Cuando parece que todo se impregna de su fragancia, cuando parece que no hay más que verdes resplandores de Esperanza, cuando mi alma henchida se prepara ésta postrera mañana para acercarse al Sagrario Catedralicio y besar tus manos puras de Madre Inmaculada,
cuando me he desvelado del sueño cuando soñaba con Ella, cuando el lucero del alba ilumina mi presencia no tengo más remedio que coger papel y lápiz y recordar lo vivido y creer que no fue un sueño.
Cuando el teléfono de la guardia rompe mi sueño a las 4:25 de la madrugada no atino a contestar a la sala de coordinación del DCCU, tras unos segundos de titubeo me percato de que no estaba andando por las arenas sino reposando mi cuerpo y mi mente cansados en una acogedora habitación de hospital, y tengo que salir corriendo porque una señora se ha despertado ahogándose. Cuando llego a su casa y decido trasladarla al hospital de Valme veo a San Antonio en su cabecera, un rosario de azabache con medallas que me dice es de su abuela, una estampa de Madre Angelita, y un Cautivo de tamaño natural que ha hecho su hijo. Llega bien al hospital y en mi desvelo me pongo a escribir lo que creí estar soñando...
...Con mi hermandad
yo voy por los caminos
y me gusta ir andando
de peregrino.
¡Cómo brilla la plata,
de mi carreta,
las campanillas suenan
por las vereas’!
En esta reluciente mañana de mayo glorioso y mariano por excelencia, cuando Ella me espera con sus galas inmaculistas posada en el altar del Sagrario, esperando que me deleite en su presencia y me transporte a un camino de esperanza con brazadas de romero y en el pinar de mi alma espigas de amor sincero, vuelvo a colarme entre las páginas de este diario local para servir de heraldo aficionado que intenta recordar a su gente que los campos ya están verdes que como cuenta esa vieja leyenda las flores del camino un día de primavera se fueron en la carreta, el tomillo y el romero, arrayán y carihuela, jara, azucena y albahaca, jacarandas y jazmín, alcaparras, terebintos y petunias...
Y me fui andando los campos descalzo hasta media pierna y recoger en mis manos campanillas y violetas...
¡Ay recuerdos del camino
que pasean por mi mente
cuando abría entre los pinos
la mañana con mi gente.
El aire bordao’ de trigo
sevillanas y plegarias
por el camino andando
carretas de tela blanca.
La luna entusiasmada
Se pasea por el cielo
Yo vi cómo se paraba
Al laito’ del romero.
Yo sentía en la garganta
La alegría del buen vino
La marisma le cantaba
Al Simpecao Divino
Soñando hago el camino
De carreta y hermandad
Bajo ese sol cansino
Andando la Raya Real...
...Y yo no sé si estoy soñando,
si estoy despierto o dormío’,
pero quiero ir volando
a encontrarme con Rocío.
Quizás, tampoco vaya este año a recorrer los caminos, pero mi alma saldrá junto al Simpecao Divino, lo sacará de la iglesia, lo llevará con tronío y lo entronizará con arte entre azucenas y lirios, le cantarán una Salve, le dirán por los caminos esos vivas y aleluyas y piropos de sus hijos. Ahora que ya pasó ese triduo y el rosario, que las antorchan alumbran los caminos impregnados de romero y de prados florecíos’ que hacen de puente en el agua para escaparse a su nío’, esa Paloma Almonteña que me espera con su Niño, me dice que vaya a verla, que le cante los caminos, que prepare una manta, unos botos y un suspiro en el que se escapó mi alma queriendo encontrar su nío’.
Y es que cuando llega mayo a la tierra mía se me desboca mi alma y la razón confundía’ no conoce de trabajo de familia ni de amigos, porque quiere irse volando como un jilguero a su nío’.
...Entre sueños de marismas
Y de arenales dormíos’
Voy preparando mi alma
Para marcharme al Rocío.
Y a solas con mis recuerdos
Abro mi arcón rociero
Y me parece que abro
Las mismas puertas del cielo.
El cordón con la medalla
Y las cajas de sombreros
La gorrilla pal’ camino
Y mis zahones de cuero.
Saco mi vieja guitarra
Y mi tambor rociero
Y letras por sevillanas
Para decirte te quiero.
...y cuando hablo con Ella
con mi Madre del Rocío
saco batas de lunares
y mantoncillos a juego
peinecillos de colores
y flores para su pelo.
Saco cortinas de encaje
Para adornar la carreta
El anafe y los peroles
La caña y la pandereta
Y cuando ya está vacío
Sólo me queda la arena
El caminar de mis pasos
Donde quedaron mis huellas...
Cuando faltan dos semanas pa’ que salga la Señora ni el trabajo ni la vida me estorban en la memoria, se me cuela en el sentío’ el verde del Simpecao y el dorado de los trigos que pasean a su lao’. Y sigo caminando por los caminos del tiempo y paseo junto a Ella en una nube del cielo...
...Y me pongo a cantar
y me pongo a cantar
al lao’ del Simpecao
cuando se para
pa’ descansar.
...Y una guitarra entre pinares sigue entonando coplas por el aire, se va escuchando un revuelo de volantes de tu vestío’, entre palmas y cantes es mi delirio, y cruzando el Quema entre el gentío, yo bailo unas sevillanas pa’ mi Rocío, y un coro le canta al Simpecao, hermanos que se abrazan emocionaos’.
...Ya se acerca la hora, vamos deprisa, la Hermandad de mi Ceuta canta su misa.
Virgencita de África
No tengas celos
Que voy pa’ la marisma
Con tu recuerdo.
Ese jueves de mayo
Se alegra el cielo
Salen para el Rocío
Nuestros romeros...
...Un Simpecao verde y oro
y una misa de romeros
dos velitas lo iluminan
y la luz de los luceros.
...Un sueño de Rocío
arrastra cantares
un eco entre los pinos
que mecen tus varales...
Cuando faltan unos días para verla de nuevo a Ella os anuncio rocieros que se terminó la espera, que ya no nos queda ná’, que la Virgen está esperando que yo salte de mi sueño y la vea por las calles...
...Y luego poder volar
sentir un escalofrío
sólo Rocío
con tu mirar.
...Un eco de corazones
despiertan a la Señora
que dormía entre las flores
sabe que llegó la hora.
Y en tus jardines, Ceuta, se habrá hecho ya la primavera, y en la Argentina te espera un clavel que se cayó cuando pasaba mi Dulce llevando en las manos el sol y una rosa desprendía’ de una jarra de mi Palma que quiere adornar tu pelo como una azucena blanca...
Cuando llegues a la plaza donde vive mi Patrona recogerás los te quieros que quedaron en mi boca cuando dejé tu esperanza ese martes conmovío’ y esperaba que llegase de nuevo otro Rocío.
Rocío, Pastora y Madre, ya se celebró la misa, comienza el camino, los cohetes nos pregonan la inmensa alegría de todos tus hijos, ahora partes las carretas, caballos y peregrinos desde todos los lugares, buscando otra vez tu nío’. Al paso de los dos bueyes marcha el Simpecao con andar cansino tras el hilo de sus ruedas nacen en el suelo senderos divinos, hay plegarias en el aire, ilusiones y cariño. Y escucho en la lejanía al pequeño Rafael que con arte y señorío los llamaba a la vez,...
¡Piloto, Alférez,
esa yunta Manriqueña
que tiró de Simpecao
cuando este rociero
lo cubría con cuidao’,
pero un cohete dichoso
estallaba por el cielo
y desbocó caprichoso
el camino a los romeros,
gracias a Dios, otra vez
no pasó nada, Señora
aquí me tienes con fe
porque ya llegó la hora.
La caída de la tarde, primera parada, alto en el camino, se detienen las carretas y va sonando en el campo un rumor por los sentíos’, es el rezo del rosario que entonan los peregrinos...
Vaya lío tengo encima,
vaya sueño más dormío’
vaya locura divina
la que me lleva al Rocío...
...Y los aromas de la mañana
impregnan el corazón mío
y otra vez por las arenas
marchan los bueyes uncíos’,
el curso del Quema brilla
la temblorosa imagen
que refleja el río.
El Simpecao de mi Ceuta,
En el agua se ha metío’...
Al llegar a Villamanrique, pueblo rociero, hermano y querío’, salves dichas con el alma, coro que te canta con gran regocijo, la noche cubre a mi Ceuta, encinas le dan cobijo...
...Paso por el Cancelín, la Raya y Palacio, nuevo día vencío’, son noches inolvidables las que en las paradas viven los amigos, alegría en las gargantas, de mi Ceuta entre los pinos...
...Los hermanos de mi tierra sienten en su mente su rostro divino, Ay puente del Ajolí, qué bendición del Rocío...
Y al llegar este momento quiebro mi voz para cantar a la gente que me enseñaron el Rocío, una Hermandad que me enseñó a sentirme rociero por las arenas más viejas que tó’ los tiempos, paso a paso caminé, aprendiendo del que sabe, igual que un niño camina, de la mano de su madre.
¡Viva la Hermandad de Ceuta,
Viva mi tierra por siempre
Que nunca fue bien nacío’
Quien renegó de su gente!.
Fue la Verde luz
que emana de tus ojos, esa luz
que acorta las distancias, esa luz
que iluminó tu boca,
la que me hizo prisionero
de tu cuerpo y tu cintura
de tus manos primorosas
y de tus buenas hechuras.
La que me hizo nazareno
A los pies de su figura
La que me arrebató el alma
Y la prendió en su cintura,
La que me llena de gracias
Y de divina locura,
El que me acerca a tu Hijo
Que cabalga en su montura
La que le dice a San Juan
Toma mi pena que es tuya,
La que comenta con Sara
Los pesares a la luna,
La que le dice a Israel
Síguelo junto a Triburcia...
Edad no son los años que tienes, es la forma de vivirlos, la vida depende de la intensidad con que se vive, no de su extensión...
Gracias a Ti, Señor, porque me has cubierto con tu Espíritu y me has ungido como anunciante de la Reina de las Marismas, en estos momentos el corazón late intensamente buscando en su interior la gratitud para todos los que aman a la Virgen. A su Hermano Mayor, a su Junta de Gobierno, por confiar una vez más en mi palabra, que se me antoja indigna ante tanto marianismo en esencia. Y mi agradecimiento a quien en un gesto de amistad, generosidad, confianza y gran valentía quiso poner mi humilde persona para engalanar los triduos, la carreta y tantos y tantos buenos momentos vividos, antaño... Y a todos los hermanos, devotos de Nuestra Señora, porque son ellos quienes hacen nacer cada día la fuerza enorme de la devoción rociera en Ceuta, y porque son sus labios, los que elevan una plegaria continua a la Madre de Dios y son sus corazones un pregón permanente a la Consoladora de los Afligidos y fiel protectora en todos los naufragios de nuestras vidas...
Delante de mis hermanos
Y al son de dulces campanas
Se desboca el corazón
De este cofrade caballa,
que pretende recordar
a la Reina de los Cielos
Nuestra Madre Angelical.
¡Que atrevimiento el mío
que locura pregonera
pretenderos anunciar
las vivencias rocieras
de una tarde sin igual
cuando por las calles vaya
esa Reina Celestial.
Marismeña Flor de ensueño
Que a la tierra bajará
Desde un pedazo de cielo,
Rodeada por el mar
Y delfines marismeños
Que hasta África traerán
A tu humilde rociero.
Y un pregón abre sus puertas
Por cantar las letanías
Y aquí el verso ante tus plantas
Se desborda de alegría
Cuando mi voz que te busca
De Sevilla hasta tu casa
Se va enredando en las olas
Que me acercan a tus plantas.
Desde Sevilla yo vengo
A traeros ilusiones
Desde Sevilla yo vengo
Envuelto entre resplandores
Que de una Virgen chiquita
envidia de los primores
le traigo un saludo fresco
a la que vive entre flores
a esa que por agosto
a nuestra tierra nos baja
envuelta entre querubines
que les sostienen las andas,
bajando del camarín
que queda solo, sin plata
sin plata y sin el oro
que sus hechuras emanan,
hechuras de Gran Señora,
Señora que a ti te llaman
Por ser entre toas’ las flores
La más hermosa serrana
La madre de los caballas
Rocío, la Soberana.
...Veintiséis años de historia contemplan a nuestra querida Titular, Ella es nuestro aval y nuestro reto de cada día, nuestro más preciado legado, tenemos nuestras luces y nuestras sombras, hemos sido criticados, denostados, incomprendidos..., pero aquí estamos; contra viento y marea, aquí estamos, somos Hermanos del Rocío por vocación y moriremos rocieros por convicción. Todo esto nos obliga y nos compromete. No podemos dejar que se apague la llama que durante años ha permanecido encendida, y que ha sido colaboradora constante en la catequesis de la Iglesia.
Cierto es que hemos de actualizar nuestro mensaje para ser comprendidos, la Hermandad debe aprovechar el enorme caudal humano que llama a sus puertas, e involucrarse decididamente en la ayuda al Hermano. En su seno debe generarse el clima necesario en que apoyarse para buscar respuesta a los problemas de cada día.
Sólo deseo, que aquellos que no entienden nuestras manifestaciones de religiosidad popular, que no comprenden la catequesis de nuestro Simpecao en la calle, se abstengan de opinar sobre algo de que nada saben.
Ceuta, la Virgen con su Niño saldrá de su casa, recorrerá tus calles, tus plazas, tus esquinas, surcará tus mares, el pequeñín exhalará su Espíritu en la amanecida, en el suspiro volverá a su templo, a esa recoleta ermita marismeña, para quedarse por siempre en las entrañas de su Pueblo.
Aquí estoy, Madre mía, para postrarme al poder de tu mirada, con tu venia pedir por esta tierra rociera que te espera en las calles. Aquí me tienes, Estrella de la Mañana, Madre del Creador, Señora de las Rocinas, Faro de mis Pesares, Maremoto de Pasiones, Flor del Coto de Doñana.
Levantad sus andas almonteños, allanad los caminos del pequeño Jesús y de María, tomadlas en vuestras manos y seguidles, haceos cirineos de la Cruz de Cristo para que descanse sobre vuestras manos cuando el jueves salga a nuestras calles...
...No puedo decirte adiós
ahora que esto termina
y el verso se difumina
en los silencios de Dios
porque ya somos los dos
uno del otro, de suerte
que si no volviera a verte
de pena me moriría,
Ay, Rocío sería
Morir de amor sin tenerte.
Me quiero quedar aquí
Hecho un bucle de tu pelo
Palpar la brisa salada
Que viene en busca de Ti,
Y lo quiero porque así
Sentiré tan cerca el cielo
De tu cara, que el anhelo
De un verso sin despedida
Será paloma que anida
Para siempre entre tus dedos.
Decirte adiós no podría
Madre mía en esta hora
De la noche redentora
Con tu azul avemaría,
Detesto la lejanía
Que no me permite verte
Quiero a mi lado tenerte
Quedarme preso a tu lado
Y al cobijo de tu amparo
Por siempre Madre tenerte.
Deja, Madre que un rincón
De tu capilla sea el nido
Del amor que ha traído
El verso de mi oración,
Y, con él, mi corazón
Se quede aquí prisionero
Con su rezo salinero
Y el rubor de su alegría
Que cruzaron el Estrecho
Con un verso y un te quiero.
Decirte adiós no sabría
Por mucho que lo intentara
Que, mirándote a la cara
El adiós no me saldría,
Por eso mejor sería
Me abrazases con ternura
Y en la paz de tu capilla
Nos quedásemos los dos,
No puedo decirte adiós,
Tú lo sabes, Madre mía...
Que no haya rencores
Allí en la marisma
Y reine la paz
Que este año a la Señora
No quiero verla llorar.
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