“Una imagen vale más que mil palabras” pero a veces son necesarias algunas palabras para entender determinadas imágenes y que no nos cuelen los politólogos aficionados o los aparatos de marketing de las distintas fuerzas políticas sus letanías manipulativas.
Waterloo es un municipio de Bélgica como todos sabemos y más desde que el independentismo catalán y la megalomanía de un personaje concreto lo pusieron en el “mapa español”.
La archiconocida batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815, destrozó el sueño de Napoleón Bonaparte de conseguir hacerse de nuevo con Europa y recuperar su poder. La inauguración del año judicial nos deja una fotografía de una ceremonia con la máxima pompa y boato que no deja de representar una realidad lamentable para nuestra democracia, que seguimos sin conseguir la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
“Waterloo” es también conocido por ser el título de una canción del grupo ABBA. En concreto con la que ganaron el XIX Festival de Eurovisión y que a la postre resultó ser su primer éxito mundial. La letra va sobre una mujer que compara la forma en la que se ha rendido a un hombre del que está enamorada con la rendición de Napoleón en la anteriormente citada batalla. Una parte de la misma dice lo siguiente:
“Oh no,
intenté contenerte, pero tú eras más fuerte.
Oh sí,
y ahora parece que mi única oportunidad
es abandonar la lucha,
y cómo podría siquiera rechazarlo,
si siento que gano cuando estoy perdiendo.
Waterloo, fui derrotada, tú ganaste la guerra.
Waterloo, prometo amarte eternamente.
Waterloo, no podría escapar si quisiera.
Waterloo, sabiendo que mi destino es estar contigo.
Waterloo, por fin, me enfrento a mi Waterloo”.
Quizás Pedro Sánchez entone, si no lo ha hecho ya, esta canción al pensar en Puigdemont. En otro orden de cosas, la comparecencia de los capitanes de la selección española de fútbol se puede considerar de cualquier forma menos como un alegato en pos de la igualdad y la defensa de una compañera. La fotografía de la rueda de prensa sin preguntas definió claramente, para mal, la visión sobre el caso de nuestros valientes, pero con b, jugadores.
Y como dijimos al principio, Waterloo es desde hace tiempo un referente obligado en cualquier telediario de nuestro país. Tras Miguel Mihura con su “Ninette y un señor de Murcia” ahora tenemos “Sánchez y un señor catalán” del afamado dramaturgo Carles Puigdemont. Que ya está preparando la segunda parte de la obra: “Sánchez y una señora llamada Anmistía”. Y no tenemos más remedio que volver a hablar de fotografías. En concreto la de la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones con Puigdemont. Esta instantánea que no parece tener demasiada complejidad técnica posee sin embargo una profundidad de campo abismal que nos deja un mensaje nítido con gran contenido político y personal. Lo primero que nos traslada la imagen es que Sánchez será presidente del Gobierno, aunque lo principal será cuánto dure. Pero antes de analizar la fotografía propiamente dicha hay que desgranar la historia que nos lleva hasta el momento en cuestión. Asunto no solo importante, sino de absoluta relevancia para explicar lo ocurrido en Waterloo.
Primero se da la oportunidad a Feijóo de estrellarse en su intento de ser presidente y por el camino desgastarse públicamente en su pretensión de obtener apoyos. Ayuso está encantada y de ahí sus silencios, Sánchez le está poniendo la cabeza de Feijóo en bandeja de plata, la de Casado no venía ni en bandeja. Aunque Moreno Bonilla está calladito expectante esperando en Sevilla.
En segundo lugar se aísla completamente a Podemos negándole cualquier oportunidad de protagonismo. Curioso porque al final el cordón sanitario no ha sido contra VOX sino desde la “cuqui” izquierda a Podemos. ¡Estás pesadas ya no van a tener foco mediático! parece haber sido la consigna en tanto en cuanto se continúa buscando el epitafio ideal para la formación morada.
Como tercera parte de la secuencia el PSOE presenta una reforma exprés del Reglamento para el uso de lenguas cooficiales en el Congreso, que se aprobará antes de la “debacle de investidura” de Feijóo. Ya se le da a Puigdemont su primer caramelo de limón, por eso de lo del color amarillo.
Y tras esto la foto institucional del Gobierno en funciones de España en Waterloo ante Puigdemont ¿Y qué se persigue con esto? Que Puigdemont aumente su ego aún más aunque pudiese parecer imposible; que Sánchez vaya a negociar con Puigdemont “vestido” de Yolanda Díaz; que Feijóo ya no tenga posibilidad alguna de sentarse con Junts para negociar su “desinvestidura” y que el PSOE felipista esté al borde de un ataque de nervios. Mientras tanto Rubiales vende su ático de 1,5 millones tras quedarse sin los 925.761 euros anuales que recibía de la Federación y la UEFA. La fotografía de su “piquito consentido” con Jeni Hermoso es lo que por desgracia está quedando para la posteridad del gran logro del fútbol español femenino.
Como dijera Soul Etspes tras leer a Aristóteles: “En política lo importante no es lo que nos hacen ver, sino lo que quieren que no veamos”.