Teniendo en cuenta que nos debe importar el bien común, habrá que aplaudir que sea ahora cuando las administraciones abren los ojos a eso de montar una comisaría en el barrio del Príncipe. Nunca entendí eso de los informes internos que decían lo contrario, a pesar de que tras esos informes había expertos que sabrán de seguridad lo suyo y más. Pero costaba creer que, produciéndose lo que se produce en esa barriada, lo de montar un retén fijo policial estuviera tan mal visto.
Ahora parece que todo cambia y ahora sí, todas las administraciones que tienen algo que decir abogan por una sede, llámese como se llame, en el que haya más policías locales y nacionales de los que, nos dicen, acostumbran a estar en el barrio. Está claro que esa presencia policial no es suficiente. Y esto es así porque hay miedo, mucho miedo. Y una ciudad no puede permitirse el lujo de tener a una barriada con miles de personas residiendo que tienen pánico a salir de sus casas. Así como lo leen, no crean que me lo estoy inventando o que busco el alarmismo barato. Estoy refiriéndome a esas madres de familia que tienen miedo a que su hija vaya a comprar el pan, o tienen pánico de que su hijo, en edad de salir, no vuelva a casa, o haya decidido empezar a pensar que si consigue algún ahorro se marchará de la barriada. Esto es real, y no es un sentimiento aleatorio, más bien es un sentir generalizado de muchísimas familias que se sienten desamparadas y abandonadas y que temen residir en el barrio que residen.
Y ahora no seamos tan necios de recurrir a los discursos de siempre: que si ellos son los primeros que callan, que si ellos encubren a no se quién, que si ellos no colaboran... déjense de chorradas porque hay que vivir en un barrio así para entender la actuación y el proceder de quienes ahí viven porque les ha tocado nacer allí.
Si ponemos piedras al debate abierto sobre el Príncipe buscando las generalidades sin sentido, nunca avanzaremos para buscar una solución en la barriada. No hay derecho que sean muchas las madres que tienen miedo a salir a la calle, ni hay derecho a que los viejos del lugar no se atrevan ni a salir de sus propias casas, ni hay derecho a que se vea como habitual que alguien pase encapuchado por tu barrio con una pistola. Por eso mismo hay que trabajar. Si es ahora cuando los políticos han activado sus pilas y se han dado cuenta de como está el patio... bienvenido sea: más vale tarde que nunca.
El Príncipe está de moda: comisaría, parcelas libres que aparecen sorpresivamente, comisiones de estudio para mejorarlo, propuestas del Gobierno para trabajar... esperemos que esa moda no pase después de que el tiempo nos traiga otra noticia a portada que le quite protagonismo. Hay confianza y hay esperanza, porque todavía hay tiempo para que se pueda mirar hacia adelante. ¿Nos creemos lo que prometemos? Espero, y lo espero por el bien de todos.
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