Son ya varios casos. Mascotas que han muerto envenenadas porque alguien está echando alguna sustancia para matar animales. Es un hecho real, no una denuncia alentada por animalistas. Pero en esta ciudad en la que se han dedicado a exterminar gatos, en la que no se toman duras medidas para evitar los abandonos, en la que no se invierte como se debiera para dar mayor protección a los animales es hasta lógico que todavía no se haya producido una reacción inmediata, investigando quién o quiénes están detrás de estas prácticas. Prácticas que, por cierto, no son nuevas. De forma cíclica hay a quienes gusta matar a los animales, como ahora está ocurriendo.
A los gatos callejeros que han fallecido se suman casos de perros, perros como Romeo, el de mi querida amiga Carmen, muerto en 24 horas. Un animal de compañía que era un miembro más de su familia, con 12 años de vida en común, que murió después de su paseo diario por el centro. Como el suyo hay varios casos más, situaciones en las que propietarios de animales los han perdido porque a alguien le ha salido de los mismísimos ir dejando veneno, a sabiendas de la nula acción para aplicar los castigos oportunos. Porque tristemente en Ceuta eso de maltratar a los animales, eso de abandonarlos, eso de tenerlos en malas condiciones, o eso de envenenarlos parece que sale gratis, a pesar de que hay muchísimas personas concienciadas en sacar a la luz múltiples episodios.
De inmediato se deberían poner en marcha los mecanismos para dar con quienes se dedican a envenenar animales, dejando en determinadas calles unos polvos que, parece, están detrás de todo esto. El hecho es que desde su aparición se han producido varias muertes, como hace unos meses también sucedió. Nos enteramos solo de los casos controlados, de las muertes de mascotas, no de los otros episodios que se producen en quienes viven en la calle y están desprotegidos, a expensas de morir envenenados o maltratados, porque miren que hay malas personas que gustan de atacar colonias protegidas, de matar a crías, de hacer daño a madres recién paridas, de robar cachorros para enfrentarlos en peleas... y lo hacen porque saben que no tienen castigo, porque saben que no existe el interés por perseguir estas acciones, porque se sienten fuertes alimentando el dolor de todos aquellos que sufren cuando se ataca el bienestar de quienes forman parte de nuestras vidas.