En el último número de la revista Alcudón, editada por el Grupo Local de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-CEUTA) y la Sociedad de Estudios Ornitológicos de Ceuta, se incluye un artículo titulado “Alarmante regresión de los pinares del Monte Hacho”. Su autor, Antonio J. Cambelo Jiménez, conoce muy bien el entorno del Monte Hacho, pues lleva muchos años estudiando la población del cernícalo vulgar en el conocido promontorio ceutí. En sus continuas observaciones de la flora y fauna del Monte Hacho ha apreciado la regresión de los pinares que pueblan algunas de sus vertientes, siendo especialmente notoria en las profundas ramblas que desembocan en la playa del Desnarigado. Para ilustrar el artículo, Antonio Cambelo lo acompaña de dos imágenes satélites de Google Earth fechadas en el año 2004 y 2022, respectivamente. La comparación entre ambas imágenes demuestran sus afirmaciones sobre el progresivo deterioro del pinar del Monte Hacho. Cierto es que la parte más afectada corresponde a la ladera occidental de la rambla del Desnarigado, ya que hace un año esta zona fue presa de una importante incendio forestal. No obstante, los huecos dejados por los pinos enfermos son evidentes, cuyos troncos y ramas siguen tirados sin que nadie los retire para prevenir el riesgo de incendio. Las fotografías que se han incluido en el artículo de la revista Alcudón demuestran los hechos comentados con anterioridad.
La conclusión del artículo de Antonio Cambelo, tras la denuncia pública planteada, es reclamar la inmediata realización de un estudio de “las masas forestales de nuestra ciudad y se establezca un plan de actuación para atajar en la medida de lo posible la alarmante pérdida de árboles e identificar las plagas y/o enfermedades que los están afectando”. También se solicita la puesta en marcha de trabajos de limpieza y mantenimiento de los espacios forestales del Monte Hacho, así como “el establecimiento de un convenio con el Ministerio de Defensa para la repoblación de los terrenos de propiedad militar como el Polvorín del Obispo donde también se han perdido muchos pinos piñoneros centenarios, estas zonas son importantes refugios para la fauna”.
Desde Septem Nostra nos sumamos a las reclamaciones de nuestros compañeros de SEO-Ceuta para se actúe de inmediato en la cobertura forestal del Monte Hacho y, en general, en los montes ceutíes. Por desgracia, en los últimos años hemos sufrido graves incendios forestales que han ennegrecido la habitual estampa verde de Ceuta. Una y otra vez hemos visto las mismas caras circunspectas de las autoridades y a los bomberos dándolo todo para contener las llamas y evitar la rápida propagación del fuego. Al final todo queda en los golpes de espalda a los bomberos, sin que se incrementen los efectivos para la vigilancia de las zonas forestales y sin la ampliación y mejora de los medios técnicos para atajar con eficacia los incendios. Forma también parte del guion del argumentario político después de un incendio el anuncio de planes de reforestación que nunca llegan. El único plan que le interesa al gobierno de la Ciudad y a la mayor de los grupos políticos, salvo una honrosa excepción, es el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Estaban ansiosos por tener aprobado el PGOU y ya han anunciado la inmediata puesta en marcha de una oficina técnica para la gestión y ejecución del PGOU. Mientras tanto, de los planes especiales de protección de los conjuntos históricos y de los planes de ordenación y gestión de los espacios naturales ceutíes incluidos en la Red Natura 2000 no sabemos nada de nada desde hace más de dos décadas.
Resulta bastante evidente que los árboles no interesan tanto como los ladrillos en Ceuta y, por desgracia, en buena parte de nuestro país. De los árboles no se obtienen beneficios económicos, es más, para algunos su presencia constituye un impedimento para sus proyectos urbanísticos especulativos. Como puso Machado en boca del maestro Abel Martín: “¡Quién fuera diamante puro!-dijo un pepino maduro. Todo necio confunde valor y precio”. Siguiendo este aforismo machadiano, el célebre geógrafo español Eduardo Martínez de Pisón comenta -en su magnífica última obra titulada “Atlas literario de la tierra. Paisajes de palabras” (fórcola, 2023)- que “hay, en efecto, mucho pepino que aspira a diamante y no poco hiperactivo que no ve paisajes sino solares”. Son esta clase de pepinos humanos y de hiperactivos los que manejan los hilos del poder económico y político dirigido a la obtención del máximo beneficio, en el menor tiempo posible y siempre a costa de nuestro patrimonio natural y cultural heredado. Tengo la impresión de que el futuro de Ceuta ha dejado de importar debido a todas las incertidumbres que se atisban en el horizonte y se prefiere centrarse en la explotación de todo lo que queda de valor, como si fuera una tienda en liquidación por cierre. Nosotros nos negamos a asumir esta perversa tendencia impuesta por la miope visión economicista y desarrollista que abunda en nuestra sociedad. Nuestra apuesta se dirige, precisamente, en sentido contrario al camino al que quieren dirigirnos y que conduce al colapso.
A diferencia de la tendencia impuesta por el complejo del poder, tenemos plena confianza en el futuro de Ceuta siempre que logremos despertar a la ciudadanía y movilizarla para emprender un ambicioso proyecto sinergético de conservación y restauración de nuestros bienes naturales y culturales, así como de re-cultivo de los paisajes ceutíes. Hace falta, como paso previo, reactivar nuestros adormecidos sentidos para que sean capaces de captar toda la bondad, la verdad y la belleza que encierra esta tierra. A un nivel más profundo debemos abrir los ojos del corazón para ver aquello de lo que hablaba Unamuno cuando decía que “hay por debajo del mundo visible y ruidoso en que nos agitamos, por debajo del mundo de que se habla, otro mundo invisible y silenciosos en que reposamos, otro mundo del que no se habla”. Cuando destruimos el mundo visible también afectamos al mundo sutil que se esconde tras lo aparente y del que se nutren nuestros sueños. A este respecto, comenta Eduardo Martínez de Pisón en el referido libro que “no hay que olvidar que las personas sueñan sus lugares y los dotan de espíritu. Por ello al paisaje se pertenece. Mientras el territorio viene dado, el paisaje es una expresión de libertad. Ver o no ver el paisaje es una elección libre. Si, por todo ello, es un legado cultural, cuando se desbaratan con absoluta insensibilidad tantos paisajes a nuestro alrededor, el daño no es sólo al terreno o, como ahora se suele decir, al “planeta”, sino sobre todo a esa cultura y a esas personas”. Abundando en esta idea, Ortega y Gasset comentó que la separación o destrucción de nuestros paisajes son “una amputación en la mitad que nos queda…No hay un yo sin paisaje”.
En una ciudad como Ceuta, donde algunos se dan golpes de pecho para proclamar su amor a Ceuta, habría que leerles el pasaje de Ortega y Gasset en el que afirma que “el patriotismo es ante todo la fidelidad al paisaje…La patria es el paisaje”. No se puede pretender ser fiel a Ceuta, a nuestra nuestra patria -o más bien matria-, cuando se alienta o permite la deformación de nuestro paisaje o, simplemente, no se hace nada por cuidarlos y restaurarlos. La situación de nuestros montes requiere una acción decidida de nuestras autoridades que nunca llega.