Quien no ha sentido la fuerza del choque haciendo movimiento al escribir y al andar y al sufrir, por sentir el calor de Regulares por llorar como el relicario que perdí del cariño Legionario, el amo del mundo a pie y sin dinero.
Si el que te escribe al frío o al calor luchando con honor, crujía su garganta cantando los vivas a España, sin el timón en su mano temblar, con que facilidad Dios mío, a veces se queda en el camino el valor heroico luchando como el león, como el gallo y como el toro, hago mía las palabras de Don Camilo.
No es malo recordar a los héroes y a los que representaron y así fue como el Fundador Millán Astray se inspiró en los Tercios de Flandes, donde trabajan los perros como caballos, son vidas dispersas : “No traigáis jamás tus guerreros a dar la batalla, si primero no estás seguro de sus corazones y conocido que están sin temor y que están ordenados ni los pruebas, si no ves que ellos esperan vencer, así lo dijo Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán”.
Del frío del Milagro de Empel al calor africano, de las Fuerzas Regulares que me dieron el Tarbuch con Honor, del Chapiri que me otorgó el Tercio, del capote manta a la escara, el movimiento se demuestra andando y tras el amargor de una posible despedida, espero que mi sentimiento sea más fuerte que el hielo, de aquella mañana de aquel ocho de diciembre.
Ballestero y escopetero, camarada del alma, a Flandes ni a por lumbre que es tierra fría, donde hoy nos quejamos del frío que pasamos y a golpe de puentes y de quejas nos olvidamos de lo que se celebra en nuestra tierra.
Como decía el que da nombre a nuestro segundo Tercio, “Pocos hombres pueden algunas veces producir grandes efectos, la disciplina y la paga regular ganan más campañas que las batallas campales”. Firmado Fernando Alvarez de Toledo, Duque de Alba.
Con el Honor y el Deber de defender a España y con el compromiso contraído voluntariamente y asumiendo que en Ceuta, somos los herederos de las Glorias que han ofrecido a España nuestra Unidades de origen.
Regulares, se cumplen cien años de “ las Peñas de Kaiat”.
Es definido como el heroísmo colectivo, un 19 de agosto de 1923 cuando una harka enemiga se preparaba para atacar los poblados de Uselax Labot e Iguerman, para apoderarse de ellos las harkas, incitan a la rebelión en la región.
Con la intención de evitarlo se envía una columna compuesta por el Primer Escuadrón y el Primer Tabor del Grupo, así como diez cargas del parque móvil con municiones y media sección de ambulancias de Sanidad, al mando del Comandante Benigno Fiscer Tornero, Jefe del Primer Tabor.
El combate comenzó con la agresión de los rebeldes, situados en las Peñas de Kaiat, a los trabajos de pista que realizaba una sección de Ingenieros, en su auxilio salió el Tabor, que desde el primer momento encontró numeroso enemigo fuertemente atrincherado en un terreno de difícil acceso.
No obstante el intenso fuego con el que el enemigo se oponía al avance y a lo abrupto del terreno, casi imposible de alcanzar para el hombre y tan fácil de ser defendido, los Regulares consiguieron llegar al asalto con abnegación y arrojo, a pesar de carecer del apoyo de la Artillería y en un combate brillante acorralar al enemigo, quedando con ello fallido intento deinsurreción de las Kábilas.
Siempre los Regulares quienes aparte de lucir las mejores galas, asumen la misión más dura y el puesto más difícil.
Los hechos, vicisitudes, anécdotas y vivencias que quizá pasen desapercibidas para la propia Legión, porque si este que aquí las cuenta, las olvidase en un cajón.
Cien años de la muerte del Tte. Cnel. Valenzuela
“Caballeros Legionarios, mañana salvaremos a nuestros compañeros de Tizzi-Azza, mañana entrará el convoy o moriremos todos.
El Espíritu del Legionario y el Espíritu de la Muerte, con ímpetu arrollador y a los gritos de Viva España, La Legión desalojó al enemigo de las ventajosas posiciones que ocupaba.
Con la muerte en la mirada mirando a sus hombres para demostrar que pueblo es el más valiente, a morir.
Mañana ejecutaremos esta hazaña porque nuestra raza no ha muerto aún”.
Con estas profundas palabras, el teniente coronel Rafael de Valenzuela y Urzaiz anticipaba el peor de los presagios mientras sus hombres de la I, II y IV Banderas del Tercio escuchaban con atención y respeto lo que sería la última arenga de su superior.
Con su heroica muerte a la temprana edad de 42 años, se convertía en el único Jefe de La Legión muerto al frente de sus legionarios.
Si me llega la hora del adiós porque me falte como acompañante mi más leal compañera, aunque no haya Capitán, habrá segundo Comandante.
Treinta y dos años he cumplido ya escribiendo y dando rienda suelta a mi duende a todas las Unidades que Ceuta ha ido pariendo, quizá me sienta ya con la añoranza y el olvido, por la soledad compartida mirando donde está mi compañera sentada en la grada, por las grandes ausencias que ya me siento que me vaya echando a un lado, dejo mis letras.
Si alguna vez el universo me marcara mi rumbo que volviera a ver tu mirada en el acero de las Banderas, que llevan grabadas contigo mi nombre.
Quedaré sólo en el campo de batalla como en aquellos Tercios de Flandes esperando el Milagro de Empel, suspirando: Que mis enemigos sean fuertes y bravos para que yo no sienta remordimiento, ¡Al derrotarlos al grito de Avispa, alcornoque, fuego, movimiento y choque, Infantería!.