La gran obra de Siza tiene goteras. 70 millones para que Ceuta dispusiera de un teatro mientras dejaba morir los que ya tenía, aparcando, como tantas veces ha hecho, la restauración de edificios emblemáticos. El cemento venció al concepto de salvaguardar lo nuestro, la historia, los bienes que estamos dejando morir vencidos por otros intereses. El Gobierno de Ceuta levantó la Manzana a base de millones y malos olores, construyendo un edificio que ni se ha integrado en el concepto de ciudad ni ha sido aprovechado como debiera.
Caballas denuncia en redes sociales que hay goteras, filtraciones de agua y que la segunda planta carece de luz. Nadie le responde, nadie se inmuta ante una realidad que parece habernos devorado cual monstruo crecido a millones. La Manzana es el mejor ejemplo de la política de este pueblo, del resultado de la gestión municipal, emblema de una parte de la historia de nuestra ciudad que nadie quiere recordar ni en la que nadie quiere inmiscuirse. Pero ahí está, ante todos nosotros. La obra de Siza convertida en Villa Meona, con sus muros blancos sometidos al arte callejero, con okupas que aprovechan el vacío de los locales comerciales sin adjudicar, con una plaza que no consigue el calor de otras abandonadas, con una falta de vigilancia absoluta... un entorno sin control para una obra que fue metida con calzador en nuestras vidas mientras se trabajó en el hundimiento de aquellos auténticos tesoros que bien pudiéramos haber salvado. ¿Se acuerdan del Cine África? Por ejemplo.
Aún recuerdo aquella noche inaugural, el Paseo del Revellín y la calle Real eran escenarios del ir y venir de matrimonios que parecían asistir al gran evento del siglo. Los peluqueros hicieron el agosto, las cajas fuertes fueron desempolvadas para sacar las ‘joyas’ de vestir/aparentar, quien más quien menos trataba de ser lo que no es... era como el combate típico de las plazas de los pueblos pero sin violencia (a ver quién posa mejor, pensarían, aunque luego en vez de chuletón tuvieran sardinas en lata para cenar o las perlas fueran igual de auténticas que los bolsos cruzados por Tarajal). La Manzana ahí está, ante nosotros, sin que se sepa muy bien para qué servirá más allá de acogida de eventos, carnavales o hasta barra de bar ideada por Festejos para atraer mayor atención al desangelado COAC.