Opinión

La actitud como recurso fundamental

Los animales no son capaces de construir ni modificar la realidad …. su mundo siempre lo encontraron y lo encuentran totalmente construido. Esa es una facultad otorgada por la naturaleza exclusivamente a los humanos; y para ello necesitamos dos herramientas fundamentales que son LA APTITUD Y LA ACTITUD. La primera, la aptitud, es heredada, que es la capacidad de adquirir el conocimiento suficiente y la habilidad para desenvolverse y resolver los problemas que plantea la realidad. La segunda, la actitud, consiste en desarrollar el adecuado estado de ánimo (la disposición) para afrontar las relaciones y resolver los problemas; y la combinación de las dos capacidades nos pone en rango de eficacia. Las dos facultades son necesarias, pero la actitud es determinante, pues de no ser la adecuada puede dejar a las personas expuestas a una realidad conformista e incluso carente de sentido, lejos del empleo de sus posibilidades, cohibiéndoles de tomar las acertadas decisiones; y si no hay decisiones es seguro el sinsentido, y por tanto se aleja del principio básico de la sociedad que es la relación …. la interesada y necesaria comunicación.

En cualquier caso, la actitud no es aprendida desde los sentidos sino desde la conciencia …. de la doctrina de la inteligencia interior, de la que se deriva la intuición, la razón y los sentimientos. Y viene a cuento comentar cómo con este ejemplo se confirma que es vano el intento de cientificar la metafísica, pues ésta queda de plano fuera de la experiencia de los sentidos.

Y para considerar importante la actitud, cuando cumples años, te das cuenta que la vida pinta más a drama que a comedia, y aún en ese trance, hay que remontar la actitud y sentirse optimista. La vida tiene dramas que son insoslayables, pero la mayor parte de las veces, lo que tenemos son problemas a resolver. Una pauta a seguir sería hacer gratificante lo sencillo, lo cotidiano, que es lo abundante y además gratis …. un saludo, un abrazo, una buena relación en el trabajo, la charla con los amigos…. Y sobre todo hacer cosas, y hacer cosas, si es posible, que sean importantes.

Hay quien constantemente se ve como víctima y no como protagonista. No es una solución el victimismo; por eso a lo largo de la vida no es bueno pensar constantemente en el final, sobre todo cuando el camino todavía está lleno de dificultades que necesariamente hay que resolver. Sabemos que el final llega irremisiblemente, pero es un final que no apetece porque pensamos que no es feliz, o al menos que es incierto, y la incertidumbre inquieta, acongoja y angustia ….

Lo claro, lo diáfano, lo animado, suele ser el presente, el día a día, aquello sobre lo que podemos actuar y modificar, adecuar a nuestro parecer y a veces a nuestro antojo.

Con poco esfuerzo somos capaces de crear un ambiente acogedor si sabemos poner límites a nuestras pretensiones. Aquí, a esta “altura del curso” en cuanto se habla de límites nos ponemos en alerta y surgen las preguntas: ¿Debemos ser tan humildes y conformistas? sería una opción para muchos o ¿Hay que ser exigente y reclamar la excelencia en todo lo que nos rodea?.... Otra opción sería relativizar los factores que intervienen y aceptar una solución intermedia (en la sociedad occidental sería la opción de la cómoda clase media).

Desde luego, y aceptado, desde la debilidad, el humano se hace tan sumiso que, incluso, surgen frases consoladoras: “Hay que valorar lo poco que tenemos” ….”La vida tiene dramas y los dramas no tienen solución, hay que sufrirlos”.

Por otro lado hay que entender que un drama es una apreciación subjetiva: Hay quien cree un drama que se queme la paella o que se averíe el televisor….

Tampoco creo que sea bueno vivir ilusionado, No. Las ilusiones nunca se cumplen y vivir en ellas es vivir engañado; sólo se cumplen los deseos cuando son razonables, y a esperar que se cumplan se le llama esperanza, es decir que dependerá de las circunstancias apropiadas y del momento oportuno.

Creo que tampoco se trata de tener una actitud atrevida y hacer siempre cosas extraordinarias, sino hacer interesante lo cotidiano; pero todo requiere un esfuerzo; el movimiento más liviano ya lo requiere …. dar un simple paso, elaborar una idea, expresarla en unas frases …. el simple pensar ya es un esfuerzo. Hay que considerar que el concepto de vida implica movimiento y el simple hecho de vivir y sentirlo ya se debe considerar como una recompensa al esfuerzo que ello supone (es el argumento del débil, del humilde) y con ello se conforma y se siente satisfecho. Hay que saber dirigir el esfuerzo para que la recompensa sea la que corresponde …. pero “las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen” (es la propuesta conciliadora).

Y ahí está la clave: poder elegir nuestra actitud cuando queramos que el esfuerzo tenga la recompensa deseada; pero eso no es posible cuando estemos educados en el espíritu de rebaño, que es tener una actitud conformista y de humildad mal entendida. La humildad consiste en aceptar sólo los límites de la naturaleza, pero no límites interesados y arbitrarios.

La inclinación humana es no tener más límites que los que impone el estado de naturaleza; pero ese estado original se superó hace mucho tiempo y parece irreversible (aunque es una incógnita razonable el que haya que recuperarlo). Se podría aceptar la filosofía del conformismo si estuviésemos predestinados, pero no es el caso: somos constante posibilidad. La filosofía de la predestinación se expresa en la Doctrina Cristiana basada en los antiguos textos bíblicos de los que se deriva una moral determinista para decidir la finalidad de todas las criaturas, unas para la vida eterna y otras a la condenación eterna …. todo ello, es lo más alejado de la realidad de la naturaleza.

Y fue el movimiento intelectual aparecido y desarrollado en Europa en los siglos XIV y XV (el Humanismo) el que rompe con las tradiciones escolásticas y redescubre y reconoce en el hombre la capacidad de responder a todas sus preguntas; a resolver todos sus problemas, a reconocer sus posibilidades, es decir, la capacidad absoluta de la naturaleza. Luego (entre otros) se concretaron conceptos como el vitalismo o el positivismo que reafirman la capacidad humana suficiente para el sostenimiento, la dirección y evolución de la vida, que apuntan a cierta finalidad como concepto de intención de llegar a lo acabado y completo, y lo acabado y completo es la totalidad …. lo absoluto;(aunque eso es la utopía por excelencia) es la idea puesta en acción, en el paso, en el camino desde la potencia al acto que dijera Aristóteles…. es la tarea de la razón vital.

No hay que descubrirlo; es evidente en la naturaleza, tanto en la física como en la química. En la química las reacciones se realizan y son fuertes o débiles dependiendo del grado de disociación de las moléculas que intervienen. En la física la acción se manifiesta considerando el cambio de estado desde el de inercia hasta el de aceleración …. Y nada de ello necesita una intervención divina.

En todo caso ni en las ciencias se consigue una verdad absoluta y definitiva, pues queda abierta la puerta al falsacionismo y a los cambios de paradigma (modo o modelo de entender) como exige el concepto de ciencia.

Es evidente que la enseñanza en nuestra Ciudad, no pasa por el mejor momento, sobre todo en el aprendizaje de los valores morales, aquellos que definen una parcela importante de la identidad de los ciudadanos; en general los que implican modos de comportamiento, es decir LAS ACTITUDES, y entre ellas las aplicables al respeto, a la empatía, a la paciencia, a la gratitud y humildad, a la tolerancia y a la responsabilidad …. entre otras. Y podemos hacernos una pregunta: ¿Han quedado esas disciplinas relegadas al aprendizaje familiar? ¿No es cierto que en las aulas se pasa por ellas de puntillas? ¿Y si acaso se rozan en clase, se hace sobre una moral impuesta?

Si no se corrige la deficiencia, y se deja tan importante cuestión sin la participación interesada, es decir, sin la deliberación, o sin la aquiescencia del alumnado, quedará abocada la transmisión de los valores morales en la consideración de las propias familias, lo que no permitirá un rango suficiente de diversidad y posibilidades….

Es fundamental en nuestra sociedad que no se pierda una educación de corte humanístico: el humano debe conservar la capacidad de mejorar y crecer incluso más allá de los límites biológicos que le atan (el instinto, a veces perverso) y que pueda seguir en el camino de la perfección que le lleve a la felicidad como parece que sea el único sentido de la vida…

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