El subteniente Jurado, destinado en el Regimiento de Caballería Montesa 3 de Ceuta, es una de esas personas que ha conseguido cumplir sus sueños de cuando era pequeño, formar parte del Ejército y conducir un carro de combate.
Gaditano de nacimiento, ha formado parte de la disciplina castrense desde el año 1983, momento en el que comenzó su formación en la Academia General Básica de Suboficiales situada en la localidad catalana de Talarn.
Desde entonces, han sido muchos sus destinos y vivencias en el ámbito castrense hasta el próximo 22 de octubre, que será cuando pase a situación de reserva tras más de 40 años de servicio.
Jurado explica que decidió ingresar en el Ejército porque desde niño le han llamado la atención los carros de combate. “La vocación me viene un poco después pero sí lo pensé porque como cuando eres niño se ven los carros pues era una atracción que tenía de las películas”, recuerda.
“Juegas a la guerra sin ser guerra pero te instruyes constantemente y eso para mí es muy interesante”. El hecho de ser jefe de carro también tiene su aliciente ya que “dentro de un carro es donde realmente se ve la fortaleza y donde te sientes fuerte”, declara.
Una vez en el Ejército confiesa que le entró la afición por Caballería en la Academia. “He conducido prácticamente todos los vehículos que tiene la Caballería”, señala mientras recalca su pasión por los vehículos blindados mientras añade que el carro de combate “es su exponente máximo”.
El gaditano comenzó en la Academia de Suboficiales de Talarn el año 1983
“El espíritu jinete es algo que se adquiere y estás ahí para sacrificarte y sacar al resto de fuerzas de cualquier apuro”, apunta.
Una carrera militar que le ha llevado a un sinfín de destinos entre los que se encuentra el Cuartel General de la OTAN en Bruselas, donde estuvo durante cuatro años. Sobre su experiencia explica que para su familia el principio fue “un poco duro” pero para él no porque ya tenía experiencia en trabajar con cuarteles generales.
“No deja de ser duro porque tienes que trabajar en dos idiomas que no son el tuyo y además por teléfono, que no es lo mismo que hablar cara a cara, pero se coge muchísima experiencia”. Entre bromas indica que el nivel de estrés es bastante alto pero “se maneja y se coge soltura en muchas cosas”.
Señala que su mujer fue la que peor lo pasó pero para sus hijos fue “una experiencia increíble porque adquirieron dos idiomas, lo que es una ventaja para el día de mañana”.
Además de su estancia en Bélgica, el subteniente Jurado ha estado en tres misiones en Bosnia. En 1998 fue un poco más duro ya que “se palpaba el odio entre las etnias y tuvimos situaciones comprometidas en muchas ocasiones”.
Entre sus destinos se encuentra el Cuartel General de la OTAN, donde estuvo cuatro años
Fueron momentos de tensión por realizar bien el trabajo encomendado pero también muy buenos recuerdos los que se lleva de esas misiones. “Conoces a gente que lo ha perdido todo, veías cómo eran capaces de sobrevivir a las desgracias y aun así sonreír y agradecer todo”, recuerda. Por esta razón “se sacan muchas lecciones de cosas que a ti no te han pasado pero que le pasa a la gente”.
“En las misiones en las que me he encontrado sí puedo decir que la gente se siente segura cuando te ve cuando estás por allí, sobre todo después de haber pasado malos tragos”, explica.
Ya en el ocaso de su carrera militar, Jurado eligió Ceuta como destino pero se trata de un lugar al que ya había tenido en mente llegar hace bastantes años, desde su época de sargento.
“Lo elegí porque en su día no pude venir”, relata, “a pesar de haber estado casi toda mi vida destinado y viviendo en Valladolid yo soy de un pueblo de Cádiz”.
“A este regimiento pensé venir desde sargento pero no salieron ese año vacantes”, indica con añoranza. “Siempre quise venir a este regimiento y, sobre todo, a Ceuta para conocerlo”. A su llegada en 2020 explica que se llevó una muy buena impresión “porque se vive bastante bien”.
Asegura que la de los militares es una vida “dura pero con experiencias agradables”
Una vida dedicada al Ejército de la que guarda muchas anécdotas y vivencias. Jurado confiesa entre risas que “hay muchas”, como aquella en la que se partió literalmente la cara en 1988. “Tuve un golpe muy fuerte entre la culata del cañón y el techo del carro y me intervinieron rápidamente”, recuerda. Además, señala que tuvo mucha suerte con el cirujano “porque no ha quedado ninguna huella”
Cuenta también que una vez pase a situación de reserva tiene que adaptarse a esa circunstancia. “Supongo que el primer mes será como unas vacaciones largas”, declara entre risas, “y luego poco a poco habrá que buscarse algún entretenimiento, afición y practicar algo de deporte”.
Anima a todas las personas interesadas a ingresar en el Ejército. “Animaría a cualquiera”, relata el subteniente, “es una vida dura pero con experiencias muy agradables”. Entre las situaciones que destaca está el trato con la gente, “aquí tenemos trato a diario con mucha gente que viene pero también despides a mucha gente porque cambian de destino, que eso es lo que duele”.
“Sentimos el vacío de alguien que se ha ido ya como ocurre con los compañeros”, finaliza visiblemente emocionado Jurado.
Toda una vida dedicada a la disciplina castrense que el próximo 22 de octubre llegará a su fin y con la que se lleva recuerdos y anécdotas que podrá contar durante toda su vida.
Magnífico reportaje, muy humano, enhorabuena al subteniente por toda una vida dedicada a la seguridad de todos. Viva España!!!