Adiós al zagal de la bicicleta

Todavía no se lo creen. Acaban de enterrar al joven Tarek, cuyo cuerpo ocupa ya una parte del cementerio de Sidi Embarek.Recordándolo empiezan a mezclarse las sonrisas con las lágrimas y asoma también la rabia. Quieren justicia, quieren que quienes le quitaron la vida al hijo o al hermano lo paguen.
El cadáver del ceutí Tarek Argaz era encontrado el pasado lunes en el arcén de la carretera que une los municipios malagueños de Marbella y Ronda. Le habían disparado en el interior de una finca y, después, habían trasladado el cuerpo con ánimo de ocultarlo. Una sucesión de informaciones que la familia intenta asimilar, que todavía cree que es una pesadilla, pero que da forma a uno de esos sucesos irracionales que terminan segando la vida de un joven que la acababa de conocer.
El zagal de la bicicleta, que era como le conocían a Tarek en San Pedro de Alcántara en donde residía con su hermana y madre desde hacía cinco años, estaba estudiando un módulo de fontanería de PCPI. Aficionado no sólo al ciclismo, sino también al ‘muay tai’, el deporte era su auténtico vicio. Su hermana recuerda ilusionada cómo el profesor de este tipo de lucha deportiva quería llevarle a competir, pero Tarek prefería esperar a prepararse mejor. “Llevaba sólo dos meses, pero él quería entrenar más tiempo para estar mejor preparado porque si competía quería ganar. Apostaban mucho por él”, recuerda su hermana.
El rastro de Tarek se pierde el pasado domingo a las doce de la noche. Esa fue la última conversación que el adolescente mantuvo con su hermana y se resumió en un “ven pronto a casa, cena y duerme tranquilo”. Pasada la noche, cuando la hermana despertó, comprobó que el chico no estaba en su habitación. Y pensó lo de otras veces: que habría dormido en casa de un amigo, al igual que en otras ocasiones en su casa dormían compañeros de Tarek.
“Imaginé que se habría quedado dormido jugando en la casa de algún amigo. Estuve llamando a su móvil insistentemente pero no lo cogía”, recuerda la hermana, que atendió a ‘El Faro’ en el domicilio familiar de Miramar Bajo en donde ayer se agolpaban familiares y amigos del fallecido llegados expresamente desde San Pedro de Alcántara para darle el último adiós.
A las 13.40 de ese lunes, la hermana recibía llamada desde el móvil de Tarek, pero el interlocutor no era su hermano, era la Policía. Le dijeron que acudiera urgente a la comisaría sin decirle nada por teléfono hasta que, ya en dependencias policiales, comenzó a escuchar cómo hablaban de su hermano en pasado. De ahí a conocer  lo que le había sucedido a Tarek fue todo en cadena.
La Policía Nacional ya ha detenido al llamado P.N.G., de 58 años, que tiroteó a Tarek cuando el joven entró en su finca. Le acusan de homicidio y de un delito contra la salud pública, ya que tenía varias plantas de marihuana en su huerto. También ha arrestado a su mujer, que le encubrió para ocultar el cadáver del chico, y otro individuo que acompañó al menor y le instó a introducirse en una vivienda ajena.
La familia pide que haya justicia, aunque realmente dicen que ya no creen en la justicia terrenal pero sí en la divina. Por eso, con rabia, confían en que quienes han matado a Tarek lo paguen en el más allá. Ahora piden que si realmente la que imparten los jueces tiene sentido, que caiga con toda su fuerza contra quienes han arrebatado la vida del chico. Y cuentan cómo el adolescente fue engañado.
Es cierto que el menor se adentró en la finca de quien le quitaría después la vida, pero lo hizo alentado por dos adultos que fueron los que le incitaron a que robara unas plantas. Esos adultos, que utilizaron a un menor para limpiarse las manos, están identificados. Tarek entró y se topó con los disparos del dueño de la finca que le alcanzaron la cabeza muriendo prácticamente al momento. Los amigos de Tarek aseguran que días atrás a otro joven también le habían disparado rozándole en una oreja.
El presunto autor de los hechos ha reconocido los hechos durante el interrogatorio policial. ¿Por qué lo hizo? Dice que “estaba cansado de que le robaran” y que tras comprobar que el joven había muerto había envuelto el cuerpo en plásticos y lo había trasladado en su coche a la carretera donde fue hallado por una mujer que paseaba a sus perros. Los agentes en el registro domiciliario efectuado procedieron a la intervención de 11 armas largas, entre las que se encuentra la escopeta con la que causó la muerte del joven, que ya había sido limpiada, hallándose el cartucho utilizado en el disparo.
La familia está indignada y quiere que se investigue hasta el final, no que se cierre el caso como el típico ajuste de cuentas. Molestos porque en todo momento la prensa ha tratado al joven como si fuera marroquí, “cuando es español, de Ceuta, nació en el Hospital de la Cruz Roja”, no quieren ver cómo el que ha matado al joven se pasea dentro de pocos años en libertad. Una petición que la hace su familia y sus amigos, que han revolucionado el Tuenti con mensajes de cariño hacia Tarek, que han organizado protestas en San Pedro, y que han hecho hasta fotos dedicadas al chico. Su hermana recuerda cómo le querían. Tarek tenía amigos por todos lados, “mi niño no daba miedo para que le dispararan”, insiste. Muy al contrario, quienes tienen miedo son los propios familiares y sus amigos. De hecho optan por no salir posando para ‘El Faro’ en la vivienda familiar porque temen represalias. Y eso es duro. Sobre todo para una familia que pierde a quien todavía era un niño. Su hermana no llora, dice que las lágrimas no le van a devolver a Tarek. Tiene a sus amigos de recuerdo, y sobre todo mantiene el espíritu de lucha porque no parará hasta que se haga justicia.