Aclarando sus conclusiones erróneas

L.G. Álvarez haciendo uso de la libertad de expresión, que nos otorga nuestra insigne constitución, y escudándose cobardemente con un seudónimo, lanza a través de su último artículo (domingo 15 de este mes) así como otros muy similares, sus mensajes racistas y xenófobos. El problema de todo, según este hombre, lo tiene la inmigración, y todo lo que no sea europeo, blanco de piel y cristiano es malo, para este “señor”. En su articulo de opinión mezcla churras con merinas, sin aportar datos ni fuentes, comienza criticando a los indios del monte y termina hablando de terrorismo islámico, dejando bien claro que según este “señor” inmigración es sinónimo de delincuencia y terrorismo. Es la primera vez, y espero que ultima vez que tengo que escribir un articulo de replica a un tema tan complejo como la inmigración.
De los 54 indios que estuvieron cuatros años en Ceuta, gran parte de este tiempo viviendo en condiciones infrahumanas en el monte, 34 de ellos se encuentran en la Península en libertad sin papeles, y los otros 20 se encuentran retenidos en el CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) en Algeciras, a la espera de una resolución favorable a su situación. Usted con tal de criticar, ataca hasta a la Cruz Roja, que con sus múltiples labores humanitarias, realiza las de atención al inmigrante sin mirar que color de piel tiene o religión profesa.
Luego ataca al barrio de Lavapies, un barrio que estaba en estado de abandono y decadencia, y que ahora se encuentra lleno de vida, gracias a los inmigrantes y también como no, a los madrileños. Seguramente usted es de los que sueñan con otra “noche de los cristales rotos” pero en vez de la Alemania nazi que fuera en el madrileño barrio de Lavapies.
Los indios, que en este caso,  es el colectivo que nos ocupa, y usted ataca sin piedad, han tenido un comportamiento ejemplar en nuestra ciudad, y en ningún momento han culpado de su desgraciada situación ni al gobierno, ni a los ciudadanos de Ceuta. De hecho, estos chicos que fueron engañados por las mafias dedicadas al tráfico de personas, nunca pensaron en venir a España, su idea era ir a otros países de Europa, especialmente aquellos de habla inglesa. Finalmente después de pasar un autentico calvario cruzando el África Subsahariana y el desierto del Sahara (algunos murieron en el camino) llegaron a Ceuta, donde han estado cuatro años, ni fueron repatriados, ni tienen hasta la fecha, la oportunidad de comenzar una nueva vida en España u otro país de Europa. Gracias a ONG cristianas como ELIN y CARDIN, y la voluntad de muchos ceutíes que independientemente de su raza y credo han ayudado a estos  indios, a no perder su dignidad como personas. El dolor y el sufrimiento es igual para un indio que para un español, si le cortamos una vena, la sangre será igual de roja.
Usted llama “gilipoyas” a los españoles, y a los que asistimos a la proyección del documental LOS ULISES, acto organizado por la Asociación Cultural Dharma Yoga con la colaboración de una organización publica como es la Fundación Premio Convivencia. Entres los “gilipoyas” (según usted) que asistimos estaban: el presidente de la ciudad, la consejera de cultura, los candidatos del Psoe y Upyd, así como numerosos representantes de ONG y entidades culturales, y otras personas de bien que en numero cercano a las 250 se dieron cita aquel día, a lo mejor hasta estaba usted  de incógnito. Según usted este tipo de películas se hacen para “comerle el coco a la gente”. Pues no, las que se hacían para comerle el coco a la gente eran las del NO-DO que seguro le gustaran más. Se hacen para sensibilizar a la gente y despertar conciencias, y ver que no estamos en los mundos de yuppy, y que la inmigración la padecen no solo los que salen de sus hogares, sino también los que se quedan en sus casas, esperando noticias de sus hijos, que a veces han tardado 3 o 4 años en recibir, y algunos nunca recibirán por que sus hijos murieron en el camino. Para su información el documental se va proyectar la semana que viene en la Filmoteca Nacional (para usted serán otros gilipoyas).  Siempre hemos destacado el excelente comportamiento de los indios, un comportamiento cívico y respetuoso hacia la gente y la costumbres de Ceuta. Si los gobiernos tienen potestad de promulgar leyes y medidas de gracia para con: terroristas, violadores y asesinos, ¿Por qué no las iba a tener con un grupo de inmigrantes que en cuatro años no ha delinquido?
Seguramente usted tampoco cree en la reinserción social del preso, ni en las segundas oportunidades, le puedo decir que en tres años que llevo dando clases de yoga en la Prisión de Ceuta, he conocido de todo, pero también hay gente buena y respetuosa tanto como los que están en la calle, que por circunstancias de la vida, han  terminado en la cárcel.
La inmigración no tiene la culpa de todos los males de la sociedad, hay dos tipos de personas: las buenas y las malas, no por ser blanco y cristiano se es bueno, y por ser negro de piel y musulmán se es malo. No se puede etiquetar a las personas por su raza o por su religión, buenos y malos los hay en todos los sitios. Los futuros de los países se construyen con todas las personas sin hace distinción de raza o credo, el mejor ejemplo los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, allí no se rasgan las vestiduras por tener un programa de televisión en español, en árabe o en hindi. Las selecciones de futbol de Francia y Gran Bretaña, tienen jugadores originarios de otros países, con otras lenguas maternas y otras religiones que quizás no sean las mayoritarias de los países para los que juegan. El futuro, que afortunadamente nos espera es el de una Europa multiracial y multireligiosa, con derechos y obligaciones para todos.
Soy, con mucho orgullo hijo de inmigrante indio que llego a España en 1958, de madre española cristiana, estoy casado con una inmigrante india de religión hindú, el mejor amigo de mi hijo Govinda, se llama Hasan y es musulmán. He orado en la Basílica de San Pedro en Roma, me he bañado en el estanque del templo dorado de los sikhs en Amritsar, he cantado con los místicos sufies en la mezquita Haji Ali de Mumbai, he asistido a clases de Kabala en la gran sinagoga de Bruselas, sin contar mis innumerables peregrinajes por los templos hindúes de la sagrada India. En todos estos lugares he encontrado paz mental, espiritualidad y amor por Dios y su creación, nunca me he sentido superior ni inferior a nadie, simplemente igual, una alma con una vestidura carnal que me ha tocado en esta vida.
Me apena, que no sea usted el único que tiene pensamientos e ideologías racistas y xenófobas, son muchos más los que anhelan con nostalgia la llegada de otro caudillo o quizás mejor otro fuhrer. Mientras algunos en esta  ciudad, nos afanamos por compartir con  las personas los beneficios de la interculturalidad y la convivencia, personas como usted alientan el odio a todo lo que sea diferente o venga de tierras lejanas, destacando especialmente su islamofobia y su hindufobia.  Y lo mas sorprendente, y hago un llamamiento al Ministerio de Educacion y Cultura, pues el señor Lorenzo G. Alvarez es profesor de Instituto, ¿Qué enseñanzas trasmitirá a sus alumnos una persona con ideas racistas y xenófobas?
Om Shanti, Shalom, Salam, que haya paz.

*J. Carlos Ramchandani es sacerdote hindú y director de la Asociación Cultural Dharma Yoga.