Decir lo que ha pasado no es tarea fácil. Menos aún si no se logra comprender qué ha ocurrido. Ese es el maremágnum de incertidumbre y daño por el que pasan niños y adolescentes que sufren un abuso sexual. Ante las heridas, la terapia e incluso el juego se convierten en armas para abordarlas. Ceuta dispone de ambas y las ofrece a través del programa de Evaluación, diagnóstico y tratamiento dirigido a los afectados.
Tres menores se acogen a este recurso en la actualidad a pesar de la corta trayectoria de la estrategia, que tan solo lleva dos meses en activo. Sin embargo, no es la primera vez que se intercede en estos casos. Hasta la puesta en marcha de esta iniciativa, estas situaciones eran manejadas por el plan ‘Avance hacia Barnahus’, un proyecto que recoge todo tipo de agresiones.La inclusión de esta nueva iniciativa permite que los que son violentados en su intimidad por un adulto puedan ser atendidos de forma más específica. Así, el otro en el presente pone el foco en otro tipo de coacciones.
Sin perfil
Antes de la llegada de este nuevo convenio entre la Ciudad y la asociación Márgenes y Vínculos no era extraño encontrar historias en esta línea. A pesar de que los profesionales a cargo de estos expedientes ya se han topado con estas realidades, no pueden llegar a concretar un perfil de la víctima ni del abusador.
“No existe un retrato como tal ni de uno ni de otro. Puede pasarle a cualquier niño. Hemos visto diferencias, desde personas humildes hasta otras en una buena posición social”, explica Águeda María Aguilar, trabajadora social dentro del programa. A pesar de que no hay tendencias, sí que existe un hecho que suele darse con frecuencia. “No hay patrones específicos, pero sí es cierto que donde más se producen estas acciones es en el entorno familiar. Es un denominador común”, comenta. Tanto ella como otros compañeros lo han presenciado. “Es frecuente que sea en un círculo cercano”, añade.
Es este el motivo por el que tampoco se hace sencillo para los allegados participar en el proceso. Los niños y adolescentes no son los únicos que acuden al edificio de San Luis para iniciarlo. Los parientes forman parte del mismo para ayudar al menor y, cuando el causante es próximo a ellos, se hace más complicado su papel.
“Evidentemente causa mucha tensión dentro del núcleo, sobre todo, si se tiene en cuenta que tienen relación con el agresor. Se supone que para que la terapia sea efectiva, no puede tener contacto con este”, indica.
Paso a paso
Una vez que un caso es localizado, este se deriva al protocolo. Las primeras entrevistas habitualmente están dirigidas a los padres. A partir de ahí, los esfuerzos se centran en que la víctima adquiera confianza con el terapeuta. “Posteriormente se ahonda en sus emociones y, dependiendo de la edad, se aplican, por ejemplo, juegos. Tenemos cuentos, actividades adaptadas al desarrollo madurativo de cada niño o niña”, traslada.
El seguimiento también incluye un apartado de prevención que suele llevarse a cabo en la recta final. “Se hace en las últimas sesiones, donde se trabaja la educación afectivo sexual. Se enseña a reaccionar cuando alguien trata de abusarles”, expone. Los familiares también forman parte de esta actuación. A ellos se les enseña a ayudar al afectado, a apoyarlos en el caso de que padezcan ansiedad o depresión o a afrontar determinados comportamientos. “Algunos se vuelven hostiles a consecuencia del trauma”, destaca.
A este servicio también se suman prestaciones como la enseñanza de detección de indicadores, formación a profesionales, valoración especializada en caso de sospecha de violencia sexual o asesoramiento jurídico entre otras cuestiones.
Sanidad y Educación como dos aliados para detectar casos
Muchos casos llegan al programa a través de los testimonios de los propios niños. Esta es la señal más clara de alarma y uno de las situaciones más frecuentes. Sin embargo, también puede haber indicios a través de señas físicas o comportamentales.
“Otros que son también habituales son que el niño o menor tenga conocimientos sobre sexo no acordes a su edad, que usen un lenguaje sexualizado o que tengan este tipo de actitudes. Hay que tener en cuenta que ellos reproducen lo que sienten o experimentan”, menciona.
La Sanidad y la Educación son campos imprescindibles en este sentido. Los hospitales, escuelas o institutos pueden localizar casos, sobre todo, si se considera el hecho de que el grueso de estos delitos se comete por una persona dentro del entorno cercano.
Una vez llegan al edificio de San Luis, disponen de una serie de recursos que se emplean siempre en un contexto “amigable con la infancia” para evitar “que se vea como una consulta médica”.
Así, la víctima “se puede encontrar relajada y cómoda”. Este equipo humano se desplazará en unos meses a la Plaza de la Maestranza, donde contarán “con un espacio adecuado para desarrollar evaluaciones y pruebas preconstituidas”.