“Afronto este desafío con muchas ganas de ayudar a la profesión”

El CPR de Ceuta cuenta desde la semana pasada con un nuevo director provisional, Javier Celaya, profesor de Geografía e Historia y desde marzo asesor de Formación Profesional en la Dirección Provincial Apasionado de la Historia y la docencia, el nuevo director provisional del Centro de Profesores y Recursos (CPR) de Ceuta, Javier Celaya, emprende una nueva etapa de su carrera profesional con la pretensión de conocer la otra cara y sentirse útil en la mejora de una profesión que le encanta. A pesar de estar recién aterrizado asegura que las prioridades para este curso, si finalmente sale aprobada la LOMCE, serán el inglés, las nuevas tecnologías y las competencias básicas, así como proporcionar a los equipos directivos de los centros información e instrumentos sobre las nuevas directrices educativas.
–Tras más de 15 años en el aula y seis meses como asesor de Formación Profesional en la Dirección Provincial del MECD, ¿cómo afronta esta nueva etapa?
–Para mí supone un nuevo desafío. Hace seis meses me tuve que enfrentar a asumir una asesoría de apoyo a la Formación Profesional de la Unidad de Programas Educativos y ahora el director provincial ha confiado en mí para pilotar el CPR en este momento de transición hacia una nueva ley educativa y en un momento difícil, por la crisis económica, de reducción de personal. Ahora mismo estamos casi la mitad del personal con el que se contaba el curso anterior. Un desafío que arranco con ilusión, pues considero que de estos cambios se aprenden muchas cosas y te permiten ampliar el punto de vista sobre el mundo de la docencia. Una experiencia, espero, apasionante.
–¿Cuáles son los aspectos que van a primar en el CPR a partir de ahora?
–Aunque estamos pendientes de que el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado nos concrete las líneas prioritarias sí que, por el anteproyecto de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Enseñanza, ya se sobreentiende que el trabajo con el inglés, por ser lengua franca internacional, el fomento del bilingüismo y de las nuevas tecnologías serán básicos. En esa línea no sé si recordará que el Ejecutivo anterior hizo una enorme inversión en ordenadores que, hoy por hoy, están absolutamente infrautilizados. Se preocuparon de comprarlos pero no de preparar previamente al profesorado para trabajar en el aula con ellos. Es muy bonito decir que cada niño de 5º de Primaria tiene un ordenador en su mesa, pero llegar a clase de Lengua, Matemáticas o Conocimiento del Medio y ¿qué hacemos con él? ¿qué actividad? ¿cómo lo controla el profesor? Los centros tienen ese material almacenado y, además, al ritmo en que avanza la informática o se ponen en uso o dentro de cinco años será material absolutamente obsoleto. Se ha hecho una inversión que me parece bien pero, al mismo tiempo, hay que preparar al profesor. Hay que dar herramientas para implantar esa nueva dinámica de clase.
–Inglés, informática... ¿qué más?
–Luego, por supuesto, asuntos ya típicos como las competencias básicas, la resolución de conflictos, fomento de la convivencia escolar, medidas de atención a la diversidad... En el ámbito de la FP quizás haya que realizar un nuevo curso que habilite al profesorado para participar en los procedimientos de acreditación de competencias profesionales.
–Hacía antes alusión a la LOMCE que, previsiblemente, saldrá adelante en no demasiado tiempo. Su divulgación y la preparación del profesorado para seguir la nueva ley imagino que también será uno de los ejes fundamentales.
–Más que al profesorado, específicamente a los equipos directivos para que conozcan las medidas organizativas, los cambios que acarrea, el diseño curricular... Sí, habrá que difundirla a través de programas y cursos si es que finalmente llega a aprobarse.
–A nivel político en la comunidad educativa se habla de un giro de 180 grados en lo que concierne a la Educación. Una nueva ley, recortes... Sin pedirle, por supuesto, que entre en valoraciones políticas. ¿Cree que la gestión del CPR sufrirá también un cambio drástico, se desterrará todo lo bueno que se consiguió en el pasado?
–En general en la comunidad docente, y aquí respondo como profesor, a todos nos horroriza que la Educación se convierta en un campo de batalla político. A todos, en general, nos gustaría que los grandes partidos alcanzaran un consenso y tengamos una ley educativa con estabilidad. El gobierno de Aznar hizo una Ley de Calidad de la Enseñanza que prácticamente nació muerta. Luego el PSOE sacó, con la LOE, su propia reforma de su anterior LOGSE y ahora, cuando apenas llevamos seis años con la LOE que se terminó de implantar a todos los niveles hace nada, nos encontramos con que la pueden volver a cambiar. En general la comunidad educativa desea un pacto de Estado. No se trata de desechar todo lo bueno que se haya hecho en el período anterior, sino de detectar las fortalezas del sistema y corregir sus debilidades. Hay cosas que son positivas independientemente de quién las pusiera en marcha. No se trata de darle la vuelta a las cosas como si fuera un calcetín o una tortilla. Simplemente hay que reforzar aquéllos aspectos donde se detecte que el sistema educativo español sea más débil.
–Su nombramiento ha suscitado ciertas críticas porque le ha designado directamente el director provincial sin convocar concurso de méritos. ¿Qué opina sobre ellas?
–He sido nombrado director con carácter provisional y, ciertamente, está pendiente la convocatoria de un concurso público de méritos para optar a la plaza de director del CPR. ¿Qué ocurre? Que ha finalizado el mandato de la anterior directora y como esa convocatoria, que debe hacer la Secretaría de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, no se ha realizado se ha producido esta situación en la cual simplemente ha cesado la predecesora y el director provincial ha apostado por una persona de su confianza. Yo entiendo las críticas y cada cual puede opinar lo que considere pero, desde luego, el tiempo que esté en el CPR intentaré desarrollar mi labor lo mejor que pueda buscando siempre un carácter técnico y no político, para mejorar, en definitiva, la formación del profesorado y la educación en general.
–Si en unos meses finalmente se convocara el concurso, ¿se presentaría?
–Sinceramente a día de hoy lo único que quiero es conocerlo y ver si me veo bien ahí, pues esto no deja de ser una situación de provisionalidad. Cuando llegue el momento, si llega, me plantearé qué hacer. Lo único que he pensado es que, llegado el caso, tendré que tomar una decisión según el rodaje que lleve.
–¿En función de las bases quizás?
–No creo que cambien mucho respecto a lo que hay, salvo que cambiase la normativa que rige los CPR, que era del año 95 y fue modificada en 2007. Fue entonces cuando se decidió que hubiera siete asesores y un director. Antes eran cinco, de tal manera que con el recorte se ha vuelto a la situación que había. Desconozco si desde Madrid se cambiará la normativa. Dependerá, en definitiva, del tiempo que lleve, lo útil que me sienta, cómo me encuentre en el puesto y, evidentemente, de la disposición que vea en la propia Dirección Provincial a que yo pueda continuar o no. De todos modos, es algo que nunca me había planteado. A mí me gusta la docencia y ahora mismo estoy echando de menos dar mis clases. Si me dejaran impartir a un grupo en el Camoens a la vez sería el más feliz del mundo, aunque es verdad que no se puede hacer todo a la vez.
–¿Jamás se planteó, entiendo, presentarse como asesor?
–No, la verdad. Soy un apasionado de la docencia pero ahora, evidentemente, estoy con muchas ganas de conocer esta otra cara por dentro y comprobar lo gratificante que puede ser contribuir a ayudar a la profesión.
–Otro de los rumores que existe desde la controvertida visita de Xavier Gisbert es la desaparición del CPR y ahora, al nombrarle a usted de manera provisional, hay quienes aseguran que esa idea de la abolición continúa tras estas decisiones. ¿Qué opina acerca de eso?
–A día de hoy no sé nada con certeza sobre si realmente hay una voluntad de erradicarlo o suprimirlo. Imagino que no, pero dependerá también de cómo evolucione la situación económica. Aún así lo veo poco probable porque eso significaría dejar a los docentes ceutíes sin posibilidades de formación, a excepción de los cursos online, o con la incomodidad de tener que desplazarse a la península para acceder a la formación. Aparte, en los últimos años, por la documentación que he manejado en los dos primeros días de trabajo, he visto que se han primado los grupos de trabajo en los centros, seminarios... y han ido decreciendo los cursos con figuras de mayor relieve porque al mismo tiempo se ha ido extendiendo la formación online. Hoy en día el propio Ministerio de Educación lo fomenta, así que el CPR ya no es la única posibilidad de formarse. Otro aspecto, ¿quién acude a los cursos que organiza el CPR? En general los interinos que necesitan puntos para mejorar su base de concurso. Una vez que las personas se convierten en definitivos los cursos sirven para ‘cubrir el expediente’ a la hora de cobrar los sexenios. ¿El problema? Que el número de horas que se exigen es ridículo y todo el mundo cumple sin despeinarse. El resultado es que, en general, la gente se aburguesa y no se preocupa demasiado de la formación.
–¿Realmente tienen los docentes voluntad de formarse?
–Depende de la profesionalidad de cada uno y de las circunstancias personales de cada cual. Estas cosas influyen, pero hay que tener en cuenta que al profesorado se le pagan 37, 5 horas a la semana cuando, de media, de permanencia en el centro están dando 25 ó 27. Es decir, te están pagando 12,5 horas más cada semana para compensar, evidentemente, el esfuerzo que haces en casa de preparación de clases, corrección de exámenes... pero también para compensar el período de formación. Aunque resulte crudo decirlo, a un profesor que no se preocupe de formarse al menos se le puede cuestionar porque nos están pagando para que asumamos esa responsabilidad. Por eso incido, depende de la profesionalidad de cada cual.
–¿Por qué es vital la continua formación del profesorado?
–Para empezar por mera actualización metodológica y, sobre todo, porque la informática ha supuesto una verdadera revolución en los modos de trabajar. Son conocimientos que se deben asimilar para aplicarlos en el aula y que, además, son de una enorme comodidad si se saben utilizar bien. Por ejemplo, cuando el año pasado estaba dando clases y al principio del curso muchos chavales, por culpa de los retrasos en las becas, venían sin el material yo ponía el libro en la pizarra digital y todo el mundo podía seguir la clase perfectamente. Aparte, les llama mucho más la atención y es una manera de motivarlos. Debemos ponernos al día.
–Y, más allá de las nuevas tecnologías, la sociedad también cambia, ¿no? Desde el punto de vista pedagógico la formación también influye...
–Una de las cosas que muchos docentes criticamos sobre la nueva pedagogía es que se presupone que tú vas a poder mejorar tu práctica docente con unas nuevas dinámicas porque el alumnado está entusiasmado con la perspectiva de aprender, pero eso no siempre ocurre. Por eso muchas veces para un profesor la prioridad principal es poder dar clase y eso pasa porque no haya revuelo, algo que no permiten determinadas dinámicas en el aula. Muchos profesores creen que la nueva pedagogía no sirve más que para exigir más al profesorado y menos a los alumnos, cuando eso no debería ser así. Articular todo esto es complicado y, ciertamente hay experiencias super interesantes y merece la pena al menos probarlas. En uno de los últimos cursos a los que asistí la ponente decía que, en general, preferimos perpetuar una mala práctica que hacemos bien que intentar probar una mejor en la que no sabemos manejarnos. Es más difícil lanzarse a la piscina que anquilosarse. Hay que intentar innovar porque el alumnado ha ido cambiando, tienen tantas alternativas de ocio que uno piensa: si yo fuera niño hoy en día, ¿quién se iba a poner a estudiar? Por otro lado muchas veces las familias tampoco ayudan y hay que recuperar el respeto a la figura del profesor. Eso sí, no digo que en todos los casos el entorno no colabore, pues las cosas jamás son blanco o negro.