Creo que el “enchufismo” es una grave y crónica enfermedad que lleva padeciendo nuestra ciudad desde hace mucho tiempo.
Nuestros principales responsables políticos, parece que no son conscientes, o si lo son, les da exactamente igual; de que el enchufismo genera unos sentimientos de impotencia, de desesperación y de una gran frustración en los ceutíes, que ven cómo ante tantos casos de injusticia y de trato discriminatorio, no sólo en muchos procesos de selección por parte de la Administración, sino también en el acceso a muchos puestos de trabajo en empresas públicas de nuestra ciudad; nuestros principales responsables políticos permanecen impasibles, y continúan premiando a familiares y amigos sin méritos algunos.
Y como “quien hizo la ley, hizo la trampa”, los ciudadanos llevan mucho tiempo observando atónitos cómo, a pesar de que, a priori, puede parecer que todo se ajusta a criterios legales, luego en la práctica, realmente, todo está hecho “a la carta”, pero “a la carta de unos pocos”: ofertas de empleo con perfiles y requisitos que sospechosamente son ajustados de tal manera que sólo pueden encajar en el perfil de una persona concreta, adjudicaciones de servicios públicos “a dedo”, listados de selección públicos que parecen más bien listados muy “privados”, etc, etc.
Aunque claro, ya estamos acostumbrados igualmente, a que sin ningún pudor, el Señor Vivas, desde su tan cómoda posición, y a cara descubierta, no duda en salir antes los medios para asegurar que “aquí no hay enchufismo”, “aquí nadie enchufa”. Y claro, como el Señor Vivas, al parecer es alguien “de fiar” (nótese la ironía), pues los ceutíes parece que no tenemos más remedio que creernos ese cuento.
Sin embargo, ya hace mucho tiempo que los ciudadanos están cansados de que nos engañen y de oír una y otra vez el mismo discurso. Aunque, como todos sabemos, el enchufismo, siempre ha sido un secreto a voces en Ceuta, pero un secreto que la sinvergonzonería y el descaro de quienes se supone que deberían velar por el interés general, ha hecho que deje de ser un secreto, para pasar a ser una clara evidencia.
Y claro, como no puede ser de otra manera, todo esto que acabo de decir, lo digo presuntamente, puesto que ya sabemos que sin prueba no hay delito; pero eso sí, lo que tampoco se puede hacer, es negar lo evidente. Y es que, afortunadamente, en Ceuta, nos conocemos todos.