Ley nueva habemus. Se acercan las elecciones y todo preparado para el circo. Ley de vivienda nueva, casas para construir, alquileres asequibles, ayudas, congelación del precio de arrendamiento, viviendas protegidas, etc..
Pero también hay fondos buitre, casas de protección oficial que son dedicadas al alquiler por parte de los dueños, personas que entran en sorteos de pisos sin cumplir los requisitos utilizando las artimañas correspondientes.
Inquilinos que no pagan y que deshauciarlos es oficio de titanes, okupas que arramblan con propiedades ajenas bajo un vacio legal e indefensión que no se lo salta un galgo.
Especuladores, planes de ordenación urbana que claman al cielo, subasteros de casas expropiadas, propietarios que no hacen contratos, dinero negro en las mensualidades; es lo que hay: pisos pateras en el que las personas viven hacinadas, viviendas a medio hacer porque los constructores se llevaron el dinero.
Las hipotecas es punto y aparte. A 30 años, a 40 años. Subiendo, pagando seguros, atando la vida por 45 metros cuadrados.
¿Qué hacer con un salario mínimo en los Madriles con hipoteca, transporte, agua, electricidad, comunidad, gas, ropa, comida y lo que surja? ¿No es todo una pantomima, una engañifa de padre y muy señor mío?
Corrupción a mansalva. ¿Averiguamos quién tiene pisos de protección oficial en Ceuta? ¿Averiguamos cómo se adjudican? ¿ Averiguamos si son destinados al negocio los pisos protegidos? ¿Averiguamos las construcciones ilegales?
Eso sí, necesitamos una nueva ley para que podamos guardar bajo la alfombra toda la porquería y parezca impoluta la limpieza.
La Derecha pide más viviendas y menos protección, más oferta en una demanda desmesurada, más negocio para los pudientes que apuntan los precios por las nubes; ellos son los que tendrán acceso a las viviendas porque el dinero llama al dinero.
Si la vivienda es un negocio todo vale. No hay nada que hablar, ya puedes hacer leyes de vivienda a cada instante.
¿Y si el Estado regula las ventas? Comunismo. ¿Y si hay mercado libre? Capitalismo.
El pobre seguirá siendo pobre aunque trabaje, hay salarios de hambre. El rico seguirá siendo rico y nunca jamás verá en la vivienda algo que puede ser sometido a la intervención del Estado.
Ya hay gente de 70 años que comparte casas, es tener un trozo de techo con derecho a aseo y cocina. Nada más.
No hay Dios que arregle este tema pues el problema que se plantea solo es la punta del iceberg.