Categorías: Sucesos y Seguridad

Adiós inesperado a “un chico más”

“Increíble”, “tremendo”, “sólo 20 años”. Los lamentos, a camino entre la consternación y una indignación contenida, se dejaban oír ayer a lo largo de pasillos, aulas y  despachos del IES ‘Siete Colinas’,

el centro educativo en el que Munir se había matriculado para labrarse un hueco en el mercado laboral como especialista en Montaje y Mantenimiento de Instalaciones de Frío, Climatización y Producción de Calor, la denominación oficial del Grado Medio que sus compañeros, apesadumbrados y sorprendidos aún, reducían ayer en su verborrea juvenil al coloquial “frío y calor”.
Los disparos de varios pistoleros acabaron en la madrugada del viernes con sus aspiraciones formativas. Munir había comenzado a manejarse entre lecciones de electricidad, física y talleres tras su paso por el vecino instituto ‘Abyla’ y el Centro de Educación de Adultos ‘Edrissis’, apenas a un puñado de metros de distancia al otro lado de la Avenida de África. Sentados en un banco, quienes hasta ayer le acompañaban en clase y en las aulas prácticas intentaban asimilar el adiós inesperado. Eran las 15:15. Unas horas antes, por la mañana, la mayor parte de los casi 30 estudiantes que compartían curso a su lado había descubierto la noticia a través de las redes sociales. “Yo me he enterado esta mañana cuando iba a desayunar. Y me ha ocurrido lo mismo que al resto, que no me lo creía. Pensaba que era una broma”, reconocía uno de ellos. “Una pena. Un chiquillo como cualquier otro, como nosotros”, coincidía el resto a la espera de que la llegada del jefe de estudios y del resto de profesores diese el pistoletazo de salida a una atípica jornada vespertina. Tanto, que antes de que comenzase los docentes celebraron una reunión para consensuar cómo trasladar la noticia a los jóvenes y organizar algún tipo de homenaje. “A mí me llegó por WhatsApp y contesté ‘esto es cachondeo, ¿no?”, certificaba otro compañero.
Entre quienes compartieron durante meses risas y confidencias con Munir, el mensaje era unánime: un chico “muy normal”, “estudioso”, que no había alimentado ningún problema y del que sus profesores no recuerdan ningún detalle que distara del perfil clásico de un estudiante veinteañero.
Ramón Rodríguez, jefe de estudios de los ciclos formativos medio y superior que se imparten en el ‘Siete Colinas’, coincide en el diagnóstico: “Somos una comunidad pequeña, con unos 120 alumnos, y nos conocemos todos. Yo no era profesor de Munir, pero sí que sabía quién era. También conocía a su hermano, que estuvo en Diversificación y era encantador”, recordaba ayer. Tras un primer trimestre en el que asistía a clase “con regularidad” y en el que superó cuatro de las cinco asignaturas, Ramón detalla que en el segundo comenzó a ausentarse más de lo previsto y que incluso no se le pudo evaluar: “Le vi hace una semana y me comentó que tenía más problemas para venir, que había comenzado a trabajar. Le dijimos que intentara compaginarlo y que lo estudiaríamos con sus profesores. Todo normal, como era él, un chaval más”.
Sus profesores ya se habían puesto en contacto con la familia para transmitirles el pésame ante un hecho “totalmente inesperado” y ponerse “a su disposición en lo que necesiten”. Algún allegado tendrá  que acudir ahora a abrir la taquilla que aún conserva objetos personales de Munir. “Nunca habíamos tenido un caso como éste. Habrá que ver cómo afecta a los alumnos, porque es un grupo pequeño, muy unido, y todas estas circunstancias hay que tenerlas muy en cuenta”, advierte el jefe de estudios.
Unas horas antes, por la mañana, el resto del IES ‘Siete Colinas’ le homenajeó con un minuto de silencio a las 12:00. No pudo ser en el patio porque el cielo volvía a amenazar lluvia. En los pasillos y en las aulas, profesores, alumnos y el resto del personal no docente le recordaron entre cabezas gachas y rostros apesadumbrados. El gesto lo repetirían por la tarde sus compañeros directos del grado medio, a los que los profesores sugirieron la posibilidad de acudir al funeral como última despedida.
En internet, mientras tanto, ayer se podía leer un ejercicio que Munir cumplimentó cuando aún era alumno del ‘Edrissis’ para la asignatura de Inglés. Debía detallar en ese idioma el nombre de un grupo musical. Eligió a Meat Loaf, actor y  vocalista estadounidense de hard rock que da nombre a su banda. Estudios, amigos y música, los ingredientes habituales de quien hasta ayer era “alguien muy normal”.

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