A pesar de todo lo logrado como humanos, de haber erigido ciudades enteras, junglas y selvas de cristal, de haber puesto barcos en el mar y aviones en el cielo, aún no hemos aprendido a vernos como iguales. Y lanzo una mirada al pasado y aprecio un gran progreso tecnológico pero muy poco como humanidad. Nos creemos dueños del mundo, pero basta que ocurra cualquier suceso como para que se despierten nuestras más oscuras miserias, nuestro yo más mundano.
Los atentados ocurridos en Cataluña nos deben abrir los ojos, porque no es normal que de repente, de la noche a la mañana, empiecen a surgir brotes xenófobos por toda España. Y la realidad es que las semillas ya estaban, solo que éstas estaban ocultas en la tierra de la vergüenza, pero matan y luego hay quienes les siguen el juego, “odio x odio” lo llaman, yo lo denomino el juego de los cobardes, porque solo los cobardes matan a gente inocente, porque solo los cobardes atacan a quienes nada tienen que ver con esta lacra que estamos padeciendo y que parece no tener fin.
Y es normal temer, el ser humano debía temer para sobrevivir, lo que no es normal es dejar gobernarnos por el miedo y andar buscando culpables donde no los haya. Creer que los musulmanes somos el enemigo es ceder al terrorismo, es retroceder como humanidad.
El NO debe ser rotundo, el no a la división, el no al chantaje, a seguir retrocediendo como sociedad, no a someternos frente a quienes quieren vernos enfrentados y divididos. No debemos doblegarnos ante aquellos que quieren envenenarnos con su miedo ni ante los que con gusto lo beben para emponzoñarnos con él. No cedamos frente a este tipo de personas, carroñeros de la desgracia que solo buscan alimentar el odio sin sentido contra personas tan normales como tú, querido lector, o como yo.
Pero a pesar de todo, aún conservo la fe, la esperanza fundada por esas miles y miles de personas que no dan su brazo a torcer y no entran al juego del odio, que son capaces de ver a los musulmanes como lo que somos, aliados frente a aquellos que quieren establecer un régimen de terror. Aún conservo la esperanza en la razón y en que ésta sea usada para enfrentar la cobardía que lamentablemente ha hecho sufrir ya a tantas familias.