A raíz de las palabras dichas por Montilla en una conferencia en el “Fórum Europa Tribuna Cataluña”, a saber: «No creo que tenga mucho futuro, no hay ningún estado que vea de buen grado su propia amputación porque España sin Cataluña no sería España, sería otra cosa, no nos engañemos, no estamos hablando de Ceuta y Melilla», se le ha puesto en la picota a este senador y expresidente de la Generalitat de catalunya. En nuestra opinión, no nos parece que haya tenido de manera expresa, mala intención el iznajeño al referirse a nuestra ciudad y Melilla; sino una falta de tacto y un buen granel de torpeza en la comparación. Pues es claro que ni en extensión, ni en población, ni en el aspecto económico nos podemos comparar, porque Cataluña es una gran autonomía, que incluso quiere convertirse en un estado, y nosotros somos dos ciudades pequeñas de apenas 100.000 habitantes cada una.
Sin embargo, hay algo que ha dolido profundamente a los ciudadanos de las dos ciudades, aunque es posible que en un sentido llevara algo de razón las desafortunadas palabras del catalán nacido en la provincia de Córdoba. Y, lo que nos ha dolido ha sido la poca consideración que el nombre de nuestras ciudades causan en la prestigiosa autoridad de un senador, que le han servido para comparar la importancia de Catalunya, con la poca -en su consideración- que tienen nuestras Ciudades Autónomas.
Y, en esta ciudad antigua de siete colinas, acostumbrada a sufrir desaires desde cualquier ámbito del país -cuando les vienen en gana a políticos advenedizos mal acreditados, y a entidades diversas peores informadas- se haya muy sensibilizada a estas descalificaciones, y poco nos falta “pa” tirarnos al monte para deshacer entuertos como bien hiciera el famoso hidalgo don Quijote de la Mancha. Que si bien pareciera exagerado en los tiempos que vivimos, y alejados de aquellas llanuras manchegas pobladas de molinos de viento, que tanto gustara de confundir el buen Caballero de la Triste Figura, pero que a mi modo de ver no estaría mal, que ante tanta indefensión nos echáramos de verdad al monte y cantáramos las cuarenta a tanto necio suelto...
"Todo el comercio que denominan en un eufemismo “atípico”, se halla fuera de todo comercio reglado y ajustado a que tenga una perspectiva de perdurar en el tiempo, como una fuente de riqueza que haga prosperar a toda la zona intrafronteriza"
Sin embargo, -como dijera más arriba- algo de razón tuviera el renombrado socialista nacido en Iznájar (Córdoba), pues ese menosprecio y esa invisibilidad que nos asigna el neocatalán, pareciera que se ha instalado en nuestra capital; pues al parecer Ceuta no es la frontera sur como suscriben los tratados de la Unión Europea y sólo un paso fronterizo como afirma Marruecos. Nada de lo que ocurre en la frontera del Tarajal tiene sentido y no corresponde a lo que debería ser una aduana perfectamente adaptada a los flujos de personas y mercancías entre el reino de Marruecos y la Unión Europea. No tiene sentido y colapsa la ciudad ante cualquier emergencia esas colas interminables de vehículos que a veces llegan hasta el puente del Chorrillo* -que no se molesten los eruditos y versados de la heráldica de los nombre de calles y monumentos del paisaje antiguo de Ceuta, por llamarle con esa denominación popular al puente de la Virgen de África, pero nacimos en el Callejón del Asilo, y allí, cuando los niños pasábamos por los arcos debajo del puente lo denominábamos de esta manera- por el atasco monumental que se forma a partir de la frontera.
Todo el comercio que denominan en un eufemismo “atípico”, se halla fuera de todo comercio reglado y ajustado a que tenga una perspectiva de perdurar en el tiempo, como una fuente de riqueza que haga prosperar a toda la zona intrafronteriza. Pues hemos de decir que cualquier producto que vaya en los bultos son puestos a pie de los comerciantes marroquíes con el pago al Ayuntamiento del impuesto reducido del IVA que corresponde con el IPSI, con lo cual se ahorran el impuesto arancelario que tendrían que pagar por ser un tercer país con respecto a la Unión Europea. Con este propósito son contratados miles de porteadores, que por una pequeña ganancia en su prestación en un régimen de porteo -portear bultos que pueden llegar a los 90 kilos- que contradice los “Derechos Humanos” más elementales, pues ya se han producido varías muertes de mujeres portadoras aplastadas por las avalanchas que se suelen producir, y que ojalá sean las últimas...
No; no nos parece que estas imágenes de mujeres, de ancianas e incluso de inválidos portando bultos por obtener unos euros -que nos repugnan sobremanera-, sea la mejor forma de comerciar con Marruecos; ni acaso a los comerciantes de Ceuta pueda interesarle, por el colapso que estas colas producen en la ciudad, y la competencia que producen estos productos importados a bajo precio en toda la zona de Tetuán-Tánger (Yebala)**, que ya hace innecesario que parte de la población del país vecino, vengan de compras a las calles comerciales de nuestro municipio.
De tal modo Rabat habla ya de pérdidas que algunos diarios se atreven a cuantificar: «El periódico “Akhbar al Yaoum” asegura que la actividad del comercio atípico origina a Marruecos un impacto negativo que estima en el entorno de los 365 millones de euros anuales. La necesidad de acometer medidas se viene fraguando desde hace meses al calor de un debate público cada vez más consciente de las consecuencias que este modelo económico irregular puede llegar a tener en el país vecino. Hace unos meses, el consejero comunal en Castillejos, Mohamed Yunes, explicaba al diario español “El Confidencial” cómo la invasión de productos procedentes de Ceuta se estaba traduciendo, paulatinamente, en un norte de Marruecos cada vez más improductivo. Según Yunes, muchas actividades económicas están condenadas al fracaso dado que siempre es más barato traer los artículos desde Ceuta que dedicarse a su producción.»
España, Marruecos y la Unión Europea, deben de llegar a unos acuerdos razonables, que hagan posible una aduana -frontera sur de la U.E.- que racionalices estos flujos comerciales, adecuándolos a muestro tiempo actual como contemporáneos del siglo XXI, y no con unos usos comerciales propios del siglo XIX, pues nunca vimos, en el siglo pasado XX, imágenes tan dantescas y terribles, como las que hemos visto en los últimos años en la frontera del Tarajal. Y, habremos de añadir más, a mo