Aitor Ferrón: “No he parado de invertir dinero y tiempo para no ser solo una cara bonita”

El lunes por la noche debutó en ‘El precio justo’, en Telecinco, como el segundo azafato de la historia del programa y ha sido ‘Trending topic’ en Twitter. Aitor Ferrón (Ceuta, 1993) ya tenía cierta experiencia ante la cámara; ha posado para firmas como Adolfo Domínguez, Hugo Boss o Ágatha Ruiz de la Prada. Pero a este graduado en Trabajo Social por la Universidad de Granada sus aspiraciones le llevaron a estudiar interpretación poco después de mudarse a Madrid y empezar la carrera de Psicología. También formado en nutrición y como entrenador personal, aunque es caballa, debe su nombre de pila al gusto de su madre por los nombres vascos. “Suele ser la primera cosa por la que me preguntan”, ríe el joven.

—Con ‘El precio justo’ entra a la casa de millones de españoles. ¿No le da miedo la fama?

—Ha sido ‘boom’ que yo no me esperaba. Mi figura no iba a ser tan mediática como lo ha sido. A lo largo del día me han entrevistado de Men’s Health, Los cuarenta principales, El economista, 20 minutos… Artículos solo dedicados a mí. He recibido muchos mensajes; la gente se quedó conmigo, le gusté. ¿Miedo? Quizá si me hubiera llegado en otra época, en torno a los 20 años, que no lo podría manejar, sí podría tener algo más. Ahora he llegado a una madurez en la que también puede pasar, por supuesto, pero creo que estoy preparado para llevarlo bien.

—¿Qué posibilidades le ofrece el programa?

—Una de las cosas por las que acepté el proyecto es porque tanto el director como yo queríamos desbancar la imagen de azafato de cuando se estrenó en 1988, que solo había chicas bonitas al lado de un producto. Llevo formándome como actor 4 años, no he parado de trabajar e invertir mi dinero y mi tiempo para no ser solo una cara bonita. Necesito ser algo más. Que me dieran la posibilidad de intervenir, tener cada vez más peso, interactuar con Carlos Sobera y los concursantes, hacerme un hueco en el programa creando un personaje a partir de mi parte más cómica y más divertida, eso es lo que quería. Quería romper el cliché del azafato.

—¿Cuánto hay del personaje y cuánto de Aitor Ferrón en el programa?

—El mayor porcentaje es Aitor Ferrón, pero Aitor no es 100% diversión. Soy una persona más introvertida, más reservada. Me cuesta cada vez menos, quizá por el trabajo, relacionarme con gente que no conozco, pero es llegar el programa y empezar a grabar, y estoy tan a gusto, es tan el sueño que yo tenía, que estoy totalmente desenvuelto, natural. Y es lo que llega a la cámara, lo que me llega del feedback positivo. No me siento presionado por las cámaras y de esta forma puedo explotar mi lado más divertido.

—¿Cómo intérprete le gusta más la comedia o el drama?

—Yo no sabía que se me daba tan bien la comedia hasta que me estrené en este programa. Si ves mis escenas en el videobook, hago más drama que comedia porque pensaba que no se me daba bien; la comedia es muy complicada. Pero cuando no tengo un guion que seguir, sino que puedo desarrollarme como soy yo, esta faceta veo que está funcionando mucho.

—Es actor y modelo ¿qué camino le gustaría seguir?

—Empecé en Madrid trabajando en moda y publicidad, pero llegó un momento en el que quería seguir frente a las cámaras, pero sintiéndome más productivo. Necesitaba una aspiración más, por eso empecé a invertir en tener una buena base como actor y seguir creciendo; ese es mi sueño, trabajar exclusivamente como actor en cualquier proyecto de ficción audiovisual o en teatro. La experiencia que tuve en teatro [en 'La sexta alumna', de Benja de la Rosa], hace tres semanas que terminé y estuvimos siete meses en cartel haciendo aforo completo, fue una experiencia bestial como actor.

—¿Qué actores españoles tiene como referentes?

—José Coronado. Me gusta mogollón cómo desempeña sus papeles. Cómo los trabaja y los lleva luego a cámara.

—Participó en la serie de RTVE ‘Servir y proteger’ ¿cómo fue esa experiencia?

—Fue la primera vez que trabajé en una serie de televisión y la primera vez que me besó un chico. Me llamó la atención la rapidez con que va todo, porque es una serie diaria. Ahí no te da tiempo a preparar bien la escena en ese momento, tienes que venir con el trabajo de casa. Al ser todo tan rápido y yo con tan poca experiencia, me sentí un poco como guau, a ver que´pasa, quizá no esté del todo preparado... Pero soy una persona que siempre intenta hacerlo lo mejor posible y al final me gustó bastante el resultado.

—¿Qué le ha aportado haber estudiado Trabajo Social?

—Nunca he desempeñado la carrera, pero el ayudar a los demás lo llevo dentro. Uno de mis sustentos económicos en Madrid ha sido el trabajo como entrenador personal, que no tiene nada que ver con Trabajo Social. O sí. Porque me encargo de ayudar a esa persona que tiene algún problema de autoestima o con su físico para intentar hacerle la vida un poquito mejor. Gracias también a esa carrera descubrí mi pasión por la psicología y empecé a cursar la carrera en Madrid por gusto porque me apasiona todo lo que tiene que ver con cómo funcionamos, qué tenemos dentro de nuestras cabezas.

—¿Qué se ha llevado de Ceuta a Madrid?

—La pasión por el mar, por el campo, por la naturaleza, lo echo en falta muchísimo en Madrid. Y el trato, el amor que tenemos los ceutíes. La gente aquí va muy estresada, no te mira a la cara, va a sus cosas porque tiene que coger el metro. Poco a poco los que llevamos viviendo unos años nos vamos volviendo así. Pero claro, luego vuelvo a Ceuta y digo: esta tranquilidad, el buen rollo, ver el mar… lo echo mucho en falta.

—¿Ha encontrado dificultades para trabajar en Madrid por su acento? Parece que lo ha perdido casi todo...

Mogollón. El primer año que empecé a estudiar interpretación me dijeron: ‘Si quieres trabajar, tienes que neutralizar tu acento al máximo porque tienes un acento muy cerrado y muy del sur’. Estudié en Granada y allí se me cerró incluso más. A la hora de trabajar no puedo ser solo andaluz, como ellos me catalogan porque no se dan cuenta de que soy ceutí. Llevo tres años trabajando con logopedas y, a diario, antes de una escena, trabajo 30 minutos la dicción y hago trabalenguas. Ha sido el hándicap con el que más he tenido que lidiar.