Abdelghafour había estado trabajando de camarero en Oued Laou hasta que la pandemia le llevó, como a muchos otros jóvenes marroquíes, al paro. A sus 37 años, miembro de una familia de 11 hermanos, este pasado lunes fue el último día que se comunicó telefónicamente con su madre. Después, su cuerpo sin vida, sería rescatado en Ceuta por los GEAS de la Guardia Civil en la Almadraba.
Este sábado su familia ha podido asistir a través de una conexión en directo vía teléfono móvil al entierro que ha tenido lugar en el cementerio de Sidi Embarek. La Funeraria Al Qadr lo ha hecho posible, en un gesto, en una atención que vale mucho, que resulta impagable en estos momentos tan delicados y de tanta tristeza. Además, un amigo de uno de los hermanos de Abdelghafour Benaboura, residente en Ceuta, ha hecho lo propio para que, desde la lejanía, los familiares pudieran darle también ese último adiós que nunca hubieran imaginado que se produciría en estas condiciones.
El pasado miércoles los GEAS encontraron el cadáver de este varón flotando en el mar. Llevaba pocas horas muerto y se sospecha que pudo entrar a nado junto al otro joven, de no más de 20 años y sin identificar aún, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el viernes en la playa del Chorrillo. Es una hipótesis no confirmada, aunque coindicen el periodo de la muerte y las zonas de hallazgo son cercanas. Puede ser que ambos entraran juntos o que, después de haber cruzado a Ceuta, quisieran partir a la Península. La ruta es una incógnita.
En la tumba número 4395 quedarán para siempre los restos de este joven que, tal y como ha contado su hermano en una entrevista con El Faro de Ceuta, solo quería encontrar un trabajo. Esa era su ilusión, trabajar y formar una familia. Es una víctima de esa pandemia que llevó al cierre de las fronteras, a los confinamientos y a la clausura de negocios que, a su vez, daban trabajo a muchísimas personas como Abdelghafour.
En Sidi Embarek ha tenido una despedida digna, se le ha rezado, se ha pedido por él y por su familia, se le ha dado un último adiós en una tierra que se suponía que iba a ser de paso pero que terminó atrapando otra vida más, como la de tantos y tantos jóvenes que mueren en la frontera sur o que desaparecen y nunca más son encontrados.
La sangría no para, los dramas se acumulan y, sobre todo, el sufrimiento de muchas personas. Este joven dejó de contactar con su familia el lunes 19. Ya no respondió más a las llamadas de su madre o hermanos. El miércoles, gracias a que portaba documentación entre sus pertenencias, se le pudo identificar y comunicar a sus seres queridos lo acontecido. Este sábado se ha escrito el último episodio de una vida que se va demasiado pronto.
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