El índice de fracaso escolar (definido este concepto como el hecho de no conseguir completar el nivel obligatorio de un sistema educativo) es un termómetro de gran fiabilidad para medir el grado de salud de una sociedad moderna. Una comunidad que presenta un elevado índice de fracaso escolar es una comunidad enferma. Tal es el caso de Ceuta. Desde tiempo inmemorial, nuestra Ciudad lidera la deshonrosa clasificación de fracaso escolar de España (y casi de toda Europa). Y esto es así ante una indiferencia cada vez más generalizada. A fuerza de repetirlo, nos hemos acostumbrado, lo hemos interiorizado y ya se considera como algo consustancial, que forma parte de nuestra idiosincrasia de forma inevitable. Pero nosotros no nos vamos a resignar.
Somos perfectamente conscientes de que el fracaso escolar es un fenómeno complejo y multidimensional que cristaliza en cada uno de los casos de forma muy diversa y por causas muy diferentes. No hay una receta única. No existen soluciones mágicas. La lucha contra el fracaso escolar es una empresa titánica que requiere un compromiso social muy amplio en el que todas las instituciones, y cada uno de los agentes educativos, tienen una cuota de obligaciones y responsabilidades. Pero precisamente por ello, resulta especialmente indignante que no se acometan de manera inmediata los objetivos más sencillos. Aquellos que sólo requieren una cantidad modesta de dinero y una pequeña dosis de voluntad. Nos referimos, concretamente, a facilitar a todo el alumnado, sin excepción, todo el material pedagógico necesario (y exigido) para trabajar durante el curso. Es una estafa indecente decir que la enseñanza obligatoria en España es universal y gratuita, si se les exige a las familias un esfuerzo económico que éstas no pueden asumir.
“Existen muchas familias que no están en condiciones de abonar los aproximadamente 400€ por alumno que cuesta el material necesario”
Provoca un cierto sonrojo tener que decir que lo ideal es que todos los alumnas y alumnas dispongan desde el primer día de clase de todo el material que el propio sistema les exige. Pues esta perogrullada no se cumple nunca. En Ceuta este hecho adquiere una mayor gravedad. No podemos obviar que, en Ceuta (también capital de la pobreza), algo más del cuarenta por ciento de la población vive con rentas por debajo de los umbrales de la pobreza y está en riesgo de exclusión social. Existen muchas (demasiadas) familias que no están en condiciones de abonar los aproximadamente cuatrocientos euros por alumno que cuesta el material necesario.
Son familias condenadas de antemano al sufrimiento para evitar que sus hijos caigan en situaciones de clara desventaja que, en muchos casos, son irrecuperables. Este tipo de barreras económicas, que vulneran gravemente el principio de igualdad de oportunidades, son de una injusticia tal que resultan insoportable para las conciencias limpias. ¿Cuál es la respuesta de los poderes públicos locales ante este incalificable atentado a la equidad educativa? El MEFP concede una ayuda de 115 euros por alumno que posiblemente llegará en el mes de febrero. Y la Ciudad entrega una especie de vale para retirar “algunos” libros de texto. Ambas administraciones, en un ejercicio de cruel paradoja, tienden una vomitiva alfombra roja a las familias más humildes para facilitarles su acceso al fracaso escolar.
“La lucha contra el fracaso escolar es una empresa titánica que requiere un compromiso social muy amplio con responsabilidades y obligaciones”
Una Ciudad en la que el dinero público fluye a raudales por doquier, financiando los hechos, situaciones, iniciativas o colectivos más estrafalarios que se puedan imaginar, no puede negar a los jóvenes las ayudas precisas para poder estudiar. Irritante obscenidad. Ese jueguecito macabro de discutir sobre las competencias de cada cual, los debates desfasados sobre la meritocracia y la cultura del esfuerzo, o los prejuicios (“no tienen para libros; pero se compran un móvil de última generación”) y añagazas similares; no pueden ocultar el hecho dramático de que en la Ceuta de “los presupuestos y subvenciones millonarias”; esta mañana, en nuestras aulas, habrá cientos (acaso miles) de alumnos que no dispondrán de sus libros de texto para seguir la explicación del profesor porque no pueden pagarlos. Se nos debería caer, a todos, la cara de vergüenza.
En Andalucía existe el cheque libro, para que todos tengan libros de las diferentes asignaturas y aún así el fracaso escolar no ha disminuido.
El fracaso escolar se debe a otros factores como la falta de empleo, de poder adquisitivo, factor de independizarse
Si usted quiere menos fracaso escolar debe dar una razón a los alumnos para estudiar, si ven a sus familiares en paro y sobreviviendo, al profesor siendo interino con muchos años de experiencia sin plaza fija, teniendo que irse de Ceuta porque hasta las tiendas de moda cierran y que ya solo hay funcionarios que mantienen la economía de la ciudad porque no sé hace nada
Muy bonito el artículo, pero con demasiada demagogia, precisamente, el fracaso escolar es mas abultado en los niveles superiores de ESO y BACHILLERATO, que son grupos de adolescentes, que viven por y para sus móviles y no en los niños de primaria, que son los que más material suelen precisar y sus padres hacen lo imposible para conseguirlo , yo he vivido en primera persona, (y no son prejuicios), como alumnas de la facultad, quedaban para comprarse ropa en una conocida tienda de Ceuta, con el dinero que acaban de recibir de beca de estudios , nada menos que 3.000 euros, y yo sin derecho a nada, porque en mi casa trabajan mis padres , solución : Me busqué la vida y me puse a trabajar por las tardes y he conseguido costearme la carrera con mi esfuerzo, menos llantos y mas esfuerzo, esa es la cultura que hay que predicar, ya está bien de tanto estómago agradecido.