Y ahora, ¿qué hacemos?

El lunes se celebró en todo el planeta el día mundial del Medio Ambiente. Los medios de comunicación dieron cuenta por tierra mar y aire de los peligros inminentes que ya empezamos a padecer: sequías, contaminación, lluvias torrenciales, radiaciones solares por los agujeros en la capa de ozono, vertidos tóxicos, mares contaminados, paulatina subida de las temperaturas, especies animales en peligro por la desaparición del hábitat y todo lo que uno se pueda imaginar.

Esta evidencia científica afirmada, verificada y corroborada por los expertos no convence a los partidos políticos ultraconservadores que asoman sus fauces defendiendo a muerte la superproducción, la explotación de los recursos naturales, sean los que sean, para llenar las arcas de las multinacionales que nunca estarán satisfechas de la riqueza que generan a unos pocos a costa de todas las pobrezas de la humanidad. Acusan estás ideologías que estos movimientos verdes son lobbys; grupo de presión formado por personas con capacidad para presionar sobre un gobierno especialmente en lo relativo a las decisiones políticas y económicas.

Ahora todos somos lobbys, ellos son ángeles del cielo que vienen a salvarnos de las mareas ecológicas, de los expertos que lanzan diatribas contra el neoliberalismo a ultranza que procura arruinar todo lo que no suene a la economía de libre mercado. Consumir, derrochar, acuchillar a dentelladas el aire que respiramos aunque respiremos mierda, aunque comamos basura, aunque nos bañemos en cloacas nadando con las inmundicias que nos arroja un capitalismo aplastante y sin piedad, una idea única en la que su máxima es  “odo es negocio”. Pobre Doñana, pobres reservas naturales, pobres especies en extinción a las que se les usurpa la vida. Pero no todo es esto.

¿Qué pasará cuando el fascismo tome posesión democrática? ¿Así es el pueblo contra el mismo pueblo? ¿Qué sucederá con los derechos, con las conquistas, con los logros sociales, con las libertades, con la educación, con la sanidad, con el trabajo, con la emigración, con las leyes? ¿Qué harán las mujeres que quieran abortar? ¿Les obligarán a oír el latido del feto? ¿Volverá a ser obligatoria la religión católica que impregna nuestra cultura? ¿Qué hacemos con los inmigrantes que huyen de sus países? Tal vez nada, aunque me temo que serán mano de obra barata, esclavos que no podrán reivindicar ningún derecho porque no tienen derechos ante la ley. ¿Cómo quedará la educación pública frente a la privada? ¿ Becamos a los colegios de élite? ¿Segregamos por sexo? ¿Y los impuestos? ¿De dónde sacaremos dinero para los servicios públicos? ¿Empezaremos una ola de privatizaciones? ¿Qué enseñaremos en las aulas cuando tengamos que hablar de la sociedad abierta con colectivos diferentes? ¿Nos prohibirán hablar de cualquier tema que no sea el que dicten las normas? ¿Será la libertad de cátedra vigilada?¿Se hará un guiño a la pena de muerte?

¿Echarán de la política a cualquier partido que plante cara al nuevo gobierno?¿Y los independentistas, los que dejaron las armas porque así se consiguió acabar con el terrorismo? ¿No podremos buscar a los muertos asesinados en las cunetas y lugares desaparecidos? ¿Imitarán a los amigos del rifle de los EEUU y nos armamos hasta las orejas?

¿Y si queremos manifestarnos, podremos hacerlo sin recibir somantas de palos a diestro y siniestro? ¿Y yo podré decidir sobre mi eutanasia? ¿Se realizará en hospitales?

¿Desaparecerá de un plumazo la ley de la violencia de género? ¿Pasará la LOMLOE a mejor vida y será sustituída por otra nueva, como suelen hacer los que mandan?

¿Y la reforma laboral? ¿Y los sindicatos? ¿Y las pensiones no contributivas? ¿Y el salario mínimo? ¿Y los fondos buitres? ¿Y el absoluto poder de la banca? ¿Y los progres Directores de cine, qué temas tratarán? ¿Seguirán los toros siendo más fiesta nacional más que nunca? ¿Los cazadores tendrán límites en las cacerías? ¿Cómo será la televisión pública?

Son preguntas que me rondan para las que no tengo respuesta. El pueblo decidirá lo que le venga en gana. Siempre las víctimas han adorado a los verdugos, es lo que tiene el miedo. Me imagino que ya no pasarán en la TV Los santos inocentes.

Son preguntas cuyas respuestas iremos contestándolas con los hechos. Y si todo va mal, nos queda Portugal.