Un grupo de cinco marroquíes entró a nado por Benzú la pasada madrugada, sin temor al temporal. Llegaron a su meta: Ceuta, pero esa travesía pudo haber terminado en tragedia. A pesar del mal tiempo y las condiciones de la mar alcanzaron la playa y fueron trasladados a la nave del Tarajal, en aplicación del protocolo sanitario en vigor. Otros no lo cuentan. La hemeroteca reciente está repleta de crónicas de desaparecidos y de muertes. Es una sangría constante contra la que resulta complicado luchar.
La Asociación Española de la Guardia Civil (AEGC) reclama más medios, un refuerzo en la costa precisamente para disponer de recursos suficientes ante la situación actual, aunque buena parte de la responsabilidad recaiga en el otro lado de la frontera, en Marruecos, lugar del que parten estas personas.
La asociación incide, no obstante, en ese aumento del blindaje precisamente para evitar tragedias o al menos intentarlo. Los intentos de salida de nadadores son constantes. A los cinco que llegaron a las seis de la mañana de ayer se sumaron otros cinco recogidos durante todo el día tras alcanzar las playas en trajes de neopreno. Se da la circunstancia de que algunos de los que han sido interceptados tienen en su haber un expediente de expulsión, es decir, se trata de marroquíes que han pasado ya por Ceuta, han salido a Marruecos y vuelven de nuevo a la ciudad. No es algo aislado sino que se ha repetido en varias de las intervenciones llevadas a cabo en materia de inmigración.
El necesario refuerzo que reclama AEGC tiene una importante connotación humanitaria, porque se trata de reforzar para salvar vidas. La vigilancia de la costa se antoja más complicada no ya solo por las entradas continuadas de nadadores inmigrantes, sino también por esa otra versión delictiva encarnada por los que pasan fardos con hachís siguiendo nuevos modus operandi como el empleo de motores o el fondeo de la droga.
De siempre la obsesión del Ministerio de Interior ha sido el blindaje del perímetro, cuyas entradas pueden ser menos que las registradas por mar, pero su impacto incluso mediático es mayor. Garantizar su blindaje, en una época en la que el plan Marlaska de impermeabilización ha puesto casi ‘patas arriba’ la doble línea perimetral, es lo prioritario mientras la costa registra constantes llegadas de nadadores, muchas de ellas marcadas por el riesgo.
Nadar se ha convertido en la única opción para los marroquíes que quieren entrar en Ceuta, pero también para quienes quedaron atrapados por el cierre de la frontera y ansían regresar a Marruecos.
A su llegada a tierras españolas, estos nadadores del país vecino son atendidos por el Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias de Cruz Roja (ERIE) en las naves del Tarajal, donde son sometidos a un reconocimiento por parte de los efectivos de la institución humanitaria cumpliendo también el protocolo en materia de seguridad sanitaria a causa de la alerta por la pandemia del coronavirus.
Algunas de las personas que se juegan la vida en esta doble ruta para entrar o abandonar la ciudad autónoma ya han sido acogidos previamente en estas instalaciones adaptadas por la Ciudad Autónoma como albergue provisional de inmigrantes.
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