“Al enfrentarme a una piedra siento emoción”

Aún hay muy pocos como él en España. Salvador Domínguez-Bella (Madrid, 1958) es uno de esos “bichos raros”, palabra que usa sin problemas, de la investigación.

Una de esas personas que utilizan rayos X, microscopios y demás material tecnológico de última generación para entender las piedras que encuentran los arqueólogos. Lo que él hace se llama arqueometría, y es esencial para entender cómo vivían nuestros antepasados, aunque se sientan poco apoyados en el mundo académico. Profesor de Cristalografía y Mineralogía en la UCA, por su laboratorio han pasado, junto a los restos de Benzú, los de lugares como Atapuerca o Pompeya y Herculano.

–¿Qué pueden aportar las ciencias a las investigaciones de los arqueólogos?

–Una cantidad de información tremenda. Por ejemplo, podemos conocer la composición química exacta, orgánica o inorgánica, piedra o hueso.

–¿La arqueología es cada vez menos ‘letras’ y más ‘ciencias’?

–La arqueometría, que es el uso de las ciencias experimentales en la arqueología, irrumpe con mucha fuerza. En el último tercio del siglo XX, los trabajos arqueológicos han irrumpido con mucha fuerza en todas las investigaciones importantes. Pero no hay muchos grupos, y la arqueometría no ayuda precisamente en el currículum. Lo hacemos porque nos gusta y seguimos adelante, porque no estamos ni en ciencias ni en letras.

–¿Física o química?

–Depende del tipo de analítica. La arqueometría tiene muchas líneas. Imagina que tenemos una punta de flecha. Con difracción de rayos X podemos saber qué minerales componen la flecha; y con fluorescencia de rayos X podríamos formular la composición química exacta. Y son dos técnicas físicas, nada más que eso.

–¿Podríamos adivinar qué comen?

–Ese es otro campo de la arqueometría. Se trata de la paleodieta, algo que podrían estudiar médicos, biólogos y bioquímicos, incluso geólogos, cada uno aplicando sus técnicas.

–¿Qué trata de encontrar con su especialidad, la mineralogía?

–En base a ella, nuestro objetivo es el de llegar a establecer relaciones entre las dos orillas del Estrecho de Gibraltar. Es una línea de investigación en la que trabajamos desde 2005 y en la que hemos encontrado indicios, pero resulta muy complicado. En el Paleolítico resulta muy complicado porque las piedras son casi idénticas.

–¿De qué indicios disponen?

–Bueno, es evidente que cuando en la orilla norte del Estrecho encontramos elementos exóticos como huesos de marfil o huevos de avestruz, han tenido que venir desde África.

–¿Tiene más sentido estudiar Benzú en relación al entorno que por sí solo?

–También estudiamos el yacimiento solo, pero sí que sería bueno hacer hincapié en que estudiamos el yacimiento en relación a todo el área del Estrecho, como Bahía de Algeciras, Cádiz y norte de Marruecos, donde también se investiga.

–Cuando se encuentra en su laboratorio por primera vez con una piedra desconocida, ¿qué pensamientos le vienen la cabeza?

–Muchos. Todo reto científico se basa en la curiosidad, y si no tienes de eso, difícilmente serás científico.De entrada, intentar reconstruir visualmente cómo estaba hace miles de años el abrigo. ¿Era una cueva? ¿El mar se encontraba más cerca o más lejos? ¿Cuál era la vegetación? ¿Cómo se comportaba esa gente? ¿Cómo fabricaban los útiles y de qué manera buscaban los materiales? Es emocionante, porque intentas sacar información que te ayuda a reconstruir una historia detectivesca que se plantea al principio.

–¿Un gran ejercicio de imaginación?

–Evidentemente, pero la ciencia es lo contrario. La imaginación debe basarse en datos científicos, que son lo primero.

–¿Hay algún objeto que le haya llamado especialmente la atención entre los miles analizados?

–Siempre hay alguna piedrita rara por ahí. En la cueva de Benzú, ahora mismo intentamos averiguar la procedencia de unas cuentas de collar, que plantean un problema curioso.

–¿Cuál?

–Son de unas piedras verde oscuro muy raras, peridotitas. En el Mediterráneo hay muy pocos afloramientos: en la Serranía de Ronda, en un yacimiento en el norte de Marruecos, y en la playa del Sarchal. Estamos intentando averiguar de cuál de los tres lugares provienen.

Hoy continúan las conferencias sobre Benzú:

Simón Chamorro Moreno y Salvador Domínguez-Bella. Además del experto en mineralogía Salvador Domínguez-Bella, será el propio director del Instituto de Estudios Ceutíes, Simón Chamorro Moreno, quien hable sobre el yacimiento de cueva y abrigo de Benzú. Chamorro hablará sobre los avances colaterales en el proyecto, y una propuesta inicial de la cronología de las terrazas marítimas. Será a las seis de la tarde en el Salón de Actos del Palacio de la Asamblea. Después de él, a las siete de la tarde, Salvador Domínguez-Bella explicará las técnicas de estudio de arqueometría y los resultados de su aplicación en el yacimiento con restos paleolíticos y neolíticos.

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