A mi madre, por J.D. Benedicto

Estuve dándole las gracias durante mucho tiempo, llevándole flores a su tumba aquí en Ceuta, cosa que la verdad que no iba con mucha habitualidad

Por los años noventa me presentó un pariente mío a un hombre de unos setenta años de edad que al principio me indicó que estaba muy interesado en los fenómenos paranormales y muy especialmente en los OVNIS. Me acuerdo que se presentó en la zona que siempre estábamos cuando llegaba la época estival por las noches de los fines de semanas casi siempre, en San Antonio, más concretamente, y los aparatos casi siempre los poníamos en el monolito que existía de los pies de Franco, bueno muy cerca de los mismos. Allí una noche empezó a hablar de una experiencia que había tenido que la verdad que fue muy interesante.

Yo siempre he sido muy servicial y a la vez he estado muy encima de mi madre. La pobre, a pesar de tener muchos hijos, el que siempre se encontraba con ella hasta su fallecimiento fui yo, no me gustaba dejarla nunca sola y cuando no tenía más remedio siempre me iba con las lágrimas en el rostro. Me acuerdo que mi mujer una vez, detrás de otra, me dijo que quería más a mi madre que a ella. Incluso tenía plena confianza con ella y le decía todas las confidencias que tenía. Siempre la he tenido como una santa y por eso a pesar que la pobre lleva fallecida unos pocos de años cuando me hace falta yo se que siempre puedo contar con ella. Ustedes dirán que eso es imposible. Pues no. Para más señas hace cuestión de unos días tuve un problema con una tarjeta de crédito que me la habían dado hacia poco y la verdad que no me acordaba del número del pin. Una cosa muy usual en las personas de nuestra edad, que estamos acostumbrados de hablar con nuestro cajero de carne y hueso y que no nos falte. Y en mis adentros empecé a decirle a ella mamá sóplame el número que yo se que tu tienes una buena memoria. Pues al cabo de unos minutos me vino a la cabeza los cuatro números que al introducirlo en el cajero me dio el dinero que le había pedido.

A parte de todo esto yo se cuando se encuentra o no. Empiezo primero a tener unas sensaciones de rareza que me indican que algo se encuentra junto a mí, un poco más tarde siempre empiezo a oler la colonia que se echaba siempre ella y por último escucho ruidos o susurros de ella. Me quería muchísimo y por eso creo que siempre estará junto a mí. A parte de todo lo contado me acuerdo como si fuera ayer que una noche me acosté muy preocupado por una deuda que tenía contraída con una persona, los negocios tienen siempre estos días malos y que tenía tan solo pocas fechas para poder saldarla entonces fue cuando las sensaciones expuestas se presentaron y en un sueño se presentó ella con un aspecto radiante. Yo creo que se quitó del medio más de cuarenta años. Ya que estaba la pobre mía guapísima con sus melenas rubias y muy bien vestida y me dijo no te preocupes que todo se solucionará pronto, compra una lotería con un número que ahora mismo no me acuerdo pero que estuvo dándome la tabarra toda la noche para que no se me olvidara. Lo primero que hice cuando me levanté fue ir a buscar una administración de loterías y buscar el número que me dijo que por suerte era el último que le quedaba a la señora que regentaba el citado local. Cuando se celebró el sorteo me quedé perplejo ya que me tocó íntegro el primer premio que eran más de dos millones de pesetas. Más que suficiente para pagar la deuda y pasar unas buenas vacaciones. Estuve dándole las gracias durante mucho tiempo, llevándole flores a su tumba aquí en Ceuta, cosa que la verdad que no iba con mucha habitualidad.

Me acuerdo de otra cosa que me pasó, esta vez estaba muy mosqueado con una de mis hermanas pequeñas y ella se me presentó en un sueño diciéndome que me dejara de tonterías que era mi hermana y que debería de perdonarla ya que no era tanto lo que me había hecho. Pero el recuerdo más fuerte que tengo de ella es cuando se fue de este mundo y me dijo en privado, ya que echó de la habitación a los ocho hermanos que estábamos presentes dos de ellos todavía no habían podido llegar de Barcelona y de La Coruña, y me dijo que todo el amor de ella pertenecía a él pero que todo lo que tenía material tenía que compartirlo con todos los hermanos. Fue un disparo directo al corazón que para mí se quedará grabado para toda la vida.