Si buceamos en los fondos de la condición humana, y de su lenguaje, encontraremos un desdoblamiento, una bifurcación en esa estirpe que son los pensamientos.
Si fijamos la atención, pareciera que la naturaleza humana está expuesta a dos fuerzas antagónicas: el bien y el mal, el orden y el caos, el amor y el odio, el perdón y el castigo, etc.
Aunque yo destacaría un antagonismo básico, si queremos entender los motivos de la salud mental, y el cual da vida a una doble condición: la condición crítica, o sufrimiento; y la condición pura, o bienestar.
De hecho, lo que le da una dimensión de problema a la salud mental es la pena del sufrimiento. Es tan grave y desaconsejable esta experiencia que podemos concluir que el signo de la vida es la huida del dolor, y la búsqueda del bienestar (experiencia sublime, y la forma más pura y alta de belleza).
La búsqueda del placer, del bienestar, debiera ser la norma fundacional del sistema, como albergue de la condición humana. ¿Está siendo así?
Para seguir avanzando en el argumento hay que observar la presencia de otro condicionante, como es la inevitabilidad del destino.
Es decir, para que la escasez se imponga a la abundancia, para que la enfermedad se imponga a la salud, para que la guerra se imponga a la paz, tan solo es necesario bajar los brazos, mantener una actitud pasiva, desoír la llamada de la condición humana.
De contrario, la fabricación de un sistema placentero y sostenible deberá ser fruto de una acción positiva, coordinada y consciente.
La naturaleza nos infligió su castigo con la escasez, pero al tiempo nos dotó del ingenio con que multiplicar los recursos y mitigar así el sufrimiento. Son los esbozos que equilibran la fatalidad y la prosperidad.
Para ahondar en el tema, y en cierta manera, la teoría de la evolución viene a decirnos que el devenir de los seres vivos es la historia de una búsqueda para acomodarse a la inclemencia de los elementos.
Llegó el momento en que los seres humanos se apropiaron de su entorno con el lenguaje del ingenio: dominamos la tecnología del fuego, creamos las herramientas para vivir de la caza, vigilamos el ciclo de las estaciones para vivir de las cosechas, inventamos la rueda para liberar las espaldas y para vencer a las distancias, y por fin ocurrió el milagro de la luz eléctrica.
En definitiva, hubo en la historia personas que dedicaron su vida a la búsqueda de un orden con que combatir el sufrimiento, y hubo quienes propiciaron el dolor y el caos para lograr su supervivencia, y un placer desmerecido.
A día de hoy la desventura nos acecha, y solo si ponemos en valor nuestro ingenio, tanto en el campo de la ciencia (nuevas fuentes de energía) como en el campo de la política económica (viabilidad), podremos hacer frente a la condición crítica.
Como final diré que todo aquello que rebaje el sufrimiento está bien por sistema. Hay que poner el ingenio al servicio del bien.