La Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha designado el primer jueves de noviembre de cada año como Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, incluido el Ciberacoso. De este modo, la UNESCO reconoce que
la violencia en el entorno escolar bajo todas sus formas atenta contra los derechos de los niños y los adolescentes, además de a la salud y al bienestar de los mismos.
En Ceuta, los centros educativos cuentan con un protocolo de actuación para estos casos que ha sido elaborado por el
Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP). Además, cada uno de los colegios e institutos de la Ciudad Autónoma han estado realizando talleres a lo largo de los distintos para concienciar a los alumnos de este problema. Sin embargo, este año debido a las medidas de seguridad sanitarias establecidas, debido a
la pandemia del coronavirus, estos cursos se han visto limitados y, en algunos casos, suspendidos. “Este año no podemos tener actividades extraescolares. No podemos recibir a nadie de la calle para dar charlas y conferencias”, señaló el orientador del IES Abyla, Rafael Moreno.
Según los últimos datos del Ministerio de Educación que existen al respecto, en Ceuta se contabilizaron 21 víctimas por acoso escolar. Muchas veces se entiende como acoso una pelea, física o verbal, puntual entre niños. Sin embargo, no todas las contiendas tienen relación con el abuso.
“El acoso tiene que ser continuado en el tiempo, tiene que haber una jerarquía, es decir, una desigualdad entre la víctima y el acosador, además de que este puede funcionar en individual o en grupo, porque tiene que haber un grupo de cómplices que saben que uno lo está pasando mal pero se callan por no ser las próximas víctimas o por temor”, explicó el orientador del CEIP José Ortega y Gasset, Antonio Coronil sobre qué se entiende por acoso escolar.
Por este motivo, según indicó Coronil, no es frecuente ver casos de acoso escolar entre niños de primaria, porque “no tienen esa edad y esa maldad suficiente para hacer ese tipo de cosas”.
Con los planes de actuación existentes más los distintos talleres que se han venido realizando todos estos años, los centros educativos de Ceuta trabajan, tanto con alumnos como con profesores, el tema de la prevención y actuación de los casos de abuso escolar. “Cuando vemos pequeños indicios, se pone en marcha el protocolo”, comentó Moreno.
Para considerar si se trata de un caso de acoso, en el IES Abyla, por ejemplo, cuentan con una Comisión de Protocolo Escolar presidida por el director y compuesta por el orientador, la profesional de Asuntos Sociales y el tutor o tutora del alumno implicado. “Este órgano va a decidir si hay acoso o no. Y si entendemos que sí, es el que pone la sanción”, apuntó Moreno.
Por otro lado, se encuentra el ciberacoso. Ante este tipo de abuso escolar, Moreno indicó que “en este caso ya entran las fuerzas de seguridad. Nosotros actuamos y resolvemos todos los acosos que se producen dentro del ámbito escolar. Lo que se produce a través de las redes sociales, si llega a nosotros, por supuesto que también actuamos en coordinación con las fuerzas de seguridad”.
El acoso escolar, además, cuenta con variantes que, a veces, pasan desapercibidas. Antonio Coronil habló en un artículo sobre “el acoso invisible”. Este tipo de abuso, según contó Coronil a este periódico, se suele dar entre las adolescentes. “Juegan con que ya he sido amiga tuya, por lo que tengo tu Whatsapp, tu Instagram y ahora nos peleamos. Y empiezo a amargarte la vida, que esto puede convertirse en un acoso pero muy fino”, relató.
En este tipo de acoso, según explicó Coronil el daño que se produce es más bien emocional en lugar de físico. Las acosadoras, en este caso, se centran en poner en contra de la víctima a todo el mundo a través del robo de las amistades, de hacer correr bulos y mentiras sobre ella y creándole mala fama.
Es entonces, cuando la víctima se siente sola y abandonada. El problema de este tipo de acoso es que no está tan ‘normalizado’ y se tiende a restarle importancia. Además, corregir y abordar este ‘acoso invisible’ es más complicado, mientras que las víctimas de actos así sufren emocionalmente.