obispado de Cádiz y Ceuta nombró hace unas semanas al padre Alberto Gadea nuevo sacerdote de la iglesia de Los Remedios, que hasta entonces estaba bajo el cargo del párroco Fernando José Asencio.
Gadea es un ceutí del barrio de San Amaro y toda su vida ha estado ligado a Dios. Fue alumno del colegio San Agustín y desde su juventud ha estado vinculado con esta parroquia hasta que en el año 2006 fue ordenado sacerdote.
–Cuéntenos un poco su historia. ¿Qué le llevó a dedicar su vida a Dios? ¿Siempre lo tuvo claro?
–Prácticamente tengo que decir que sí. Empecé desde chiquitito con el tema de la Iglesia. Mis padres me enseñaron la fe en la parroquia del Valle porque soy de San Amaro. Luego estudié en el colegio San Agustín, alternaba la parroquia del Valle con el colegio hasta que cumplí unos 12 o 13 años y ya empecé a introducirme en las juventudes de los agustinos. Como esta parroquia la han regentado los agustinos desde los años 80, por aquella época venía también por aquí a tocar la guitarra y a participar en la Eucaristía y en las actividades que había.
Con 18 o 19 años, cuando terminé el COU me fui al seminario de los agustinos, que está en Madrid, estuve 12 años en el Buen Consejo, un año en Malta estudiando inglés y llevo aquí seis años en Ceuta. Ese es mi recorrido.
–¿Cuándo fue ordenado sacerdote?
–Me ordené sacerdote el 24 de junio de 2006, hace ya 17 años.
"Mis padres me enseñaron la fe en la parroquia de El Valle porque soy de San Amaro"
–Recientemente ha sido nombrado párroco de la iglesia de Los Remedios. ¿Cómo afronta esta nueva etapa?
–Con alegría, felicidad y entusiasmo. La gente de aquí es muy acogedora y bueno, con ilusión. También es un reto para introducir más jóvenes en esta parroquia o para intentar que los niños de comunión, sus familias y los jóvenes que se confirman se queden en la parroquia y tengan una vida parroquial semanal o cuando puedan. Atraer un poquito a toda la gente que también está desperdigada por ahí, que no pisa la iglesia... pues hacerle ver que es un lugar bonito, que uno se lo puede pasar bien, que se puede encontrar con Dios y que le puede hacer muy feliz por dentro y llenarle de alegría.
–Ya que cita a los jóvenes, se habla mucho de que la fe escasea entre ellos. ¿A qué cree que se debe?
–Hay muchos motivos, tenemos mucha culpa nosotros, los sacerdotes, la Iglesia jerárquica como tal porque no adaptamos las circunstancias a los jóvenes de hoy día. Creo que también tenemos que escucharles a ellos, ponernos en su lugar, no vale todo, ni vale aceptar todo, simplemente escucharles y ponernos en su lugar.
"Quiero que esperen de mí un párroco para ellos y que sea un humilde servidor en todo lo que pueda"
Eso es un gran paso que tenemos que hacer y que nos cuesta. También digamos que la sociedad y la Iglesia tendrían que ir un poco más unidas, de la mano, y creo que cuesta. Yo no le echo la culpa a la Iglesia, la sociedad también tiene sus cosas, no es perfecta ni maravillosa, y llegar a ese punto de equilibrio cuesta, pero yo creo que está ahí un poco el tema del por qué los jóvenes no están en la Iglesia o podría haber más jóvenes dentro, creyentes y practicantes.
–Volviendo a su nombramiento como párroco de Los Remedios, ¿qué pueden esperar de usted los feligreses?
–Espero que ellos esperen de mí un sacerdote para ellos, un párroco para ellos, y que sea un humilde servidor en todo lo que pueda y estar con ellos y ayudarles y servirles.
"No adaptamos las circunstancias a los jóvenes de hoy día. Creo que tenemos que escucharles a ellos"
–Si desea mandar un mensaje a los ceutíes para que no duden en pasarse por esta parroquia...
–Deciros que la puerta de la iglesia, no solo de esta de los Remedios sino de todas las iglesias, están abiertas para vosotros. Si tenéis alguna duda, algún miedo o algún interrogante que os hace dudar del hecho de entrar en la iglesia no dudéis, entrad.
Siempre se puede pedir perdón antes que pedir permiso y en la iglesia hacen falta los jóvenes para que en el día de mañana continúe esta labor de ese Dios que no vemos pero que está dentro de nosotros y se manifiesta de muchas formas y maneras.
Para nosotros en el pan de la Eucaristía, pero también en el día a día, en las circunstancias. Así que, ánimo que la Iglesia necesita de los jóvenes y de la gente que está por ahí bautizada, creyente y que no viene mucho a la iglesia.
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