Opinión

Al otro lado del momento

La resiliencia o lo que es lo mismo, la capacidad para recuperarse, no solo es uno de los objetivos de Bruselas para Europa, sino que también es esa resistencia que cada uno de nosotros proyecta sobre determinados momentos delicados o decisivos, para después ir recuperándose. Y en el paisaje social y económico que nos envuelve actualmente, ambas causas, la de Europa y la del ciudadano, están acopladas.

Así, en el espacio de esa dinámica, la Europa que pretende conseguir ser más resiliente además de más sostenible y cada vez más digitalizada, ha prolongado la suspensión del sacrosanto pacto de estabilidad y de crecimiento (que el déficit no sobrepase el 3% del PIB y que la deuda sea inferior al 60% de la riqueza nacional). Y lo hace con la previsión (creíble o no) de que habrá una recuperación inicial y parcial del crecimiento en 2021. Según su propio documento: El momento de Europa: reparar los daños y preparar el futuro para la próxima generación (27.5.2020). Sin embargo, mientras estamos esperando a que se active y llegue (supuestamente el próximo mes de Enero), la distribución de los 750 mil millones de euros (140 mil millones para España), ya, el día a día del momento en el que vamos situándonos, está sugiriendo que puede que no sea una cantidad suficiente. Y que sea necesario establecer más ayuda para las economías de los Veintisiete. Pero si entonces, para aprobar ese Plan de Recuperación, no fue fácil entenderse; ahora, aún queda por debatir las condiciones de su distribución, lo cual puede hacer que se retrase más allá de Enero. Y más adelante, frente a la necesidad, que se está palpando, de más ayudas, habrá que volver a superar, otra vez, la falta de entendimiento.

Entendimiento para hacer frente a la recesión y al batacazo que nos espera al otro lado de la esquina. Donde España está entre los países (junto con Grecia, Italia, Portugal, Bélgica, Francia y Chipre) con mayores niveles de deuda pública, con un 110% según Europa Press. Pero que para final de año, el Gobierno estima que esté en un 118% del PIB; y más aún, BBVA Research la estima que alcance un 120%. Es decir, una situación de déficit y de deuda en aumento que el Gobierno actual tendría que ir corrigiendo y no lo tiene fácil.

Los PGE o Presupuestos de la reconstrucción, ya presentados y pendientes de plazos, enmiendas y aprobación para entrar en vigor en Enero de 2021, van a estar ahí para intentar corregir esta difícil realidad. Pero en ese camino va a reinar la geometría variable entre PSOE y Unidas Podemos (inicialmente superada), entre éstos dos y sus socios de investidura, y particularmente entre Ciudadanos y Esquerra Republicana de Catalunya (y ciertas líneas de Podemos). Todos sensibles a las próximas elecciones en Cataluña, probablemente el 14 de 2021.

Con estos presupuestos, Sánchez cumple el trámite con Bruselas, pero más allá de la mera entrada en vigor de los Presupuestos, ya se está instalando la incógnita de si van a ser lo suficientemente expansivos y realistas en ese balance que tiene que haber entre partida de ingresos (incluyendo los 27.000 millones de Bruselas sin fecha de entrada) y partida de gastos. O por el contrario se quedarán cortos.

En cualquier caso España va a necesitar acuerdos que le permitan progresar. Y ello a través de un tono moderado en el debate político. Tal como el Papa Francisco le ha comentado a Sánchez y le ha encomendado que lo transmita a los miembros del Parlamento, en la reciente reunión de ambos en el Vaticano. Claro que, está por ver si Sánchez ha dado ya por realizado el encargo al citar repetidamente la última encíclica del Pontífice, Fratelli tutti (hermanos todos) en el debate de la moción de censura presentada por Vox. A pesar de todo, la audiencia con el Papa y las citas de su encíclica transmiten una imagen de Sánchez en sintonía con el sumo Pontífice de la Iglesia Católica, y contribuye a mantener la relevancia de la presencia del catolicismo en nuestro País.

Más allá de la relevancia de esta presencia, está también la apertura católica del mensaje que Jorge Mario Bergoglio realizó espontáneamente en 2019, y que hemos conocido ahora con motivo del Festival de Cine de Roma. Su apoyo al reconocimiento civil de uniones entre homosexuales, sin tener que leer un discurso controlado por el Vaticano para ser leído, puede abrir un camino a posibles cambios en la doctrina de la ideológicamente dividida Iglesia Católica.

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