El accidentado

Recuerdo que estábamos en el Casino Militar jugando una partida de ajedrez con los socios de la Federacion ceutí, cuando apareció un buen amigo y después de saludarlo y hablar de un montón de cosas le referí que una tarde que me encontraba trabajando en la Estación Marítima de Ceuta me llamó un policía portuario en secreto diciéndome que el chaval que tenía en el arco no quería pasar su bolso de mano por el escáner porque le había confesado que llevaba drogas en su interior. Yo como un resorte salté de la silla y me puse al lado del individuo y me lo llevé a una habitación que tenemos destinada para los cacheos. Allí tras abrir la citada ‘mariconera’ observé en su interior unas porciones perfectamente liadas en papel de celofán que podría ser, a falta de las comprobaciones sanitarias oportunas, hachís. Procediendo inmediatamente a su detención por llevar un kilo y cuarto de la citada sustancia estupefaciente.

El pobre hombrecito llevaba un clásico colocón de la sustancia que hemos hablado y en ese preciso momento tenía la mentalidad de un crío chico. Yo por mucho que le decía, él lo único que hacía era reírse constantemente. No estaba en este mundo. Fue un caso curiosísimo. Y más cuando al día siguiente lo vi por la calle tranquilamente. Le pregunté que cómo le fue con el juez y me indicó que lo había soltado y que tenía que pagar una multa. Pero como no tenía trabajo pues que de momento le había salido gratis. Y fue cuando mi querido amigo que había pertenecido a la Policía Nacional durante muchos años me empezó a contar que una tarde sobre las cinco más o menos recibí una llamada en la sala pidiendo socorro. Fue en una localidad del interior peninsular. Era muy rara ya que a parte de dar datos donde se encontraba había muchísimo ruido. Y no por el viento. Parecía como interferencias. Yo al principio no le di importancia. Lo que urgía y creía urgente y sin ningún tipo de dilación era que me diera el lugar y la gravedad de las lesiones. Me contó que se había caído en un acantilado y que no podía moverse ya que creía que se había roto la pierna. Estaba sangrando y que pedía ayuda urgente. Al ser en zona de la Guardia Civil di aviso urgente a los miembros de la Benemérita Institución y además al 112 para que les prestara ayuda sanitaria. Luego me llamaron para informarme personalmente del caso tan curioso. Resulta que cuando fueron al lugar a parte de ser un sitio muy escabroso y que tuvieron de utilizar arneses especiales y cuerdas, ayudados con el vehículo especial para el descenso, encontraron junto al accidentado dos cosas, una un cuerpo sin vida, bueno los restos hechos huesos de un ser humano y lo segundo un móvil. Asistieron al herido y lo trasladaron después de un laborioso rescate al hospital. Tenía efectivamente la pierna derecha rota. Esto fue una odisea ya que tuvieron que ponerle una especie de flotador en el mencionado miembro inferior para evitar en la manera de lo posible que no se desplazarán los huesos más de lo debido y para evitar más molestias al herido. Cuando la Policía fue a tomarle declaración un detalle fue el que todos nos quedamos de piedra. Cuando él nos dijo que quién fue el que aviso de su accidente.

Nos quedamos de piedra ya que allí no había nadie. Estuvimos investigando y la llamada que se recibió en la sala fue efectuada por el teléfono móvil que se encontró allí. Se le volvió a preguntar si ese celular era el suyo y él afirmó. Entones como dices ¿quién fue el que llamo? Pues muy sencillo al caerme perdí el móvil y estuve maldiciéndome por la mala suerte que había tenido de haber perdido el mismo. Y entonces todos nos quedamos ‘mosqueados’. ¿Quién hizo la llamada telefónica informando del lugar donde se había caído nuestro rescatado? Todos teníamos un gran interrogante encima. Hasta que Dani, el más cachondo de todos nosotros, propuso que había sido el muerto. Todos nos quedamos mudos y creo que corrimos un ligero velo al misterio del accidentado. Aún hoy pienso en ello y no soy capaz de darle explicación racional a este misterio.

Si en una posición paranormal.