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A la Guardia Civil de Ceuta

Arrecia en Ceuta  temporal de levante contra la Guardia Civil. Es un oleaje con resaca y mar de fondo desde aquel fatídico día en que las aguas del Mediterráneo arrojaron a la playa del Tarajal a 15 almas inmigrantes que, ahogados en aguas marroquíes, luego fueron arrastradas por las corrientes marinas hacia las aguas españolas colindantes con la frontera. Por un lado, es comprensible que algunos se irriten,

habida cuenta de que estamos en presencia de una pérdida humana irreparable. Lo que es inconcebible, que sólo se arremeta contra España y sus Agentes y nada se reproche a Marruecos, cuyas mafias promueven el tráfico de personas y se embolsan grandes sumas de dinero a base de fabricarles la falsa ilusión de alcanzar el paraíso terrenal prometido de España. Pero ha sido por las aguas de Marruecos por donde entraron a nado y en las mismas fallecieron; ninguno murió en aguas españolas. Y hay que volver a decir aquí que las 15 muertes han sido una triste tragedia y una gran pena, pues además de personas humanas, eran jóvenes repletos de una larga y hermosa vida que tenían por delante, y que lo único que habían hecho era soñar con un mundo mejor que en sus países no tenían. Eso es demasiado triste para cualquiera, pero más para sus familiares queridos, saber que sus vidas han quedado truncadas para siempre.
Pero, precisamente por eso, lo que no cabe en cabeza humana es que alguien piense que tan lamentable pérdida en vidas se haya debido al comportamiento de la Guardia Civil al utilizar material antidisturbios cuando se disponían a entrar a nado en las aguas españolas de Ceuta, que aun suponiendo que su uso pudo no ser del todo acertado, lo que no se puede hacer es prejuzgar la investigación judicial en curso imputándole por algunos la culpa a la Guardia Civil. Siendo muy respetuoso con lo que la vía judicial determine, a mi modesta forma de ver,  en ningún caso hay que buscar la causa-efecto de las 15 muertes en la actuación de los Agentes, que hay que recordar que se hallaban allí no por su gusto, sino en cumplimiento de un deber que por ley tienen atribuido y de una orden superior recibida, como es la vigilancia y el control de fronteras que todos los países ejercen. Y, sabiendo que los inmigrantes acuden en oleadas envalentonados al asalto, arremetiendo contra los Agentes armados de piedras, palos y otros objetos contundentes, resueltos a forzar y saltarse las vallas,  sin que ni las alambradas ni las concertinas les frenen, a sabiendas de que van a herirse en manos, piernas y en todo el cuerpo, el hecho presunto de que los Guardias  dispararan balas de goma para delimitar la línea fronteriza en el agua, pues tampoco les iba a amedrantar hasta el punto de forzarles a retroceder hasta ahogarse; antes hubieran preferido que les hiriera levemente alguna pelota de goma que morir ahogados, máxime cuando ya he referido en otro artículo que está acreditado en sede judicial que sobre un 80 por ciento de subsaharianos no saben nadar. Los que sí sabían, no tuvieron ninguna dificultad para ganar la playa, y se salvaron sin que nadie les empujara para atrás ni les forzara para permanecer en el agua hasta ahogarse.
Y tampoco creo que sea de recibo que alguien piense que pueda haber funcionarios (sean Guardias Civiles, Policías Nacionales, Locales o de cualquier otro Cuerpo), que vayan a obrar con tanta crueldad que llegue hasta el extremo de no importarles la vida de personas humanas hasta el punto de querer forzarles a ahogarse, y menos todavía cuando se trata de un Cuerpo de reconocida eficacia y prestigio, que casi a diario da público ejemplo de salvar vidas humanas, de ayudar y auxiliar a cualquiera que se halle en situación de peligro, como accidentados en carretera, escaladores en la montaña, bañistas que están en peligro de ahogo, y hasta a los propios inmigrantes que casi a diario rescatan cuando quedan en el mar a la deriva.
En todos esos casos, no dudan en arrojarse al agua a salvarlos aun a costas de poner los Agentes en grave peligro su propia vida, en muchos casos sin ni siquiera estar de servicio, al igual que también lo hacen la Policía Nacional y otros servidores del Estado. No se olvide que La Guardia civil es una Institución benemérita, de largo historial profesional y de acreditado prestigio.
Fue fundada en 1844 para perseguir la criminalidad y otros ilícitos en el ámbito rural, es decir, hace ya nada menos que unos 170 años. Y llama poderosamente la atención que de haber sido creada inicialmente para mantener el orden público en el medio rural,  para atajar los brotes de terrorismo, bandolerismo e inseguridad ciudadana que surgieron en los campos y en los pueblos a raíz de la Guerra de la Independencia, pues luego poco a poco el Cuerpo ha ido ampliando sus funciones y cometidos hasta llegar a ser en la actualidad uno de los cuerpos policiales de todo el mundo que más competencias acumula. Y eso sólo puede deberse a su alta profesionalidad y muy cualificada eficacia.
 La Guardia Civil  es un Cuerpo con un excelente historial profesional, de honda tradición en seguridad ciudadana y bastante querido por la inmensa mayoría del pueblo español. No hay más que ver que en todas las poblaciones donde se quita alguno de sus cuarteles, suele el pueblo manifestarse pidiendo que se quede, siendo una de las instituciones más apreciadas y valoradas por la ciudadanía, por su total entrega, absoluta dedicación y abnegado sacrificio. Sus componentes tienen muy a gala y como timbre de honor ser fiel cumplidores del deber y de sus obligaciones profesionales, como también realizar sus servicios y actuaciones con estricta observancia de las órdenes recibidas, siendo muy celosos de su misión y de sus competencias que difícilmente toleran que otros Cuerpos se le adelanten en los servicios. Velan día y noche por la seguridad ciudadana, actúan con imparcialidad y sin “casarse con nadie”, como coloquialmente suele decirse de sus miembros, caracterizándose también por su alto grado de rectitud, honradez y comportamiento moral en el ejercicio de sus funciones. Y si bien, es cierto que todo ello en modo alguno garantiza que la perfección en los servicios que presta llegue a tan alto nivel de satisfacción como para que siempre resulten ser infalibles y que como humanos que sus mandos y Agentes son también hay veces que se equivocan, se extralimitan o  transgreden la ley algunos de los más de 70 mil de sus componentes, en los casos que así sucede, el mismo Cuerpo suele encargarse de depurar responsabilidades con bastante exigencia y rigor.
Pero no es menos cierto que el Cuerpo ha prestado excelentes servicios a España y a los españoles; de manera que, en una valoración de conjunto, arroja un resultado abrumadoramente positivo, sin perjuicio de que haya que estar y pasar por el resultado que en su día arroje la investigación judicial. Todas las personas honestas y de bien que estén dentro de la ley y tengan en la vida un comportamiento y un proceder normales en su conducta,  no sólo es que no tienen nada que temer de la Guardia Civil, sino que es seguro que la inmensa mayoría alguna vez habremos sido destinatarios de su protección, seguridad, ayuda o auxilio. Precisamente por esa labor benefactora para con los ciudadanos fue por lo que en 1929 recibió el honroso título o digno sobrenombre de “Benemérita” Institución, cuyo galardón lo recibió en mérito a los extraordinarios servicios prestados al país y a la seguridad ciudadana. Y, concretamente en Ceuta, creo que está realizando excelentes servicios, junto con la Policía Nacional y Policía Local, pese al ambiente enrarecido de tensión y a las duras y difíciles condiciones en las que sus miembros han de desenvolverse, sobre todo, por esas frecuentes avalanchas de inmigración ilegal que por todas partes nos llegan, por el numeroso tráfico de drogas y demás delitos inducidos que todo ese mundo de los tráficos ilícitos genera.
A título de ejemplo sobre el estricto y exacto cumplimiento del deber de la Guardia Civil, voy a referir un hecho histórico de uno de sus miembros en el desempeño de sus obligaciones. En 1895 se produjo en Cuba el levantamiento simultáneo de 35 pueblos alzados contra España. En la población de Dolores, provincia de Cienfuegos, unos 300 insurrectos cubanos mandados por el cabecilla rebelde Rojas Fulero, entran en la población dirigiéndose hacia el pequeño fortín que servía de Puesto de la Guardia Civil, única guarnición del lugar compuesta  por once guardias. Los rebeldes envían una carta en la que les conminan a rendirse, y que decía textualmente: "Sr. Comandante de Puesto de la Guardia Civil de Dolores: Muy señor mío, por orden Superior y que bajo ningún pretexto puedo dejar de cumplir tengo que tomar el fuerte que usted ocupa mañana a las nueve sin falla. Yo para no cometer un acto infame y dar muerte "terrible" a ustedes, que serán víctimas de su Gobierno, les advierto esto, para si quieren entregarse sin formar combate y librarse de perecer todos si se oponen al rendimiento. Usted, si se entrega y quiere pasar a nuestras filas, obtendrá el grado de Sargento, y en buena paz y unión le ofrezco la mayor consideración y hermandad. Y si se oponen será destruido el fuerte por cuatro bombas de dinamita y 300 hombres que, a las nueve próximamente, los tendrán sitiados. La contesta la espero enseguida. Queda de usted con consideración, el Capitán José María Rojas Fulero. Por orden, el Ayudante, C. Crespo".
El Guardia de Segunda Santa Eulalia, que ejercía de Comandante de Puesto, contestó a Rojas con otra carta con la siguiente respuesta: "Señor don José M. Fulero, muy Señor mío: Enterado de su atenta carta, debo de manifestar que yo soy muy español y sobre todo pertenezco a la Benemérita Guardia Civil, y que habiéndome mis dignos jefes honrado con el mando de este Destacamento prefiero mil veces la muerte que yo serle traidor a mi patria y olvidar el juramento de fidelidad que presté a la gloriosa Bandera Española, en cuya defensa derramaré hasta mi última gota de sangre antes de cometer la vileza de entregarme con vida a los enemigos de España y de mi Rey. El ascenso que me proponen para nada lo necesito, pues estoy orgulloso de vestir el uniforme de Guardia Civil y soldado, y mi mayor gloria seria morir con él. Mis jefes también saben premiar a los que saben defender su honra, y así es que reunido con todos mis dignos compañeros, rechazamos con energía todas vuestras predicaciones y amenazas, y estrechados como buenos hermanos y como defensores de este pedazo de terreno gritamos, pero muy alto, para que ustedes lo oigan: ¡Viva España!, ¡Viva nuestro Rey!, ¡Viva la Guardia Civil! Aquí estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo, para que lleven su merecido. Dolores, 27 de octubre. El Guardia de Segunda Cándido Santa Eulalia".
Sorprendido y conmovido por la singular respuesta de aquel Guardia al mando de tan exigua guarnición, frente al enorme número de insurrectos que los cercaban, el cabecilla Rojas les hizo llegar un último mensaje:"Amigo mío: Me gusta tratar siempre con el hombre valiente y caballero. Yo tengo una orden superior para que hoy sin falta tome el fuerte y cumplir lo mandado contra ustedes; pero al ver hasta dónde llega su educación y valentía, dejo por hoy de cumplir mi deber, y haré además desistir a mis jefes de cometer este acto que es infame porque ustedes, nobles españoles, no harán más que cumplir como los héroes de vuestra patria. Yo trataré de dar mis excusas y buscar los medios que estén a mi alcance para cuanto pueda en bien de vosotros. Ruego a usted que dispense; desde hoy, como defensores de una idea seremos enemigos, pero en lo tocante a nuestra personalidad, puede usted contar con un buen amigo y servidor, el capitán José María Rojas Fulero. Por orden, el Ayudante, C. Crespo“. Pues así es, en general, la forma de actuar del Cuerpo, al que ningún vínculo profesional, ni militar ni de ninguna otra índole me une, salvo el afecto y consideración que en estricta justicia me merece.
 
 

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