Finalmente el traslado del cuerpo no pudo hacerse y el joven fue enterrado ayer en el cementerio de Sidi Embarek. Uno de los amigos grabó un vídeo para que la madre pudiera ver el entierro de su único hijo.
Catorce días. Ese ha sido el tiempo que ha tenido que esperar el cuerpo del joven Abdelhalim (25 años, Argelia) para poder ser enterrado. Siete que pasó a la deriva por el mar y otros siete que ha estado en el depósito de cadáveres. Finalmente, y en contra de los deseos de su madre, el chico fue enterrado en el cementerio de Sidi Embarek. Las gestiones realizadas para la repatriación de su cuerpo con el Consulado no dieron sus frutos, ya que el estado de deterioro del cuerpo no permitía proceder a embalsamarlo. Por ello, uno de los amigos de la familia se encargó de grabar un vídeo que en breve llegará a manos de la madre del joven, que podrá ver el entierro de su único hijo como consuelo.
Especialmente emotivo resultó ver a una veintena de jóvenes argelinos, la mayoría internos del CETI, que no dudaron ni un segundo en bajar hasta el cementerio para arropar a los primos de Aldelhalim y coger las palas para colaborar en el entierro. Todos ellos, incluidos los dos familiares del chico, mostraron una entereza encomiable, aunque la cara de circunstancias y los ojos llorosos fueron una tónica durante toda la ceremonia.
Abdelhalim, que apareció en la playa del Tarajal el viernes día 1 de octubre, fue enterrado en la tumba número 2698, situada junto a la del argelino anónimo que recibió sepultura el jueves y del que nada se sabe todavía. Al lado de ellos reposan los restos de Abdi Mustafa, pescador tetuaní que apareció muerto en la Almadraba, y cerca de todos, en una esquina, están los cuerpos de siete inmigrantes que murieron tras el naufragio de una patera en los años 90. Sin duda, se trata de una zona del cementerio de Sidi Embarek que encierra un buen número de historias dramáticas y que ahora alberga los restos de un joven al que mató la esperanza.