Un simple abrazo a una señora mayor que se ve que quiere tener ese calor especial de alguien, y no se presume que podría ser de un ser humano cualquiera. Lo pide y es dado por una mujer que es la actual cónyuge de nuestro mayor jefe del Estado.
Es un momento, la verdad, para ser guardado en todas las hemerotecas del mundo y sacadas cuando quieran ver una memoria histórica de una institución monárquica.
Os puedo asegurar que lloré en ese preciso momento cuando la acción de ese abrazo, que no duró unos segundos, ni llegó al minuto, pero fueron suficientes para entrelazar un vínculo de emociones y de charla, que por un lado fue el comienzo de unas ganas de tener calor y, por otra, de dar todo lo que humanamente puede dar un ser humano de hoy. Amor a nuestro prójimo.
Respeto a nuestros hombres y mujeres que han luchado para hacer un camino y unos años de esfuerzo para construir un pueblo como es nuestra querida España.
Ese respeto tan grande para esa generación que nació antes de la nuestra y que nos ha dejado un camino libre y un campo lleno de verde.
Solo un gesto de nuestra reina Leticia ha supuesto dar las gracias a esas mujeres y hombres que han dado todo por nosotros. Muchas gracias por todos ellos.
Y muchísimas gracias por comprender, mi querida reina, que todos somos humanos y que sólo deseamos ser respetados y que seamos humildemente bien vistos por todos nuestros hermanos españoles.
Un gran aplauso para todos nuestros padres, abuelos y para todas nuestras generaciones pasadas y venideras que hagan algo para que nuestra España sea única y una referencia en el extranjero.
Muchas gracias a todos los que quieran participar en este enaltecimiento de nuestra querida y muy respetada patria: España.