La Asociación Española de la Guardia Civil -AEGC- le saca los colores al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Quien dice garantizar desde su ministerio la seguridad de los agentes que prestan servicio en la valla de Ceuta se olvida de la realidad pura y dura a la que se enfrentan unos efectivos que, por ejemplo, patrullan solos y solos también se enfrentan a incidentes que son cada vez más violentos.
La asociación no alza la voz por unos hechos aislados sino que lamenta que situaciones críticas en las que se ven envueltos guardias civiles se estén repitiendo con demasiada asiduidad. Por eso mismo pide medios, reclama más efectivos y sobre todo que se investiguen los atentados que ya se han producido en la línea fronteriza porque no hacerlo significa normalizar lo que no lo es.
Hace unos días, justo después del intento de entrada que abortó Marruecos y que dejó a decenas de heridos tanto de las fuerzas marroquíes como de la población subsahariana (incluso se registró un fallecimiento de un agente), un miembro de la Guardia Civil que estaba haciendo patrulla solo en el perímetro resultó con lesiones en mano, pierna y hombro.
El suceso se produjo cuando el efectivo del Instituto Armado intervino ante el intento de entrada de un subsahariano. Iba, como tantas veces ha denunciado la AEGC, solo en patrulla. Terminó en el suelo con varias lesiones causadas con uno de los ganchos que emplea el colectivo de inmigrantes para trepar la valla y superar la malla así como los peines invertidos. Ninguna de esas lesiones se localizó en zonas vitales.
La AEGC reclama medidas urgentes no solo para garantizar mayor protección a los guardias civiles evitando que acudan solos en patrulla sino también que se actúe a posteriori contra personas que han incurrido en un delito de atentado y que no son ni localizados ni identificados.
La asociación reclama que se trabaje en la identificación de estos agresores porque no hacerlo significa evidenciar que acciones de este tipo no tienen consecuencias. Resalta la asociación la agresividad que se estila en muchas de esas situaciones.
Ha ocurrido en este caso, pero también en otros que le han precedido. Tras esta agresión, el guardia civil sufrió heridas y el subsahariano logró sortear el espacio de seguridad y escapar.
AEGC considera que este episodio no puede terminar así, ya que se tiene que abrir la oportuna investigación para identificar al autor de las lesiones, proceder a su localización y presentarlo en el juzgado por su responsabilidad en agresión a agentes de la autoridad.
Ha habido otros incidentes previos y se teme que vuelvan a repetirse. Quienes intentan sortear la valla se juegan el todo o nada, así que buscan cualquier manera para cruzar.
La Dirección General de la Guardia Civil bajo el paraguas del Ministerio del Interior mantiene una seguridad en el vallado en condiciones extremas, dejando en esta situación de desprotección a integrantes del Instituto Armado que acuden en solitario ante las alertas de entradas visionadas por la central COS.
AEGC considera que la única solución para, al menos, poner orden y garantizar que los agentes realizan sus labores en condiciones mínimas de protección y seguridad, pasa por aumentar de inmediato la plantilla e incrementar el número de personal destinado a controlar el espacio entre vallas.
Por supuesto insisten en terminar de inmediato con las patrullas unipersonales, advirtiendo de que ya se han producido varios incidentes y cualquier día puede ocurrir una desgracia. Además reclaman que no se siga pasando la mano sobre este tipo de altercados, equiparable a cualquier otro que sí obtiene un reproche legal.
Con la llegada del verano la situación no va a hacer sino empeorar, ya que a la presión de la valla se suma la que se ejerce sobre los espigones con las huidas continuadas de motos de agua y embarcaciones para intentar hacer negocio con el tráfico de personas. La ecuación es imposible de resolver con un resultado óptimo: habrá menos guardias y por el contrario se incrementará la presión. Las pequeñas organizaciones delincuenciales mueven mucho dinero a costa de comerciar con personas y echan mano de cualquier medio violento con tal de cumplir su cometido.
El Ministerio del Interior sigue teniendo unos espigones sin refuerzo, en un estado cada vez más deteriorado mientras que ha optado por aplicar un plan de impermeabilización que supone todo un fracaso a lo largo de los más de 8 kilómetros de perímetro.
Peines invertidos, mallas antitrepa, tubos, ahora esclusas… hasta drones para vigilar una valla ambiciosa para el ministro Marlaska que hace aguas para los guardias civiles que dice proteger.
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