No me gustaría que estas letras sonaran a despedida, aunque creo que será inevitable, porque así es la vida del maestro. Pero de todas maneras no puedo dejar que os marchéis sin hacer un pequeño balance de nuestra convivencia en estos años.
Aún recuerdo vuestras caras la primera vez que os recogí en el patio y os enterasteis de quién iba a ser vuestra tutora. Lo que no sabíais era que yo estaba tan nerviosa como vosotros.
Poco a poco conseguimos hacer un grupo en el que nos hemos reído, nos hemos enfadado, y hasta hemos aprendido un poquito…. Pero sobre todo y lo más importante, hemos hecho un grupo en el que nos respetamos y respetamos a los demás, no importa lo que otros piensen de nosotros porque lo importante es que nosotros llevemos el camino correcto, que aprendamos a conducirnos como personas, ya que la envidia y desleal competencia no llevan más que a unas malas relaciones e intolerancia que enturbian la convivencia.
Más allá de pensar ahora si habéis aprendido muchas matemáticas, tenéis más o menos faltas de ortografía, hacéis mejor o peor los análisis sintácticos, etcétera, me gustaría destacar lo más importante que desde mi punto de vista habéis aprendido: que sois capaces de hacer lo que queráis hacer; que valéis para todo aquello en lo que ponéis empeño. Que el fracaso no tiene cabida en nuestro vocabulario, y que vuestra vida debe regirse por unos principios tan valiosos como la integridad, el respeto, la amistad y el compañerismo. Que ante todo sois buenas personas, responsables, cooperativas… y con este equipaje, todo lo demás vendrá solo.
Me gustaría recordaros que somos artífices des proezas tales como hacer 366 barquitos de papel en 20 minutos; o de preparar una obra de teatro en un mes poco más o menos; de hacer un regalo para un día especial en algo más de una hora. Y todo ello, porque formamos un equipo, porque aprendemos los unos de los otros y nos ayudamos cuando lo necesitamos.
Y, paradojas de la vida, de todos y todas, la que más ha aprendido y la que más ha recibido he sido yo, y quiero desde aquí agradeceros todo lo que me habéis dado. Puede que no os hayáis dado cuenta, porque los adultos a veces escondemos nuestros sentimientos, nos hacemos nuestra pequeña coraza para sobrevivir. Seguramente no tenéis ni idea de lo que para mí ha significado cada mañana que uno a uno fuerais dándome los buenos días al pasar, vuestros abrazos, vuestros besos, y el afecto que me transmitíais cada día. Nunca olvidaré esas palabras (inmerecidas por otra parte), que algun@s adulador@s dirigíais a mi persona y que realmente me iluminaban el día. Vosotros habéis convertido un periodo difícil de mi vida, en uno los mejores, y nunca os lo agradeceré lo bastante.
Yo seguiré aquí. Y otros alumnos y alumnas pasarán por mi aula, por mi vida, pero no me duelen prendas en reconocer que vosotros siempre seréis especiales. Por todo ello, siempre os llevaré en mi corazón y os deseo todo lo mejor en vuestras vidas. Nunca olvidéis aquello que os digo siempre: “Seréis lo que queráis ser, porque tenéis capacidad para ello”.
¡Hasta siempre, mis piratas!
Vuestra orgullosa tutora de 6ºA.
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