Una noche de agosto de 2014 la vida de Alberto Luque, enfermero de Emergencias, cambió por completo. Tras perder a una niña de dos años, su vida en aquel entonces no volvió a ser la misma. El no saber gestionar esas emociones le llevó a una depresión que durante seis meses le quitó las ganas de vivir. Su experiencia y su terapia derivó en el libro ‘Batallas de una ambulancia’, que se presentó ayer en el segundo y último día de las Jornadas de Gestión Emocional organizadas por la UNED.
Ante un auditorio con más de un centenar de personas, Alberto Luque volvió a abrirse y contar ese episodio que tanto dolor le causó, pero cuya superación le ayudó a entender que las emociones mal gestionadas se pueden convertir en el peor enemigo de un profesional. Explica que su caso es el ejemplo de “lo que no se debe hacer” ante un episodio traumático, como para él fue perder la vida de esa niña y cómo descubrió la escritura a modo de terapia.
“Yo le recomendaría a cualquiera que viva una situación de estas que no lo eche en saco roto, que le preste atención, que se preste atención a sí mismo, que se escuche, que se oiga y que si lo necesitas que acuda a un profesional no haga como yo. Yo lo dejé estar porque me equivoqué y lo pagué caro, lo pagué con seis meses de dolor que no se lo recomiendo a nadie”.
Como él hay muchos y prueba de ellos son los compañeros que antes o después también han visto en la escritura ese canal de “ventilación emocional” para poder afrontar las difíciles situaciones a las que se enfrenta un profesional en Emergencias o que está en trato directo con situaciones traumáticas. No obstante, pese a ser algo recurrente entre los profesionales, aún hay muchas reticencias a la hora de abrirse y expresar las emociones.
“Yo era consciente de que las cosas no iban bien cuando empecé a llorar a escondidas, para que nadie pusiese en duda mi profesionalidad, yo que venia de la profesión militar, había cambiado el ejército por las Emergencias, mi estructura mental no me permitía llorar en público y no sabía lo equivocado que estaba”, lamenta ahora Luque. Insiste en que todo aquel que viva una experiencia similar, “no lo eche en saco roto”, que se preste atención y evite un mal mayor.
Por eso tiene claro el mensaje que quiere dar a los estudiantes de Enfermería que pronto se enfrentarán a la vida profesional y a los profesionales sanitarios en general: “Cuídate tú, porque si no te cuidas tú, probablemente los cuidados que tú proveas no sean de calidad”.
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