He leído , como he hecho durante cinco años, tu artículo de despedida, deseo temporal. He de expresarte que todas las mañanas de domingo, en mi repaso a lo noticiable ha sido prioritario leerte, contrastar mis “otras miradas”, a veces confluyentes o lejanas, pero en las que he succionado, calma, sensatez, envidia sana y complicidad, a agradecer.
He sentido olores, he imaginado gestos, alegrías, tristeza, insatisfacción, percibido estrés, a veces sensible, sutil, profundo...irradiando proximidad, transcribiendo imágenes, sueños, experiencias próximas vividas, anhelos, vida.
Los recuerdos, los buenos momentos son imborrables y aunque no tengamos una relación y nos veamos muy de tarde en tarde, sigues siendo próximo, referente, necesario.
Deseo de todo corazón, sea un alto en el camino y mientras toda gama de colores que te hagan seguir avanzando en nuestro trasiego mundano, con tu personalidad como compañera, sin perder un ápice en tu doctorada maestría y “humanidad”. Al menos eso es lo reposa en mi interior, donde tienes un lugar, privilegiado.
Me hubiese gustado publicarlo en “tu medio de despedida”, pero los que nos declaramos y vivimos como aspirantes a antisistema y mal llamados despectivamente “rojeras”, no tenemos esa ventana de libertad, sesgada por intereses y concepciones que no comparto. ¡Bendita pluralidad! Cada cual tiene derecho a ir por la vida como le plazca y buscar sus utopías, que te activan y realizan en el empeño. ¡Y qué mejor premio que dejar huella, sentirse necesario, querido, reconocido¡
“Dussenberry entró en mi vida, en una mañana de transición.
Aquel momento y las indulgencias, privilegio al poderoso,
me hicieron aún, más rebelde y afianzar mis principios”
Simplemente, gracias.
Un fuerte abrazo y hasta siempre.